viernes, 19 de enero de 2018

No Lo Dejes Para Mañana


Escuché una vez este comentario:

«Una vez le pregunté a mi madre cómo decidió tener su primer hijo, el pequeño yo. Su respuesta fue sencilla: ‘Era algo que queríamos y decidimos que no tenía sentido retrasarlo. Nunca es buen momento para tener un bebé’. ¿Estás esperando un buen momento para dejar tu trabajo? Las estrellas nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán en verde todos al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán ideales
.
Algún día es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Si algo es importante para ti y quieres hacerlo, hazlo y corrige el rumbo mientras caminas». 

Sí, nos aterra que las cosas vayan mal, porque ya se sabe que del árbol caído todo el mundo hace leña. Lo siento, no hay alternativa: las cosas te irán mal a veces. 

Los hemos dicho muchas veces: el fracaso no es lo contrario al éxito; el fracaso forma parte del proceso del éxito. El precio del éxito es el precio del aprendizaje y el precio del aprendizaje es el precio del error. Así lo expresaba Zig Ziglar: «El fracaso es un evento nunca una persona». El fracaso es NO intentarlo; el fracaso es NO perseverar; el fracaso es NO aprender...

Continuamente aplazamos nuestras decisiones en búsqueda de la opción perfecta, aquella que no pueda ir mal y que no pueda ser criticada, en la que todo marche según un plan perfectamente estructurado y ordenado. Pero eso es un brindis al sol. Todo es criticable porque cada persona ve la vida desde su atalaya. El propio Napoleón Hill en su obra recoge las 30 principales causas de fracaso de las personas y señala como una de las principales el aplazamiento:

«El aplazamiento es una de las causas más comunes del fracaso. La tendencia a dejar siempre todo para más adelante acecha a todos los seres humanos, a la espera de una oportunidad para echar a perder cualquier posibilidad de tener éxito. La mayoría andamos por la vida como unos fracasados porque estamos esperando el momento ideal para empezar a hacer algo que merezca la pena. 

No hay que esperar. El momento nunca será el mejor. Debemos empezar donde estemos y trabajar con las herramientas que tengamos a nuestra disposición, y a medida que avancemos hallaremos mejores instrumentos».

No hay nada peor que la indecisión permanente. No hay nada peor que esperar a que se despejen todas las incógnitas de la ecuación. El inmovilismo siempre es aliado de la mediocridad. 

La materia prima de la que está hecha la vida es el tiempo, porque cada hora que pasa ya no vuelve, o se aprovecha o se desaprovecha; cada hora no utilizada a nuestro favor se pierde. 

«Si no actúas sobre la vida, la vida actuará sobre ti: los días se convertirán en semanas;
Las semanas en meses; los meses en años, y cuando te quieras dar cuenta, 

Tu vida habrá terminado».

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