Puede parecer extraño, pero en cierta forma somos
insensibles con nosotros mismos, pues generalmente no advertimos el rumbo que
le estamos dando a nuestra vida: pensamos poco en cambiar nuestros hábitos para
bien; casi nunca hacemos propósitos de mejora personal o profesional;
fácilmente nos dejamos llevar por el ambiente de los amigos o del trabajo sin
poner objeción alguna; trabajamos sin orden y desmedidamente; dedicamos mucho
tiempo a la diversión personal. Dejarse llevar por lo más fácil y cómodo es la
muestra más clara de insensibilidad hacia todo lo que afecta nuestra vida. Actúe con
sensibilidad, preocúpese también por usted.
En todas partes se habla de los problemas sociales,
corrupción, inseguridad, vicios, etc. y es algo tan cotidiano que ya forma
parte de nuestra vida, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones
y actúen para solucionarlos. La sensibilidad nos hace ser más previsores y
participativos, pues no es correcto contemplar el mal creyendo que somos
inmunes. Lo que pasa en cualquier espacio del mundo debe ser objeto de
preocupación para cualquiera. Siempre debemos vernos en el espejo de los otros.
La sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo
aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y
social nuestro y de los demás.
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