El lendakari del Gobierno
vasco, Iñigo Urkullu, no perdió la oportunidad ayer para sacar rédito de la
situación en Cataluña y lanzar un mensaje «conciliador» entre el órdago lanzado
por los secesionistas y la respuesta del Estado.
No obstante, el foco de
crítica estuvo puesto sobre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y no así sobre el presidente de la Generalidad,
Carles Puigdemont, ni sobre su asalto a la ley. «Hay que abrir la puerta a una
solución política negociadora», consideró en el Pleno de Política General
celebrado en el Parlamento Vasco, «dado que ni la imposición, ni la vía
judicial, y mucho menos, la vía penal, es la solución al conflicto» del proceso
soberanista.
Porque la intención del
político vasco es sacar «tajada» de la situación que se vive en Cataluña para
posicionar sus reivindicaciones. Entre otras, establecer hoy el marco de
negociaciones entre el Gobierno de Rajoy y su partido nacionalista en cuanto al
traspaso de 37 transferencias para, a juicio de Urkullu, «zanjar el contencioso
estatutario», que, a su juicio, lleva «sin resolverse 37 años». Y, sin rodeos,
reclamó además que se defina al País Vasco como un Estado confederal que
reconozca la nación vasca y se institucionalice la consulta legal a la
ciudadanía.
«Es preciso acordar con el Estado un nuevo
estatus de autogobierno que sea expresión de la nacionalidad propia y
diferenciada de Euskadi y que, desde la concordia, la convivencia, el respeto y
el reconocimiento mutuo contenga un sistema recíproco de garantías», aseguró.
Esta «vía vasca» defendida por el lendakari no convenció ni
al PP ni a EH Bildu, que no tardaron en salir a la palestra, aunque motivados
por diferentes cuestiones. El principal partido de la oposición vasca cuestionó
que Urkullu pueda lograr su propósito «con quienes mandan tropas a Cataluña».
La portavoz, Maddalen Iriarte, acusó al PNV de demostrar que están cómodos «dentro de la sartén que maneja el PP» frente a lo
que está ocurriendo en Cataluña, que ha logrado «reventar las costuras de un
sistema que tiene gravísimas carencias democráticas y ha puesto contra las
cuerdas las estructuras del Estado».
La
respuesta del Partido Popular fue igual de tajante, pero respecto a la defensa
de la unidad de España, y el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, advirtió a Urkullu de que su propuesta «conduce al mismo desierto
que en Cataluña», y le instó a «sopesar las consecuencias de cambiar
de compañero de viaje».
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