“Todo cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo y todo
cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento a menos que una fuerza
externa actúe sobre él.”
Esto significa que tanto para poner un cuerpo en movimiento
como para pararlo es necesario aplicarle una fuerza. Es decir, si un coche está
en marcha y dejas de apretar el acelerador, el coche seguirá moviéndose debido
a la inercia hasta que una fuerza externa (el freno o el roce generado por el
movimiento) le haga detenerse. Igualmente, si intentas empujar un coche que
está parado y en punto muerto, necesitas hacer un gran esfuerzo inicial para
vencer la inercia y que el coche se empiece a mover. Una vez echa andar, es
mucho más sencillo mantenerlo en marcha.
Y qué tiene que ver todo esto conmigo, te preguntarás. Pues
mucho más de lo que crees. Porque aunque a Newton se le olvidó indicarlo
explícitamente, la inercia también te afecta a ti.
Igual que ocurre con los coches, a los humanos lo que más
esfuerzo nos cuesta es arrancar (y detenernos una vez estamos en marcha).
Utiliza este principio a tu favor y te ahorrarás muchos
esfuerzos innecesarios, ya que hacer las cosas por inercia facilita el no tener
que aplicar la misma voluntad y trabajo a cada uno de tus proyectos.
Aplicaciones prácticas de la inercia
Como soy una persona pragmática a la que le gusta ver
resultados reales, no podía terminar este artículo sin antes compartir contigo
algunas aplicaciones prácticas de todo lo que te acabo de contar. Son lecciones
basadas en mi experiencia personal (la mayoría errores que cometí en su
momento), pero estoy convencido de que las encontrarás útiles. ¡Ahí van!
1. Antes de empezar un nuevo proyecto, termina el anterior
¡En serio! No lo dejes al 95%, especialmente si sabes que
tarde o temprano tendrás que acabarlo. Lo único que conseguirás es posponer lo
inevitable y cuando por fin tengas que sentarte a hacerlo te costará 10 veces
más de lo que te hubiese costado en su momento porque tendrás que empezar por
re-aprender lo que ya sabías.
Este tipo de situaciones se dan mucho en la universidad.
Mucha gente deja a medias los estudios porque les sale un trabajo o para hacer
otra cosa y ya nunca los acaban pese a que sólo les queda una o dos
asignaturas. Y es que cuando por fin deciden ponerse con ello, se dan cuenta de
que no era tan fácil como pensaban. Su mente está centrada en otros asuntos y
recuperar el ritmo de estudio requiere de un esfuerzo BRUTAL.
2. Si te das cuenta de que vas por el camino equivocado,
corrige el rumbo cuanto antes
Seguro que conoces a algún compañero de universidad que
empezó la carrera contigo y un año más tarde se dio cuenta de que no era lo
suyo o no era lo que esperaba. En vez de reconocer que se había equivocado y
rectificar lo antes posible se empeñó en acabarla a cualquier precio porque “ya
había invertido un año”. Cada año que pasaba su inversión de tiempo y esfuerzo
era más grande, y le resultaba más difícil dar marcha atrás. Hasta que un día
se graduó y entonces se dio cuenta de que por fin había llegado a la playa,
pero él donde quería ir era a la sierra.
Hacer algo por inercia, cuando no es realmente lo que
quieres hacer, no te ahorrará esfuerzos. Tan solo te provocará problemas y
acabar hundido por haber desperdiciado horas, días, semanas, meses o años de tu
vida en algo que no te servirá para nada a largo plazo.
Esta situación también es muy común en el mundo de los
negocios, donde no es fácil reconocer que te has equivocado. En vez de eso,
muchos prefieren invertir más tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto que no
tiene ningún futuro. Grave error.
Si te has equivocado, te has equivocado, y punto. Acéptalo y
no hagas el agujero más grande de lo que ya es. En vez de eso, cambia de rumbo
cuanto antes porque debido a la inercia cuanto más tardes en hacerlo más
difícil te resultará frenar (y más metros tendrás que recorrer en la dirección
opuesta).
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