Deja de culpar al pasado por lo que te sucede en el presente.
Y si realmente eres incapaz de superarlo, busca ayuda profesional y verás que
ningún complejo o trauma es insuperable. Quizá algunos sean más difíciles de
resolver, pero con el tiempo, y la ayuda necesaria, todos somos capaces de
superar los problemas del ayer que nos afectan.
Muchas veces, lo que te ata al pasado te causa mucho dolor y te
paraliza, no te permite ubicarte en el presente. Si durante tu infancia no
se cansaban de repetirte que eras “gordo/a”, o “tonto/a”, o “inútil” (o
cualquier otro adjetivo con el ánimo de descalificarte), es seguro que eso lo
tienes grabado y te hace pensar que es natural que seas así, aunque no te
agrade ahora que eres adulto/a. Pero eso no quiere decir que debas
mantener esa creencia por el resto de tu vida. Tú puedes cambiar si te lo propones.
Madurar, crecer y cambiar
El proceso de adultez conlleva madurar, crecer y cambiar. Tu etapa
como adulto/a no debe ser negativa solo porque tu infancia lo fue. Cambiar
las etiquetas que cargamos puede costar mucho trabajo, pero a la larga, el
pensamiento positivo lleva a un cambio proactivo y este hace crecer
el amor propio y la aceptación.
Aunque mucha gente recuerda su infancia como una de las mejores etapas
de su vida, otros, lamentablemente, la recuerdan como una desgracia. Eso ya no
se puede cambiar, pero al madurar, uno mismo es quien tiene las
herramientas para construir y reconstruir su vida, porque ya no depende de
nadie para crear su propio presente. Uno mismo lo
crea. Eso significa dejar las malas experiencias en el pasado y hacerse
responsable de uno mismo.
También hay personas que se escudan en el pasado, no porque
necesariamente haya sido tan malo, sino porque no encuentran el coraje para
cambiar y asumir su responsabilidad como adultos.
Los miedos no son insuperables, aunque siempre es más fácil decir que
así fuiste educado/a de pequeño/a que enfrentar tu incapacidad o ignorancia.
Solo recuerda que nadie podrá moverte de tu zona de confort más que tus propias
acciones.
A veces el mismo miedo es motivador, solo es cuestión de que
tú te lo propongas.
Superar los obstáculos que te frenan para seguir adelante es algo que
podría determinar tu existencia y nada es más cierto que esta afirmación: solo
tú eres dueño de tu propio destino.
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