sábado, 22 de agosto de 2020

Habilidades

¿Crees que no tienes ningún talento? Estás muy equivocado. Sin conocernos, puedo asegurarte, insisto, que si piensas que no tienes ningún talento estás muy equivocado. No hay nadie, escúchame bien, nadie en el mundo que no tenga ninguna virtud. ¿Conoces a alguien que no la tenga?

Cualquier persona que podamos imaginar, por muy desagradable que nos parezca, desde el indigente más holgazán hasta el dirigente más engreído, desde el asesino más perverso hasta el ermitaño más huraño, todos tienen alguna virtud. 

Quizás tenga paciencia, quizás tenga don de palabra, quizás tenga inteligencia, quizás sea un superviviente nato. Todos tienen su virtud. ¿Por qué ibas a ser tú diferente? ¿Crees que lo eres? (sigue leyendo...)

No, no eres diferente. Tú también tienes tus virtudes. Igual que yo. Igual que todos. Todo el mundo tiene virtudes, todas las personas tienen talentos. Si tú crees que no los tienes, entonces es que no has buscado lo suficiente. ¿Has mirado dentro de tí? ¿Has mirado a tu alrededor? ¿Has preguntado a los que te rodean?

Debes analizar todas las cosas que haces a lo largo del día. ¿Qué haces bien? ¿En qué eres bueno? ¿Qué se te da bien? No lo dudes, puedes encontrar tus virtudes en tu interior. Aprende a sacar lo mejor de tí mismo, encuentra tus virtudes, se consciente de tu talentos.

Cada persona somos una fuente inagotable de ideas. Sólo tenemos que aprender a sacar esas ideas. No digas que tú no las tienes. No digas qué no tienes ninguna virtud, te estarías engañando. No digas que no tienes ninguna virtud, te estarías ocultando la realidad. No dejes que el pesimismo te confunda.

Repítete a tí mismo: "Yo soy bueno esto", "Se me da bien aquello", "Soy el mejor en lo otro". Repasa a menudo tus virtudes. Encuéntralas y repásalas.

A continuación te dejo una serie de consejos que puedes seguir para ser más consciente de cuales son tus  talentos y tus virtudes


Durante el día observa qué cosas haces bien. Fíjate en que estabas haciendo cada vez que alguien te diga "Gracias". Anota que cosas han tenido el resultado que esperabas..

Durante la noche repasa mentalmente el día anterior. ¿Qué has hecho bien en ese día? ¿De qué te sientes orgulloso? 

Lleva siempre una agenda o libreta de bolsillo en la que apuntar tus logros. 

Escribe todos tus éxitos de la semana, aunque ya estén repetidos (volver a escribirlos te ayudará a fijarlos en tu mente). Al final de la semana pasa esas anotaciones a un libro, de forma ordenada y clasificada. Subraya o marca con X cada vez que se repita una idea, un éxito.

Pregunta a las personas cercanas abiertamente. Consúltales las cosas que más les gustan de ti, en qué eres bueno, que tipo de asuntos te confiarían. Diles que te digan sincera y abiertamente que es lo que les gusta de ti y en qué tipo de actividades creen que podrías destacar.

Observa atentamente que tipo de favores te suele pedir la gente, que tipo de tareas te suelen encargar. Eso te dará una idea de en qué tipo de actividades te ven más preparados los demás.

Fíate de tus gustos, céntrate en las actividades que más te gusten pues es en las que más fácilmente podrás destacar. Todos tendemos a hacer mejor las cosas cuando las hacemos a gusto.

Una vez que tengas claro en que eres bueno, escríbelo, repásalo, métetelo en la cabeza. Deja notas por todas partes recordándotelo. No tengas miedo de repetírtelo. "Soy bueno en tal cosa o en aquel aspecto".

Y por supuesto CRÉETELO

viernes, 21 de agosto de 2020

Superarnos


Es una acción que requiere inmediatez, planeación, esfuerzo y trabajo permanente. Por lo que simplemente el tiempo, el deseo y la propia estimulación, no llegan a un buen puerto.

