El filósofo y economista Karl Marx ya lo anunció en el siglo XIX: “el
trabajo dignifica al hombre”. Una frase que no puede tener más vigencia. Aunque
quizás, eso sí, “el trabajo dignifica a las personas”, suene mejor
en la actual coyuntura.
A día de hoy el trabajo se ha convertido en el principal factor de
inclusión social y debe estar al alcance de TODOS, sin ningún
tipo de discriminación por razón de sexo, edad, discapacidad… Sobran los
motivos para argumentarlo y quizás pueden parecer obvios, pero conviene
recordarlos brevemente.
Por qué el empleo dignifica a las personas
1)- Porque nos diferencia de otros seres vivos. El
desempeño de una labor cotidiana y remunerada es patrimonio exclusivo de la
humanidad. A diferencia de otros seres vivos, las personas podemos modificar
nuestra esencia, nuestra rutina y/o nuestra conducta con la realización de una
actividad libre y constante. Cuando trabajamos, por tanto, nos sentimos parte
activa de la sociedad de la que formamos parte.
2).-Porque es fuente de motivación y las personas no funcionamos sin
ella. El trabajo no es sólo el entorno donde pasamos un tercio de nuestro día,
sino que es motor de motivación; una motivación que todos necesitamos para ser
felices. Sin motivación no hay acción y sin acción nos sentimos inertes.
3)- Porque nos brinda los mayores momentos de autoestima. Es
en el trabajo donde alcanzamos los mayores picos de realización personal.
Comprobamos que, gracias a nuestros conocimientos o experiencia, podemos
realizar una labor útil y remunerada. Esta remuneración nos permite, a su
vez, mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros seres queridos.
Todo ello hace que nos sintamos socialmente reconocidos y valorados.
Autoestima, en definitiva.
4)- Porque previene patologías mentales. Trabajar exige una rutina,
una planificación y una constancia. Mantener la mente ocupada con los
quehaceres del trabajo permite que aparquemos, aunque sea
momentáneamente, preocupaciones y quebraderos de cabeza. Así, focalizando
nuestra atención en las tareas rutinarias (o no) del trabajo, mantenemos una
equilibrada salud emocional y prevenimos trastornos como la depresión.
También previene de circunstancias indeseables como la violencia de
género.
5).-Porque normaliza y combate la exclusión, equiparando a las
personas, más allá de cualquier diferencia. Cuando atravesamos una
situación difícil, discriminatoria o de especial vulnerabilidad, el empleo
aporta equilibrio para normalizar nuestra vida, consiguiendo que esas
aparentes desventajas o limitaciones queden sepultadas bajo el desempeño de una
actividad productiva y remunerada, que nos equipara a cualquier
otra persona y demuestra nuestro talento, por encima de cualquier circunstancia
que pueda estigmatizarnos.
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