En un momento como el actual,
consideramos imprescindible desarrollar caminos y maneras de hacer que permitan
una vida digna para todos y todas.
Para ello es importante, en primer lugar,
conocer, comprender y hacer reconocer las alternativas desarrolladas en
este sentido por quienes viven en la pobreza.
Además, debemos esforzarnos
por potenciar las redes de apoyo mutuo que existen en cada lugar, de
manera que incluyan a las personas que viven en la pobreza.
Por último, es
necesario buscar alternativas ya existentes desarrolladas por otros grupos y
movimientos que pueden ser útiles también para quienes viven en la pobreza, así
como estar abiertos a explorar nuevos lugares, como pueden ser las zonas
rurales.
Partimos de una concepción de lo
que es una vida digna que va más allá del tener cubiertas las necesidades
básicas, ya que consideramos que igualmente importante es poder desarrollarse
en el ámbito de las relaciones, de manera que uno/a pueda sentirse en igualdad
de condiciones y respetado/a por los demás.
Esto facilitará a su vez la
posibilidad de vivir sin miedo y tener autonomía. Además, para una vida digna
es necesario ser capaz de cuidar a quienes lo necesitan en el entorno próximo,
así como ser capaz de cuidarse uno/a mismo/a.
Es fundamental identificar cuál puede ser el motor de
lucha que nos anime a continuar con ella pese a las dificultades.
En el caso de
las familias que viven en la pobreza, este motor son quienes vienen por
detrás, jóvenes y niños/as, para que ellos no tengan que vivir lo que han
vivido sus mayores.
En este sentido, es importante que los jóvenes y niños/as
se preparen también para luchar, que recojan el testigo y se apoyen en la
experiencia y conocimiento de quienes les han precedido, pero atreviéndose
al mismo tiempo a buscar su propio camino en las circunstancias que les toquen
vivir.
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