jueves, 11 de enero de 2018

Resistencia Al Cambio



Nuestra resistencia al cambio puede estar condicionada por un estado de alerta que es una función primaria del cerebro. La supervivencia depende de nuestra capacidad para detectar “errores” en nuestro entorno y reaccionar rápidamente a ellos para evitar la amenaza (ya sea un mamut, o más recientemente una opa hostil).

Este mecanismo de detección de errores se encuentra en la corteza orbital justo encima de los ojos, y está estrechamente relacionada con la amígdala, la cual le “roba” energía a la corteza pre-frontal para activar nuestro instinto más primario de la huida o lucha.

El problema es que en nuestros días, todo cambiar muy rápidamente, y las amenazas (reales o incluso ficticias) en los negocios son parte de la rutina diaria. 

Cuando todo nos parece incierto o nos centramos en lo negativo, consumimos los recursos de energía de nuestra corteza pre-frontal (oxígeno y glucosa) por lo que somos menos propensos a tomar buenas decisiones, adoptar nuevas ideas y ver el panorama desde otra perspectiva.

Cuando este comportamiento se prolonga en el tiempo, se transforma en un estrés permanente y no damos lugar la homeostasis  retomando el equilibrio necesario para asumir el próximo desafío.

Sin embargo, cuando hemos conseguido algún éxito o recibimos felicitaciones por un buen desempeño, se activa el sistema de recompensa de nuestro cerebro que libera dopamina la cual lo llena de energía.  

Este proceso nos hace más propensos a querer repetir el comportamiento, aprovechar al máximo esas emociones positivas, además de estar más dispuestos a interactuar con personas, ideas y soluciones.




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