Las aspiraciones que habitualmente tenemos en la vida, tienen su centro en aquellas oportunidades, su provecho y la obtención de los frutos deseados. Por lo tanto, podríamos decir que la superación es aquel valor que nos motiva a perfeccionarnos, ya sea desde lo humano, espiritual, profesional, económico. Por lo cual debemos vencer todos aquellos problemas que se nos presenten. Para ello, desarrollaremos la capacidad de lograr cada objetivo propuesto. Es decir, que la verdadera solución no tiene cantidad, sino por el contrario, calidad.

Los seres humanos tenemos que saber que poseemos un deseo innato: la superación. Pero a veces, nos paralizamos. ¿Por qué? Diríamos que el principal freno es nuestra persona, ya que muchas veces los temores más profundos, nos paralizan y actuamos como simples conformistas.

Usualmente, nos encontramos con personas que hablan permanentemente de sus planes y del nuevo rumbo que iniciarán en sus vidas, pero finalmente todo se desvanece, y quedan en palabras y deseos, replicando los contratiempos no previstos, los cuales obstaculizaron sus objetivos. Ello demuestra lo que mencionábamos anteriormente, y es que la superación no se logra con tiempo, sino con acciones inmediatas y cargadas de esfuerzo y arduo trabajo.

El gran cambio lleno de beneficios materiales, no concuerda con la superación. La capacidad de plantearnos nuevos retos, disponernos a enfrentar y resolver dificultades, es temida por las personas, ya que el tiempo y permanencia en un determinado lugar, nos asegura estabilidad y seguridad.

Justamente, la manera más fácil de medir el progreso, es la acumulación de recursos económicos y materiales tan necesarios. El problema es que siempre encauzamos la superación hacia ese punto. El hecho aquí, es que existen otros aspectos fundamentales que debe tener en cuenta cualquier persona.

Por ejemplo, como manejamos nuestros hábitos y costumbres (ya sea desde el cuidado de cosas ajenas y personas, a la amabilidad con que nos dirigimos hacia otros). Además como nos desenvolvemos en el ámbito laboral. Si somos padres analizar que tiempo le dedicamos a nuestros hijos y la labor que estamos haciendo en la formación de nuestra familia. Y además ver nuestra cercanía al ámbito espiritual, ya que es muy frecuente que quede descuidado, sin embargo es un espacio que ofrece muchas posibilidades para el conocimiento de valores, preceptos y sacramentos.

Como mencionábamos anteriormente, en los bienes materiales no encontramos la superación; sino por el contrario, está en nosotros mismos. Ahora bien, tampoco importa la edad en el que uno se dispone a superarse, porque renunciar a mejorar, se asemeja a una vida sin falta de aspiraciones, es decir, solamente a conformarse.

El desánimo, es uno de los aspectos en donde fácilmente podemos caer, pero recordemos las posibilidades de superación son innumerables. Para iniciarse en este camino, elabore un pequeño plan de manera ordenada y trate de ponerlo en práctica consistentemente. Verá que los resultados pueden llegar a ser los soñados.

Como sabemos, nada es fácil en esta vida. Existen y siempre existirán obstáculos, pero justamente la superación consiste en afrontarlos y sacar de ellos nuevas experiencias. 

La perseverancia y la paciencia son dos valores fundamentales para llegar a la meta y a la cima de todos nuestros objetivos.


Razón Y Discernimiento


“La razón es una y común para todos los hombres, como decía Heráclito, y el único vínculo que
nos puede unir realmente cuando nos mueve el amor a la verdad. Confío absolutamente en que cada vez que se den esas condiciones, la amistad filosófica surja con la misma naturalidad que del sol mana la luz.

Creo que estudiar en la Universidad no supone peligro alguno para quien tiene juicio propio y un espíritu libre. Yo, personalmente, he preferido siempre reflexionar y meditar en privado -que es en lo que consiste el filosofar-, pero siguiendo al principio, de forma intuitiva, el consejo de Schopenhauer, que más o menos dice así: métete en la mente de un filósofo de verdad y trata de percibir cómo piensa.

En mi caso, por afinidad electiva, fui a parar a los pies de Spinoza, aunque, naturalmente, también picoteé en la mano de otros muchos. Bajo la tutela del filósofo holandés aprendí a pensar para saber. Una vez que consigues eso podrás reconocer la verdadera filosofía en la boca o la pluma de cualquier pensador. Es lo que me pasó, tiempo después con Krishnamurti.

