“Si vives sin un gran objetivo, no tienes una filosofía de vida
coherente. ¿Y por qué es importante tener una filosofía tal? Porque si no la
tienes, corres el riesgo de malvivir –de que, a pesar de todo lo que hagas, a
pesar de todas las cosas placenteras de las que disfrutes, acabes viviendo una
mala vida.”
Las palabras de William me hicieron reflexionar. Llevaba varios días
dándole vueltas a cuál va a ser el siguiente paso en mi viaje, y la idea de “un
gran objetivo vital” me hizo detenerme. Al fin y al cabo, tenía sentido empezar
clarificando ese gran objetivo para poder alinear el resto de mis planes con
él.
Saqué un cuaderno, un bolígrafo y me puse a pensar.
Empecé descartando el vivir para ganar dinero o para acumular cualquier
tipo de riqueza material. Sencillamente, no le veo el sentido a dedicar mi vida
a algo así sabiendo que al morir lo voy a perder todo. Además, millonarios como
Bill Gates o Warren Buffett, que ya han logrado ese objetivo, ahora se dedican
por completo a la filantropía, lo que deja claro que el dinero no es un buen
objetivo vital.
El siguiente “gran objetivo” que consideré fue la felicidad. ¿Era una
buena idea dedicar mi vida a ser feliz? Cuando me puse a pensar en esto, me di
cuenta de que no tenía muy claro qué era exactamente la felicidad. Sentía que
el concepto de felicidad englobaba muchas emociones positivas, pero que unas
eran muy diferentes de otras. Por ejemplo, soy feliz cuando me como un helado
(placer físico) o cuando completo un proyecto importante para mí
(satisfacción).
En ambos casos siento felicidad, pero son dos tipos de felicidad muy
diferentes.
Con la intención de resolver mis dudas, me puse a investigar más sobre
el tema, y así es como encontré esta charla TED de Daniel
Kahneman que me aclaró muchas cosas sobre cómo vivir la vida alineado
a una filosofía que encajara conmigo al 100%.
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