Cuando observamos los acontecimientos que a
diario nos sobresaltan y nos hacen pensar en la inseguridad que nos rodea y que
se manifiesta como si fuesen fieras en acecho dispuestas a dar su sorpresivo
zarpazo golpeándonos donde más nos duela
destruyendo familias, parientes, amigos, tan cercanos como lo pueda ser
nuestra propia casa o la casa del vecino.
En realidad esas temidas fieras que
mencionamos, esa inseguridad que tanto nos alarma provienen de una misma
fuente, la absoluta falta de moderación que
ha tomado cuenta de casi todas las manifestaciones sociales, nos estamos
acostumbrando a caminar por el borde de la cornisa, ahora las normas básicas de
convivencia social forman parte del “patrimonio arcaico” que alguna vez nos han
regido, ahora son piezas de un museo
como lo pueden ser las señales de tránsito, los signos de pare en las esquinas,
la autorización a menores a los locales nocturnos o la prohibición de venta de
bebidas alcohólicas.
“La persona que vive con excesos difícilmente
triunfe en aquello que se propone porque el exceso siempre desvía, paraliza, y
no le permite al individuo actuar con claridad y en orden a cumplir sus
propósitos.
Los excesos siempre serán malos y por ello es que hay que evitarlos de plano.
Pensemos en un individuo que bebe alcohol en exceso, esa tendencia no solamente le complicará su vida laboral, ya que a la persona alcohólica le cuesta cumplir con horarios, suele perder la noción del tiempo, la atención, entre otros, sino que también le traerá serios problemas en su vida personal, no pudiendo por ejemplo mantener una relación sentimental duradera, será propenso a caer en peleas y discusiones, y ni hablar de los problemas de salud que puede acarrearle una dependencia excesiva al alcohol.
Entre las enfermedades más comunes vinculadas al alcoholismo se cuentan: cirrosis, anemia, cáncer, dolencias cardiovasculares y hasta demencia porque el mismo causa una progresiva pérdida de las facultades mentales, obviamente cuando se bebe con mucho exceso.”
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Los excesos siempre serán malos y por ello es que hay que evitarlos de plano.
Pensemos en un individuo que bebe alcohol en exceso, esa tendencia no solamente le complicará su vida laboral, ya que a la persona alcohólica le cuesta cumplir con horarios, suele perder la noción del tiempo, la atención, entre otros, sino que también le traerá serios problemas en su vida personal, no pudiendo por ejemplo mantener una relación sentimental duradera, será propenso a caer en peleas y discusiones, y ni hablar de los problemas de salud que puede acarrearle una dependencia excesiva al alcohol.
Entre las enfermedades más comunes vinculadas al alcoholismo se cuentan: cirrosis, anemia, cáncer, dolencias cardiovasculares y hasta demencia porque el mismo causa una progresiva pérdida de las facultades mentales, obviamente cuando se bebe con mucho exceso.”
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