engaños en los que se propone un argumento que
parece correcto pero que en realidad engaña a las personas y les lleva a
ciertas conclusiones infundadas.
En ellas no necesariamente se parte de premisas
falsas o se propone una conclusión falsa, pues su característica principal
consiste en la forma incorrecta de razonar. En una falacia se quiere hacer
pasar por verdadero algo sin realmente probarlo. En efecto, puede aparentemente
demostrarse una cierta conclusión de forma incorrecta, independientemente de
que la conclusión sea verdadera o falsa.
Por ejemplo, se nos dice o hace creer que un
determinado efecto es debido a cierta causa por el simple hecho de que primero
se dio la presunta causa y luego el supuesto efecto: ya que fulano hizo el
baile de la lluvia y después llovió, la causa de la lluvia es el baile.
En otro caso puede ser que la conclusión sea
verdad, por ejemplo si alguien se come un antojito callejero y después se
enferma del estómago; aquí puede ser que el antojito sea la causa, pero no es
suficiente que se lo haya comido primero para saber si de veras es la causa del
malestar.
Existen varios tipos de falacias y se suelen usar a
menudo en el mundo y en la cultura en que vivimos. Diariamente se recurre a las
falacias en la publicidad de los productos que nos ofrece el mercado y se nos
bombardea con falacias para hacernos comprar lo que los comerciantes desean.
Al menos creo que existe una cierta conciencia
entre la gente de que ciertos vendedores suelen "enredar" a los
posibles clientes. Mucho más serio es el problema del uso de las falacias en el
campo social y político. Esto se agudiza en los tiempos de las campañas, porque
los candidatos y sus partidos tratan de ganar a como dé lugar el voto de los
ciudadanos y cómo "en la guerra y el amor todo se vale" emplean todos
los medios, incluso el de hacer pasar por correctos razonamientos erróneos que
llevan a las conclusiones que les favorecen en orden a la adquisición del
poder.
Lo anterior nos conduce, por una parte, a la
necesidad de que los ciudadanos seamos capaces de evaluar con lógica los
argumentos que se nos proponen y ello significa que mientras mejor educación
tenga la población mejor serán las posibilidades de una adecuada valoración de
tales argumentos. Por otro lado, puede verse también la grave responsabilidad
ética de actores, quienes deben sentirse obligados a presentar en forma
correcta y verdadera cuanto proponen a la ciudadanía.
En ellas no necesariamente se parte de premisas
falsas o se propone una conclusión falsa, pues su característica principal
consiste en la forma incorrecta de razonar. En una falacia se quiere hacer
pasar por verdadero algo sin realmente probarlo.
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