Los humanos del siglo XXI nos
encontramos inmersos en un mundo de cambios permanentes. El auge de las nuevas
tecnologías y la inevitable globalización desafían nuestra salud mental
constantemente.
El estrés y los trastornos de ansiedad alcanzan niveles epidémicos.
Vivimos más tiempo, pero a mucha más velocidad, y es fácil que con ese ritmo
frenético nos quedemos sin aliento.
El impacto de la revolución
digital está presente en casi todo lo que nos rodea. La evolución humana se ha
acelerado de tal forma que los procesos que antes duraban siglos ahora se
desarrollan en pocos años. La velocidad con la que las cosas cambian en la
actualidad continuará a toda máquina, y es de esperar que sus efectos sean más
sentidos y profundos.
Se puede decir que la revolución de la ciencia y la tecnología, y su influencia en nuestras vidas, está apenas comenzando. Los humanos del siglo XXI tendemos a quedarnos atrapados en la urgencia de todo lo que hemos de realizar, atrapados en nuestras cabezas, perdiendo de vista aquello que es ciertamente importante.
A los humanos del siglo XXI nos resulta muy fácil caer en un estado de tensión crónica, estrés y ansiedad, viviendo en “piloto automático”, sin estar presentes en el presente.
La capacidad de concentrarnos y sostener la atención es cada vez más difícil de conseguir. Distraídos con el correo electrónico, el mensaje que acaba de llegar al celular, las malas noticias en la televisión, las demandas del trabajo y la familia, es fácil sentirse abrumado, estresado y perderse del extraordinario “regalo” de estar vivo.
Se puede decir que la revolución de la ciencia y la tecnología, y su influencia en nuestras vidas, está apenas comenzando. Los humanos del siglo XXI tendemos a quedarnos atrapados en la urgencia de todo lo que hemos de realizar, atrapados en nuestras cabezas, perdiendo de vista aquello que es ciertamente importante.
A los humanos del siglo XXI nos resulta muy fácil caer en un estado de tensión crónica, estrés y ansiedad, viviendo en “piloto automático”, sin estar presentes en el presente.
La capacidad de concentrarnos y sostener la atención es cada vez más difícil de conseguir. Distraídos con el correo electrónico, el mensaje que acaba de llegar al celular, las malas noticias en la televisión, las demandas del trabajo y la familia, es fácil sentirse abrumado, estresado y perderse del extraordinario “regalo” de estar vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario