Escuché una vez este comentario:
«Una vez le pregunté a mi madre cómo decidió tener su primer
hijo, el pequeño yo. Su respuesta fue sencilla: ‘Era algo que queríamos y
decidimos que no tenía sentido retrasarlo. Nunca es buen momento para tener un
bebé’. ¿Estás esperando un buen momento para dejar tu trabajo? Las estrellas
nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán en verde todos
al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá
loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán ideales
.
Algún día es una enfermedad que hará que te lleves tus
sueños a la tumba. Si algo es importante para ti y quieres hacerlo, hazlo y
corrige el rumbo mientras caminas».
Sí, nos aterra que las cosas vayan mal, porque ya se sabe
que del árbol caído todo el mundo hace leña. Lo siento, no hay
alternativa: las cosas te irán mal a veces.
Los hemos dicho muchas veces: el
fracaso no es lo contrario al éxito; el fracaso forma parte del proceso del
éxito. El precio del éxito es el precio del aprendizaje y el precio del
aprendizaje es el precio del error. Así lo expresaba Zig Ziglar: «El fracaso es
un evento nunca una persona». El fracaso es NO intentarlo; el fracaso es NO
perseverar; el fracaso es NO aprender...
Continuamente aplazamos nuestras decisiones en
búsqueda de la opción perfecta, aquella que no pueda ir mal y que no pueda
ser criticada, en la que todo marche según un plan perfectamente estructurado y
ordenado. Pero eso es un brindis al sol. Todo es criticable porque cada persona
ve la vida desde su atalaya. El propio Napoleón Hill en su obra recoge las 30
principales causas de fracaso de las personas y señala como una de las
principales el aplazamiento:
«El aplazamiento es una de las causas más comunes del
fracaso. La tendencia a dejar siempre todo para más adelante acecha a todos los
seres humanos, a la espera de una oportunidad para echar a perder cualquier
posibilidad de tener éxito. La mayoría andamos por la vida como unos fracasados
porque estamos esperando el momento ideal para empezar a hacer algo
que merezca la pena.
No hay que esperar. El momento nunca será el mejor.
Debemos empezar donde estemos y trabajar con las herramientas que tengamos a
nuestra disposición, y a medida que avancemos hallaremos mejores instrumentos».
No hay nada peor que la indecisión permanente. No hay nada
peor que esperar a que se despejen todas las incógnitas de la ecuación. El
inmovilismo siempre es aliado de la mediocridad.
La materia prima de la que
está hecha la vida es el tiempo, porque cada hora que pasa ya no vuelve, o se
aprovecha o se desaprovecha; cada hora no utilizada a nuestro favor se pierde.
Las semanas en meses; los meses en años, y cuando te quieras
dar cuenta,
Tu vida habrá terminado».
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