Disposición
psicofísica innata, heredada, que incita al sujeto a actuar de una determinada
forma frente a un estímulo o un objeto.
Toda conducta
instintiva, en el reino animal, debe reunir, al menos, las siguientes
características:
1. Ser innata: Es
decir, no precisar de un aprendizaje previo.
2. Ser fijada: Esto
es, tener lugar siguiendo unas pautas de comportamiento invariables y fijas.
3. Ser específica:
Que ocurre siempre ante determinados estímulos internos o externos.
4. Tener un sentido
de supervivencia para el sujeto o sus allegados.
La conducta animal
se desarrolla básicamente en función de los instintos, de forma automática y
sin que el sujeto tenga conciencia de ello.
En la conducta
humana persisten un gran número de patrones instintivos, aunque, por su
capacidad de racionalización, gran parte de la vida instintiva del ser humano
ha sufrido un proceso de complejidad, mezclándose auténticos instintos con
conductas voluntarias.
Generalmente, en el
ser humano el impulso instintivo pasa por el «filtro» de la razón, por lo que,
voluntariamente, es capaz de modificar, anular o reprimir la conducta
instintiva. Esto es fácil de observar si comparamos la actitud de un niño
pequeño con la de un adulto: el primero se moverá siguiendo únicamente sus
apetencias, sin control, mientras que el segundo valorará sí es o no el momento
adecuado para satisfacerlas. Pero este control es fruto de un aprendizaje y una
educación que, en cierto modo, regulan los instintos. Es decir, se aprende a
controlar los instintos, pero no la conducta instintiva en sí, que es innata.
Según la
complejidad y desarrollo intelectual del ser humano, podemos clasificar los
instintos de la siguiente manera:
A) Instintos
vitales. Son los más primarios y comunes entre seres humanos y animales. Tienen
por finalidad la conservación de la existencia del sujeto, de su familia o de
su especie. Son los llamados instintos de supervivencia, que velan por el
sustento y mantenimiento de la vida, al igual que evitan la destrucción o la
muerte.
Entre ellos
destacan:
1. Instinto de
nutrición, que determina una serie de pautas de comportamiento dirigidas a la
obtención de alimento y agua. Se pone en marcha por el estímulo interno del
hambre o la sed, y en función de las necesidades corporales. Según el
desarrollo en la escala evolutiva del animal, la conducta nutritiva será
proporcionalmente más compleja: desde un simple acercamiento a la comida (como
ocurre con el gusano) a la más compleja técnica de caza de una manada de lobos.
2. Instinto sexual,
que está encaminado a la conservación de la especie. Impulsa, por la atracción
erótica, el acoplamiento entre ambos géneros, con fines procreativos.
3. Instinto de
lucha y huida, dirigidos a la protección de la integridad física frente a la
agresión externa.
4. Instinto de
guarida y búsqueda de calor, cuyo fin es protegerse de las inclemencias
climáticas. Clara manifestación de este instinto son las migraciones de las
aves.
B) Instintos de
placer. Son un poco más complejos y selectivos que los anteriores. Son ya más
típicos del ser humano, aunque algunos animales, los más evolucionados, pueden
poseerlos también en sus patrones de conducta. Tienen como finalidad el
proporcionar placer y aumentar el bienestar individual.
Generalmente,
consisten en una selección y refinamiento de los instintos vitales.
Así, en la
nutrición, el ser humano elige determinados alimentos buscando más el placer
que satisfacer su apetito. Igualmente, al beber, incluye los néctares como
complemento del agua para aliviar la sed. No se conforma con un refugio, sino
que busca comodidades en su hogar. La sexualidad llega a desligarse de los
fines procreativos para encaminarse hacia la relación placentera. E incluso
añade consumos superfluos e innecesarios, como el tabaco, el alcohol y las
drogas, con el único fin de estimular sus sentidos.
C) Instintos
sociales. Incitan al individuo a la formación de colectividades y a situarse
dentro de las mismas con un cierto rango. Entre los instintos sociales
destacan: la necesidad de compañía, de prestigio, de poder y de propiedad.
D) Instintos
culturales. Más propios del ser humano culto y civilizado. Entre ellos
destacamos la «ambición» de saber, las inclinaciones artísticas, la
investigación, las tendencias filosóficas y religiosas, etc.
Así, si en los
animales los instintos constituyen el motor de su vida, en el ser humano éstos
pasan a un segundo plano, situándose tras los actos voluntarios y conscientes.
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