Discernimiento, en Khrishnamurti, equivale a entendimiento, sea racional o intuitivo, como en Spinoza. Su propuesta educativa, hasta donde yo sé, insistía en despertar el entendimiento de los alumnos, para que aprendieran a ver las cosas por sí mismos, y su capacidad creativa -idéntica en naturaleza, pero original y única en cada individuo-, para que pudieran desarrollar plenamente su propia forma de ser.

Muchos otros educadores y filósofos abogan por esta forma de educación, aunque son escandalosa minoría. En España, estamos aun discutiendo qué clase de moral debemos inculcar a nuestros hijos, si la religiosa o la laica, en vez de favorecer la eclosión del potencial intelectual y moral que todo individuo lleva en sí de modo innato. Pero, para llegar eso, obviamente, los padres, los educadores y los políticos deberían preocuparse un poco más por la felicidad y la libertad de los niños y de los jóvenes, y renunciar a inculcarles sus estrechas y mezquinas ideologías y creencias, tan irracionales unas como otras”.
Por J. Krishnamurti

Fundamental En Sociedad


“Puede parecer que hoy, cuando la ciencia ocupa la primacía en el conocimiento, la filosofía es algo superado; pero la filosofía toca lo esencial del ser humano y está constantemente actualizándose; la filosofía desarrolla el pensamiento crítico, reflexivo, analítico, con una visión ética y orientación moral que proporciona recursos para vivir mejor a título individual; pero también sirve para reunificar el conocimiento, porque el saber está cada vez más parcelado y especializado y la filosofía, por su carácter multidisciplinar, es como la madre de todas las ciencias, es la que aporta conceptos para fomentar el diálogo y los vínculos entre el arte, la religión, la biología, la tecnología, etcétera”, respondía a este diario hace algún tiempo Joan Méndez, profesor de filosofía en el colegio San Juan Bosco de Barcelona, asesor filosófico y miembro de la Asociación de Filosofía Práctica de Catalunya.


Otros muchos filósofos, humanistas y científicos aseguran que la filosofía tiene un papel fundamental en la sociedad de hoy y muchísimo que aportar al avance de las investigaciones científicas, tanto por la vía de fundamentar el conocimiento como abriendo la puerta a determinadas formas de investigación y programas de tecnología como la inteligencia artificial.


Lidiar Con Compàsión


Se necesita compasión para lidiar con las personas difíciles de tu vida. La investigación reciente sugiere que la mejor manera de evitar la ansiedad, la alta presión arterial y el malestar al tener que interactuar con una persona que te cae mal consiste en prepararse para ello. Puedes ajustar tu forma de pensar sobre esta persona antes del encuentro y aprender a desarrollar compasión hacia esa persona.

Los investigadores señalan que la compasión tiene cuatro componentes: Reconocer el sufrimiento de la otra persona; permitirse conectar emocionalmente con ese sufrimiento, desear que la otra persona no sufra y sentirse motivado a aliviar su sufrimiento. El que decidas ayudar o no ayudar a esa persona depende de ti. Los investigadores dicen que es suficiente con estar dispuesto a hacerlo.

El nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de Stanford y la Universidad de California en Davis publicado el mes pasado en la revista “Mindfulness”, investigó la eficacia del programa de Entrenamiento en el Cultivo de la Compasión (CCT), un entrenamiento de ocho semanas en el cual los participantes aprenden a ser más compasivos. Los investigadores siguieron a 51 adultos durante el curso a través de una aplicación on Compasiónpara iPhone que les pedía evaluar sus niveles de cuatro estados emocionales distintos —ansiedad, calma, fatiga, y alerta— dos veces al día. 

También se les preguntaba a los participantes si sentían que podían regular estas emociones y cómo lo hacías (ya sea tratando de reducir la emoción, tratando de mantenerla, aumentarla, o ignorarla). También tuvieron que responder cuestionarios semanales.

Durante el transcurso del programa CCT, los participantes se volvieron más capaces de regular y mejorar sus estados emocionales negativos como la ansiedad y el estrés, y aumentar los estados positivos, como la calma, a través del cultivo de la compasión hacia sí mismos y hacia los demás. Cualquiera puede tomar el curso CCT, el cual fue creado el año 2009 por Thupten Jinpa, traductor principal del Dalai Lama junto a un grupo de neurocientíficos, psicólogos y terapeutas. Este programa enseña a los participantes a cultivar la compasión hacia todos los seres, incluyendo las personas difíciles en sus vidas. El programa se enseña a través de la escuela de medicina de Stanford y por más de 100 instructores certificados en todo el mundo.

