La actitud es la
base de todo en la vida. Como bien dicen, lo importante no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello.
Así, está comprobado que con una actitud adecuada, con pensamientos de poder y
palabras que te empoderan, miles de personas hasta enfermedades supuestamente
terminales a los ojos de los galenos, han ganado la batalla. Incluso un
divorcio, la muerte de un ser querido, una pérdida económica, de un trabajo,
alguna situación emocional, con optimismo, se convierte en un proceso mucho más
llevadero.
Debes tener
actitud, para no formar parte de la gran mayoría. Algunos ejemplos:
el pesimista ve un problema en cada necesidad, el optimista, ve una oportunidad; el optimista dice en la mañanas: “¡Buenos días, Dios!”. En cambio, el pesimista dice, “¡ay, Dios mío, otro día!”. el optimista encuentra una respuesta para cada problema, el pesimista ve un problema en cada respuesta; un optimista puede ver la luz donde no la hay, pero ¿por qué el pesimista siempre corre a apagarla?. El optimista es el realista que siempre tiene una salida; el pesimista ama el atardecer, el optimista el amanecer (ambos son hermosos, pero uno implica la entrada de la oscuridad y el otro su marcha).
el pesimista ve un problema en cada necesidad, el optimista, ve una oportunidad; el optimista dice en la mañanas: “¡Buenos días, Dios!”. En cambio, el pesimista dice, “¡ay, Dios mío, otro día!”. el optimista encuentra una respuesta para cada problema, el pesimista ve un problema en cada respuesta; un optimista puede ver la luz donde no la hay, pero ¿por qué el pesimista siempre corre a apagarla?. El optimista es el realista que siempre tiene una salida; el pesimista ama el atardecer, el optimista el amanecer (ambos son hermosos, pero uno implica la entrada de la oscuridad y el otro su marcha).
El optimista tiene
siempre un proyecto; el pesimista, una excusa. El optimista cree en los demás y
el pesimista sólo cree en sí mismo... O como bien dijo Napoléon Hill, “el
optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es
incomparablemente más feliz”.
El término
optimismo surge del latín “optimum”: “lo mejor”. Este término fue utilizado por
el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz en su Ensayos de Teodicea sobre la
bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal; según el cual, el
mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles.
El psicólogo Daniel
Goleman en su libro “Inteligencia Emocional, explica que el optimismo y la
esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a
las adversidades.
Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen
algo irremediable y reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que
ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada
para cambiar el problema. Los pesimistas y pusilánimes deberían tener en cuenta
que esa actitud no es algo con lo que se nace y por lo que no se puede hacer
nada, sino que es una actitud que podemos cambiar a cualquier edad. Uno mismo
es responsable de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden
cambiarse y uno debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.
Goleman lo resume:
“es la combinación entre talento razonable y la capacidad de perseverar ante el
fracaso lo que conduce al éxito”. Esta última actitud es básica en lo que llama
“inteligencia emocional” que, resumiendo, la define como la “capacidad de
motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las
posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las
gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la
angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último —pero no,
por ello menos importante—, la capacidad de tener empatía y confiar en los
demás.
La actitud de saber
“diferir las gratificaciones” ha demostrado ser también muy importante, pues
invoca la capacidad de saber que para conseguir ciertos éxitos hay que saber
esperar y trabajar por ellos.
Es un error buscar sólo las gratificaciones
inmediatas o a corto plazo. En varios experimentos efectuados sobre niños se ha
demostrado que aquellos con mayor capacidad para diferir las gratificaciones
conseguían mayores éxitos en sus vidas adultas, mientras que el otro grupo era
más propenso a tener una vida desordenada con delincuencia, drogas e
insatisfacción, por ejemplo.
Tampoco se trata de
caer en el extremo que todo va a ser color de rosa, la idea es encontrar un
equilibrio en la vida y en vez de perder la paz, la paciencia, que la actitud
sea encontrar qué es lo bueno que la vida nos está permitiendo vivir y qué
lección de aprendizaje desea que aprendamos de lo que nos sucede y sobretodo,
en medio de ello, tener la capacidad de no caer en la angustia, desesperación,
tristeza, depresión o negatividad ya que si elegimos eso, los únicos que
estaremos atribulados y haciéndonos daño a nosotros mismos somos nosotros.
Y no confundamos,
una cosa es ser optimista y otra hacerse el mojigato. Hay situaciones en la
vida que hay que afrontar y confrontar, solamente que debe ser desde la paz,
con conciencia y optimismo.
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