Una mala compañera llamada ansiedad nos lleva a ansiar que todo suceda
rápidamente, por arte de magia y que en un abrir y cerrar de ojos todo
funcione.
El ímpetu de los comienzos es apasionante, pero en esa fuerza corremos
el riesgo de atropellarnos. Las metas necesitan de dos patas inseparables: objetivos
claros y paciencia.
Cumplir un sueño, está más lejos del cuento de hadas y más cerca de la
realidad del sacrificio. En una época signada por la cultura de lo instantáneo,
creemos que es posible lograr metas a corto plazo, pero generalmente sucede
bastante poco.
El peligro de tener una visión exitista y rápida, es que la
tolerancia a la frustración será escasa. Entonces, apenas nos atraviese el
mínimo problema se tenderá al abandono de los objetivos y aquel sueño que
proyectamos corre el riesgo de quedar sólo como un mal recuerdo.
No es un mal de unos pocos. La escasa proyección a planes de largo
plazo, es el mal de la época. Para pensar en la cultura del trabajo debemos
remontarnos a aquellos inmigrantes de principios del siglo XX que comenzaron su
trayectoria laboral como obreros o trabajadores incansables y de a poco, con
sacrificio extremo y dedicación plena iniciaron su camino hasta lograr una
estabilidad.
Entonces, no debería separarse el contexto de la tendencia. Sin dudas,
muchos valores e instituciones están en crisis y por lo tanto, no es casual que
los proyectos, las metas o los sueños quieran lograrse de un día para el otro,
sin tener en cuenta la búsqueda, el camino, los aciertos y los fracasos que
implica poder obtener alguna aspiración.
Uno de ellos es el compromiso. La responsabilidad como parámetro es
fundamental para lograr una meta: ser coherente entre lo que se dice y se hace
con uno mismo y con las personas involucradas; ser ordenado en los objetivos y
que el principal involucrado en la meta demuestre su esfuerzo trabajando igual
o más que sus compañeros.
Otro valor fundamental es el sacrificio. Todos podemos ser creadores o
tener excelentes ideas, pero el arte más admirable es llevarlas a cabo ¿Cuántos
creyeron ser los ideólogos de enormes sueños pero ante el gran trabajo que
conllevan quedaron en palabras? Es que ser creativo es sólo una parte de
la tarea. El 90 por ciento de un sueño se basa en lo que hacemos por él y no en
lo que decimos del mismo.
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