El programa incluye entrenamiento en meditación y estrategias para ajustar los propios pensamientos, llevando a los participantes a través de una serie de pasos que se van haciendo progresivamente más difíciles a medida que el programa avanza. Algunos pasos que se incluyen en el programa son: aprender a enfocar la atención, practicar la compasión hacia ti mismo y hacia un ser querido, y desarrollar aprecio por las personas que están fuera de tu círculo inmediato, incluyendo a las personas difíciles. Los ejercicios invitan, por ejemplo, a reflexionar sobre el hecho de que aquella persona difícil es el hijo o hija de alguien, el padre o la madre, el hermano o la hermana de alguien—tal como tú—y tiene sus propias esperanzas, sueños y aflicciones.

El programa no invita a que los participantes perdonen a alguien que los haya herido o que continúen en una relación con esa persona. En cambio, el programa sugiere que podemos desarrollar compasión hacia esa persona, reconociendo que él o ella sufren y generar el deseo de que disminuya su sufrimiento —lo cual es beneficioso para la persona que genera la intención.

“Hay consecuencias en nosotros mismos respecto a las emociones que tenemos cuando generamos pensamientos negativos hacia alguien o cuando tratamos de evitarlo; el entrenamiento nos ayuda a dejarlo ir”, afirma Hooria Jazaieri, investigadora en el Greater Good Science Center en la Universidad de California en Berkeley, quien enseña el entrenamiento en compasión en Stanford y es la autora principal del estudio.

No suprimas tus pensamientos. La investigación muestra que la supresión de pensamientos activa la amígdala cerebral, donde yace la respuesta de lucha o huida del cuerpo. La supresión de pensamientos te vuelve más ansioso a largo plazo y tiene efectos dañinos en tu salud física. Además, te hará pensar más en aquella persona sobre la cual estás tratando de dejar de pensar. En un estudio clásico en el cual se solicitó a los participantes no pensar sobre un oso blanco, el oso se tomó sus pensamientos. 

Si en tus pensamientos emerge un recuerdo o el nombre de la persona difícil, intenta prestar atención brevemente y luego deja que tus pensamientos se muevan hacia otra cosa.


jueves, 20 de agosto de 2020

Sentirnos Capaces


Pocas sensaciones son tan satisfactorias como la que sentimos cuando hemos hecho algo por los demás. De hecho, es muy fácil observar el gesto de alegría que inunda la cara del que ayuda a otro. Cuando nos sentimos útiles se despiertan en nosotros emociones positivas que repercuten en nuestro bienestar general.

Estoy seguro de que sabes a qué me refiero cuando digo que sentirse útil es algo muy agradable. La sensación de poder hacer algo de utilidad es profundamente motivadora para el ser humano. Esta sensación nos aparta, durante un tiempo, de la vorágine egoísta y autocomplaciente en la que estamos inmersos.

Vivimos en un momento de la historia en el que cada vez estamos menos conectados unos con otros. Le llamamos la era de la comunicación pero nos comunicamos muy poco y, además, estamos cada día, más separados. Ya no es costumbre, como lo era antes, lo de ayudar a los miembros de tu comunidad como algo natural. Actualmente, los niños son educados más en la competitividad que en la cooperación

Sin embargo, por mucho que la sociedad se caracterice por la falta de empatía y el individualismo, dentro de los seres humanos siguen existiendo la necesidad de sentirse útiles y de hacer algo por los demás.

Así mismo, en muchas ocasiones aunque las ganas de hacer algo útil estén presentes, es probable que dudemos si tenemos la capacidad para hacerlo.

Tampoco somos educados para encontrar aquello que nos haga brillar y disfrutar haciéndolo y ofreciéndolo a los demás. La educación se orienta más a que todo el mundo sea exactamente igual, sofocando de esta manera, la originalidad y los talentos innatos de cada persona.

