Hoy, después de
años de escribir y hablar en público estoy convencido que las ideas expresadas
con fuerza a través de las palabras bien escogidas tienen vida propia y la
capacidad de construir o destruir. Son tan concretas o incluso más concretas
que las cosa materiales porque las palabras nacen de una esfera superior que
tiene el poder de crear cosas nuevas que transformar la realidad.
No es por nada que
la Biblia empieza por decir en Génesis 1:3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la
luz Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Esta misma
capacidad de la palabra que utilizó Dios para crear la luz y separarla de las
tinieblas la tenemos cada uno de nosotros y se manifiesta a cada instante de
nuestras vidas a través de nuestros pensamientos que transforma
“milagrosamente” tanto nuestros temores como esperanzas en realidad.
Si
nosotros creemos que el universo es hostil, lo será. Nuestros miedos más
obscuros se materializarán. Por ejemplo si nos imaginamos que hay gente mala en
todos lados, el universo nos mandará gente mala. Si nos imaginamos que nos
vamos a enfermar, el universo nos mandará enfermedad. Y si nos imaginamos que
nos vamos a quedar sin trabajo el universo hará lo que le pedimos.
Ves el universo es
infinitamente bueno y justo al mismo tiempo. Es infinitamente bueno porque nos
colma de abundancia si abrimos nuestra mente y corazón y lo aceptamos. Pero es
también infinitamente justo porque nos ha dotado del libre albedrío que nos
permite vivir en la desgracia de una vida sin fe si así lo decidimos
.
La fe no es
simplemente un principio teológico sino un músculo mental y emocional, y como
cualquier músculo, hay que usarlo para que se desarrolle.
Al desarrollarlo
nos percatamos que el universo está organizado para trabajar a nuestro favor y
a manifestar a través de nosotros toda su creatividad y esplendor. Ninguno de nosotros
somos insignificantes. Todos somos hijos de Dios,
espléndidos y bellos.
En los
ojos del universo ninguno de nosotros somos demasiado viejos, feos o
inadecuados. Todos somos perfectos y únicos. Todos tenemos una razón por vivir.
Todos poseemos un ministerio. Todos somos co-crear con el universo en su misión
de avanzar el amor.
Muchas veces
tememos darnos al amor porque pensamos que nos hará débiles y vulnerables y
menos eficientes en el mundo real. Decimos que está bien tener a Dios en
nuestra vida espiritual, pero es mejor no entregarle nuestras finanzas.
Y sin embargo, el
amor nos hace despertar cada mañana llenos de propósito, con una mente más
abierta y creativa que nos permite ver mejores soluciones y nuevas
oportunidades.
A través de los
ojos del amor nos presentamos ante la vida más positivos lo cual nos hace más
atrayentes a clientes, a posibles empleadores y al mundo en general.
Al ver el universo
como amigable dejamos de estar solos y nos integramos a la energía universal de
un universo abundante que opera bajo la ley de la divina compensación.
¿Qué quiero decir
con esto? Como comenté hace un momento, el universo es una fuerza creativa
basada en el amor. Cada uno de nosotros poseemos una misión, un ministerio de
co-crear abundancia con él. Se trata de cuidar con amor y esmero el mundo que
se nos ha entregado y trabajar con fuerza, pasión y alegría todos los días de
nuestras vidas para enaltecer la creación desarrollando nuestros talentos para
servir a los demás y devolver a la creación un mundo un poco mejor que el que
recibimos.
Al asumir nuestro
rol de co-creadores con el universo activamos la ley de la divina compensación
y la vida empieza a hacer fluir hacia nosotros todo lo que necesitamos
para proseguir en nuestro ministerio. Ante esta postura nos damos cuenta
que no existe nada fortuito. Todo tiene una razón de ser. Por ejemplo, que hoy
tú estás aquí escuchándome.
Hoy mi deseo, mi
misión es ayudar a liberarnos del hoyo negro del miedo y de la negación y a
proyectarnos a la alegría de la luz, el propósito y la felicidad de sabernos
infinitamente sabios y profundamente amados.
Por lo tanto hoy te
invito a ser sabios como Einstein y a tomar la decisión más importante de tu
vida hoy, aquí y ahora: ve al universo como amigable y de una vez por todas
separa la luz de las tinieblas.
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