Del hecho histórico de la diversidad, emana el valor del
respeto a la alteridad, y la negación de la violencia hacia el otro, no su
exclusión del plexo socio-natural de la vida, esto es, del bien común
originario que enlaza a todos los seres humanos.
En la propuesta de “tratar igualitariamente a los desiguales
y de modo diverso a los diversos” (Bobbio, 2001: 148) como vía para evitar la
discriminación y la persecución, además de mostrar el lazo que une a los seres
humanos, se advierte lo que es excluido en las sociedades inclusivas: tratar
igual lo diverso, o diverso lo igual.
Expresado en términos de la norma zapatista, esto significa
que, una sociedad en la que quepan todos los seres humanos es, precisa e
ineludiblemente, la misma sociedad en la que no todo quepa: una
sociedad limitada. Para empezar, no puede caber, precisamente, aquello que
impida que todos quepan (relaciones de discriminación, exclusión y dominio, por
ejemplo). Este límite constituyente del plexo valorativo, será por lo tanto, el
conjunto de condiciones que tornan posible la sociedad en la que todos quepan,
es decir, en la que inicialmente ninguno sea exterminado, luego acogido y
finalmente incorporado: el fundamento de las sociedades inclusivas que
establece el límite de lo excluido.
Obsérvese que el criterio reside en que todos y todas
quepan, no en que quepa de todo. No se establece, evidentemente, que todas
las instituciones tienen cabida sino todo lo contrario. Si el criterio es que
“quepan todos”, consecuentemente, ahí mismo está establecido que no todas las
instituciones tendrán cabida como legítimas. A partir de este mismo criterio,
la licitud de cada institución será juzgada a partir de su capacidad para
producir humanidad. Sólo tendrán cabida las instituciones que incluyen a los
otros como seres humanos de manera tal que todos sean sujetos. La pretensión
zapatista es por dar cabida, por incluir a “todos” los seres humanos. Esto
significa una sociedad cuyas relaciones sociales -cualesquiera que sean- sólo
tiene establecido como requisito que debe cimentarse sobre relaciones que den
cabida a todos los seres humanos, esto es, universalmente.
Del hecho histórico de la diversidad, emana el valor
del respeto a la alteridad, y la negación de la violencia hacia el otro, no su
exclusión del plexo socio-natural de la vida, esto es, del bien común
originario que enlaza a todos los seres humanos.
En la propuesta de “tratar igualitariamente a los desiguales
y de modo diverso a los diversos” (Bobbio, 2001: 148) como vía para evitar la
discriminación y la persecución, además de mostrar el lazo que une a los seres
humanos, se advierte lo que es excluido en las sociedades inclusivas: tratar
igual lo diverso, o diverso lo igual.
Expresado en términos de la norma zapatista, esto significa
que, una sociedad en la que quepan todos los seres humanos es, precisa e
ineludiblemente, la misma sociedad en la que no todo quepa: una
sociedad limitada. Para empezar, no puede caber, precisamente, aquello que
impida que todos quepan (relaciones de discriminación, exclusión y dominio, por
ejemplo). Este límite constituyente del plexo valorativo, será por lo tanto, el
conjunto de condiciones que tornan posible la sociedad en la que todos quepan,
es decir, en la que inicialmente ninguno sea exterminado, luego acogido y
finalmente incorporado: el fundamento de las sociedades inclusivas que
establece el límite de lo excluido.
Obsérvese que el criterio reside en que todos y todas
quepan, no en que quepa de todo. No se establece, evidentemente, que todas
las instituciones tienen cabida sino todo lo contrario. Si el criterio es que
“quepan todos”, consecuentemente, ahí mismo está establecido que no todas las
instituciones tendrán cabida como legítimas. A partir de este mismo criterio,
la licitud de cada institución será juzgada a partir de su capacidad para
producir humanidad. Sólo tendrán cabida las instituciones que incluyen a los
otros como seres humanos de manera tal que todos sean sujetos. La pretensión
zapatista es por dar cabida, por incluir a “todos” los seres humanos. Esto
significa una sociedad cuyas relaciones sociales -cualesquiera que sean- sólo
tiene establecido como requisito que debe cimentarse sobre relaciones que den
cabida a todos los seres humanos, esto es, universalmente.