La vida sin propósito carece de sentido. En muchas ocasiones vivimos la vida sin un propósito que nos de una motivación para seguir adelante. Quizá tengamos un trabajo que nos ayude a pagar las facturas. En muchas ocasiones, ese trabajo nos proporciona también la oportunidad de satisfacer necesidades ficticias. Así mismo, nuestro trabajo nos mantiene ocupados y nos ayuda a mantener relaciones con otras personas. No es fácil encontrar, sin embargo, personas que realmente encuentren un propósito y satisfacción en su trabajo, si es que tienen la suerte de tenerlo.

Para muchas personas el trabajo es un verdadero esfuerzo que tienen que realizar cada día. Esto se debe a que no hacen algo que les guste. Como esto es algo que les sucede a muchas otras personas, lo tomamos como algo normal y procuramos no cuestionarnos demasiado. Nos desplazamos por nuestra vida procurando no preguntarnos acerca de lo que nos gustaría hacer no vaya a ser que lo encontremos.

Cuando éramos niños, cada uno de nosotros, sabía en el fondo de su alma qué era lo que más le gustaba hacer. Sin embargo, con el paso de los años fuimos enterrando nuestros sueños bajo el peso de las normas y las creencias que nos otorgó la educación. A fuerza de vivir de esa manera, la mayoría de las personas han dejado de preguntarse qué es lo que realmente les hace vibrar.

Si cada ser humano encontrara aquello que hace que su alma vibre y lo compartiera con los demás, este mundo sería muy distinto. Si cada persona se levantara por la mañana sabiendo que lo que va a hacer es lo que más la gusta y que es de utilidad para la comunidad, encontraríamos alegría y bienestar en cada rincón del planeta.

Afortunadamente, la vida de vez en cuando nos toca en el hombro y nos muestra caminos que no se nos habían ocurrido. Por algún motivo, encontramos la manera de sentirnos útiles y, de manera casi mágica, el resto de nuestras actividades se contagian de esta sensación de vida digna de ser vivida y disfrutada.

Cuando sentimos ese tipo de “llamadas” nuestra vida se transforma. Los seres humanos somos seres sociales y llevamos inscrito en nuestro interior que nuestro bienestar y el de los demás debe de ser paralelo

Por este motivo, cuando nos sentimos útiles disfrutamos tanto porque sentimos que importamos y que, a la vez, hacemos felices a los demás.


Simple Y Pura


“La pura y simple verdad raramente es pura y nunca es simple.”
Y de nuevo tenemos al gran Oscar Wilde negando la existencia de una única verdad. Y es que seguro que todos podemos pensar en una persona que parece que siempre tenga que tener la razón. Que no atiende a posibles cambios en su posición, aquella persona que siempre niega otras opciones, y lo que es peor, lo hace sin escuchar si puede ser realmente una opción según su postura.

Pues bien, aquí lo tenemos. No hay una verdad pura ni tampoco es simple. Así que eso de “es así de simple”, no debería de existir en nuestros cabales ya que si así fuera, no habría necesidad de conocer, compartir, aprender… todo sería siempre igual. Afortunadamente tenemos variedad y eso es lo que desprestigia esta afirmación pues la verdad jamás es simple.

Del mismo modo, la verdad no es pura, ya que su origen puede haber sufrido millones de cambios y eso no significa que haya sido inmutable, sino que ha variado hasta llegar a nosotros. ¿Acaso una mesa es únicamente un árbol? La respuesta ya la sabes, no es talar el árbol, tratar la madera, diseñar una mesa, trabajarla, venderla, colocarla en el comedor… hay muchos factores que han variado aquella mesa cuyo origen inicial era el árbol, origen que sin embargo no es puro ya que ha sido tratado para adecuarlo al producto que representa.

Así que ya sabes, jamás creas que tu verdad es única ni simple. Siempre puede haber habido cambios. Aprende a escuchar cuál es la verdad según la otra persona y aprenderás mucho más de lo que imaginas. Escuchar es la clave. 

¿A cuántas personas conoces que le haría bien entender que la verdad jamás es pura y simple?


No Es Casualidad, Es Sincronicidad


 “Mil veces hemos escuchado que las casualidades no existen, que todo pasa por algo. Esto es compartido por algunos psicólogos y psiquiatras de renombre”
Claudina Navarro

Ibas a llamar a alguien por teléfono y cuando vas a marcar el número, te está llamando esa misma persona. Piensas en lo mucho que hace que no ves a tu amiga Clara y te la cruzas por la calle. Estás pensando en aprender francés y te llega un email ofreciéndote un curso que encaja perfectamente con tus horarios. Puede parecer casualidad, pero se trata de una sincronicidad.

