Doble moral que se caracteriza por ser bondadosa cuando se requiera
(conveniencia), pero participa de actos denigrantes sin que otros se den cuenta
de ello, por otra parte.
De manera que, una persona íntegra responde a sus valores adquiridos, a
sus convicciones más profundas, orientadas siempre hacia el bien y la
construcción de la familia y la sociedad donde participa. La integridad es
cierta evidencia de excelencia en el comportamiento integral de la persona.
Continuamente creamos nuestra realidad a través de las elecciones que
hacemos, momento a momento -creando y manteniendo la armonía al seguir nuestra
conciencia y actuar por el bien más elevado.
Estamos siendo valientes cuando vivimos de acuerdo a nuestra conciencia
cuando sería fácil esconder de los otros que no estamos siguiendo nuestra
conciencia. Es más cómodo deslizarse hacia abajo por la colina de la vida,
manteniendo o divagando en nuestro estado de conciencia actual, que seguir las
escaladas algunas veces duras del camino de lo que sabemos es correcto.
La recompensa de enriquecer continuamente nuestra integridad personal es
que nos volvemos más conscientes de nuestra naturaleza armónica, de nuestra
“chispa” divina.
Al vivir con integridad personal los demás se dan cuenta que pueden confiar
en nosotros -nos convertimos en un amigo digno de confianza- un valor para
nuestra familia del mundo.
Cuando integramos personalmente nuestra conciencia más elevada en
nuestra vida diaria, en nuestras acciones cotidianas, tenemos mayor capacidad
para disfrutar la felicidad y la armonía.
Los griegos eran expertos en hacer figuras en mármol. Muchas veces al
estar trabajando el mármol descubrían grietas en él, la cual, naturalmente, le
quitaba valor a la obra. Algunos, entonces, cubrían esas grietas con una cera
especial; la pulían y quedaba aparentemente perfecta, pero cuando la figura era
expuesta al calor del sol la cera se derretía y quedaba descubierto el
engaño.
Por eso, era común encontrar, donde vendían esas piezas de mármol, un
letrero que decía: “Se venden figuras en mármol puro; sin cera.” De ahí, viene
nuestra palabra en español sincera/o.
Eso es lo que significa integridad: sin grietas.
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