La sincronicidad, mucho más que una coincidencia
El psicólogo C. G. Jung definió las sincronicidades como “coincidencias temporales de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal y que presentan alguna relación con los pensamientos y emociones de la persona que la experimenta”. Estas coincidencias suceden con más frecuencia cuando la persona está viviendo con especial intensidad, debido a procesos de crecimiento o de gran creatividad.

"Las sincronicidades son coincidencias temporales de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal y que presentan alguna relación con los pensamientos y emociones de la persona que la experimenta"

Según Jung, los períodos de transición o transformación de los seres humanos –como muertes, cambios de trabajo, divorcios– son más propensos a la ocurrencia de sincronicidades, posiblemente porque nuestra reestructuración interna causada por los cambios o crisis genera una energía de búsqueda de sentido que nos obliga a encontrar patrones en las circunstancias externas.

Mensajes orientativos de la realidad espiritual
Algunos autores sugieren que cuando ocurren estas coincidencias estamos en un camino vital correcto. Serían una especie de mensajes procedentes de la realidad espiritual. Existe una estrecha relación entre los acontecimientos interiores y exteriores que vivimos.

Algunos autores sugieren que cuando ocurren estas coincidencias estamos en un camino vital correcto
El psiquiatra Stanislav Grof recomienda interpretarlas como si se tratara de sueños y no caer en la tentación de tomar decisiones irracionales inmediatas. El ya totalmente aceptado concepto de la sincronicidad tiene también una vertiente lírica.

El azar objetivo
El poeta francés y teórico del surrealismo André Bretón hablaba también del "azar objetivo", que designa la confluencia inesperada o azarosa "entre lo que una persona desea y lo que el mundo le ofrece". El azar objetivo es uno de los conceptos fundamentales del surrealismo: coincidencias o casualidades cuya carga emocional las dota de significado.

Los fenómenos de coincidencia significativas ocurren generalmente en personas con elevado grado de espiritualidad, las que pueden percibir su oculto interior o aflorar su inconsciente más profundo conocimientos o sentimientos muy reservados.

Ocurren generalmente en personas con elevado grado de espiritualidad o que perciben su oculto interior.


La universalidad está coordinada en el ámbito psicológico interno con el externo mundo de los fenómenos tangibles, es decir: existe una estrecha relación entre acontecimientos interiores del espíritu con fenómenos de la vida exterior que se expresa en los fenómenos de sincronicidad no buscados por voluntad deliberada.


Sentido De Pertenencia


Del latín pertinentia, pertenencia es la relación que tiene una cosa con quien tiene derecho a ella. El concepto, por lo tanto, se utiliza para nombrar a aquello que es propiedad de una persona  determinada. A nivel social, la pertenencia es la circunstancia de formar parte de un grupo, una comunidad u otro tipo de conjunto. 

El sentido de pertenencia supone que el ser humano  desarrolle una actitud consciente respecto a otras personas, en quienes se ve reflejado por identificarse con sus valores y costumbres. 

Este sentido, por otra parte, confiere una conducta activa  al individuo que está dispuesto a defender su grupo y a manifestar su adhesión, apoyo o inclusión a la comunidad de manera pública.

Un ejemplo de sentido de pertenencia puede encontrarse en la relación entre una persona y su país. El lugar de nacimiento, sumado a la crianza y la educación en un determinado territorio, puede generar un sentido de pertenencia que lleve a un individuo a identificarse con sus compatriotas y a desear el bien a su nación, incluso cuando esto signifique que otra se vea perjudicada. Sin lugar a dudas, el ámbito en el que más comúnmente se aprecia este lazo aparentemente irrompible es el deporte, especialmente el fútbol.

El sentido de pertenencia remite al sentido de propiedad o de posesión que tiene una persona sobre un objeto o un bien material. Es decir, el sentido de pertenencia muestra la relación que existe entre el dueño de una cosa y dicha propiedad. El sentido de pertenencia aporta unos derechos concreto al dueño sobre el uso y disfrute de ese bien material.

El sentido de pertenencia muestra que las cosas se usan y se establece una relación instrumental de forma que cualquier dueño puede hacer un uso de un objeto pensando en su propio beneficio. 

Desde este punto de vista, conviene precisar que en cambio, una persona nunca es propiedad de otra por lo que es fundamental recordar que las relaciones personales se basan en la libertad. El celoso, por ejemplo, tiene una noción equivocada del amor porque ha interiorizado el sentido de pertenencia también en el plano del enamoramiento. Lo mismo sucede en el caso de una relación de dependencia.

Sin embargo, conviene recordar que los celos o una relación de dependencia no es amor sano. Mientras que en el plano de las cosas y del universo material, existe el concepto de propiedad, por el contrario, en el universo de las relaciones personales existe la libertad de establecer lazos o romperlos en cualquier momento.


El sentido de pertenencia es importante en nuestras vidas, porque nos lleva a creer, cuidar y defender las cosas que nos pertenecen, así como la cultura y raíces, cuando no se tiene sentido de pertenencia, cometemos errores, como por ejemplo: el denigrar de su país, alguien que tiene sentido de pertenencia, nunca se lamentara de su nacionalidad, es una persona que resalta las cosas buenas de su cultura de sus antepasados, aunque existan conflictos en dicho país, alguien con sentido de pertenencia, cuida su entorno, por ejemplo: no dañara las sillas y mesas de su colegio o universidad, ni dañara los objetos de su casa, una persona con sentido de pertenencia, cuida todo aquello que sabe que le presta un servicio o beneficio y reconoce lo importante que no solamente es para él sino también para los demás, el sentido de pertenencia, podría decirse que hace parte integral de nuestra autoestima.


Aquellos Días

A veces me siento como si viajara hacia atrás en el tiempo, muy lejos.

Sabes, cuando éramos niños, cuando éramos jóvenes, las cosas parecían
ser tan perfectas. Los días eran interminables. Éramos jóvenes, y estábamos locos.

El sol siempre brillaba, y vivíamos para divertirnos. A veces, no sé porqué, parece como si fuera demasiado tarde. El resto de mi vida ha sido como un espectáculo.

Fueron los mejores días de nuestras vidas. Los malos momentos fueron escasos.
Pero aunque aquellos días hayan pasado ya, hay algo que sigue estando ahí.

Cuando me paro a pensarlo, me doy cuenta de que todavía te quiero.

No puedes parar el reloj, ni hacer que vuelva la marea. Es una pena. Me gustaría
poder retroceder montado en una montaña rusa, hacia donde la vida
era tan sólo un juego. No tiene sentido el pararse a pensar lo que pudiste haber
hecho, cuando te puedes recostar hacia atrás y disfrutar de todo ello con tus
hijos. A veces, no sé porqué, parece como si fuera demasiado tarde.

Es mejor sentarse y dejarse llevar por la corriente. Porque éstos son los mejores días de nuestras vidas. Han pasado rápidamente a través del tiempo. Esos días se han ido ya, pero algo queda de ellos. Cuandome fijo bien, me doy cuenta de que  no ha cambiado nada.

Aquellos eran los días de nuestras vidas. Los malos momentos en la vida, fueron
escasos. Esos días, han pasado ya. Pero algo es cierto. Cuando te miro, me
doy cuenta de que todavía te quiero.

Todavía te quiero.



Suceda Lo Que Suceda


Todos los seres vivos mueren. Entender por qué tiene que ser así es difícil, incluso para los adultos. Tal vez sea la cosa más difícil de comprender. Lo mejor que podemos hacer es aceptar la muerte como algo connatural a la vida. Es algo que ocurre, y no podemos hacer nada para cambiarlo.

La mayoría de las veces, la gente tiene vidas muy muy largas. Mucha gente supera los 80 y los 90 años, y hay algunas personas que incluso viven más. De todos modos, el cuerpo, lentamente, con el paso de los años, se va gastando, exactamente igual que las ruedas de una vieja bicicleta o las pilas de tu juguete favorito. Cuando partes importantes del cuerpo —como el corazón, los pulmones o el cerebro— se desgastan y dejan de funcionar, lo más probable es que la persona muera. Cuando ocurre esto, decimos que la persona se ha muerto “de vieja".

A veces muere gente mucho más joven. Algunas personas se ponen muy enfermas y, a pesar del esfuerzo de los médicos y del uso de medicamentos, no hay manera de mantener funcionando al cuerpo de esa persona. Si una persona que estaba muy enferma muere, tal vez oigas decir a los adultos que ahora esa persona descansa en paz, puesto que ha dejado de sufrir. De todos modos, los médicos cada día descubren nuevas formas de prevenir y tratar enfermedades, de modo que las probabilidades de que una persona se recupere de una enfermedad aumentan día tras día.

Algunas personas mueren de repente, como en los accidentes. Este es probablemente el tipo de muerte más dura y difícil de asumir por los familiares y amigos del fallecido porque ocurre sin previo aviso y no hay tiempo para hacerse a la idea de que se va a perder a un ser querido. ¿Algo importante a recordar sobre este tipo de muertes? Suelen ser tan repentinas que las personas que mueren sienten poco dolor o nada de dolor en absoluto. Eso puede ser un consuelo para sus allegados.

Mucha gente cree que, cuando alguien muere, lo único que muere es su cuerpo. Es como cuando una botella llena de agua se rompe y pierde toda utilidad. El recipiente se ha hecho trizas, pero lo que había dentro -el agua— perdura. La parte de la persona que perdura tras la muerte del cuerpo a menudo se denomina "alma" o "espíritu". Algunas personas creen que el alma es la parte del ser humano que ama, siente y crea; es la parte que nos convierte en quienes somos.

Nadie sabe a ciencia cierta lo que le ocurre a una persona después de morir. Hay muchas creencias diferentes sobre esta cuestión, y lo mejor es que hables con tu familia para saber qué creen ellos que ocurre tras la muerte del cuerpo. Así podrás decidir en qué creer.

Cuando perdemos a un ser querido, lo pasamos mal. Nos entristece pensar que esa persona dejará de estar a nuestro alrededor, que no podremos hablar con ella ni pasárnoslo bien juntos. Esa ausencia deja un profundo hueco en nuestras vidas. Tal vez tenías una mascota en casa que murió. ¿Te acuerdas de las primeras veces que entraste en casa tras la muerte de tu gato o de tu perro? Te extrañó no encontrarlo allí y lo echaste de menos. Si lloraste, está bien.

Necesitamos expresar la tristeza y lamentar la pérdida de los animales u otros seres queridos cuando les llega la muerte.

Pero, como cuando te pelas la rodilla, el intenso dolor inicial desparecerá con el tiempo. La herida tardará un tiempo en curarse, pero te irá doliendo un poco menos cada día. Cuando alguien muere, ocurre lo mismo. Eso no significa que olvidemos o dejemos de echar en falta a la gente que ha muerto. Al cabo de un tiempo, podemos proseguir con nuestra vida, sin dejar por ello de querer al fallecido y recordándolo siempre.

Recordar a las personas fallecidas que queremos es una forma de mantenerlas vivas en nuestro recuerdo. Las fotos nos ayudan a hacerlo. Mirar un álbum de fotos puede ayudarnos a recordar los momentos felices que compartimos con esas personas. Muchas familias entierran los cuerpos de sus seres queridos en un cementerio. Luego pueden ir a visitar sus tumbas. No es que crean que las personas muertas están allí; solo se trata de un lugar especial para ir a pensar en lo mucho que significaron esas personas para ellos.

Cuando muera algún allegado tuyo, tal vez te preguntes si la demás gente importante en tu vida también morirá pronto. Tal vez te preguntes: "¿Morirá mi madre o mi padre?". Lo mejor que puedes hacer es compartir esos pensamientos con tu familia. Puede ser difícil —e incluso un poco doloroso— hablar sobre esas cosas, pero probablemente te irá bien expresar lo que sientes. Es importante que hables sobre los miedos que puedas tener en vez de ocultarlos o simular que no estás asustado. A la gente que te quiere le interesa saber lo que sientes para poderte ayudar.

¿Sabías que tú también puedes ayudar a los adultos con quienes convives si están tristes por la muerte de un ser querido? ¿Recuerdas algo divertido sobre la persona fallecida? ¿O un detalle que esa persona tuvo contigo? Comparte los buenos recuerdos que tengas sobre esa persona. Contribuirás a que todo el mundo se encuentre un poco mejor.


Hay muchas cosas sobre la muerte que no sabemos ni sabremos nunca. Sabemos que nos llegará a todos, algún día. Pero no es algo en lo que deberías pensar ni por lo que te deberías preocupar. Te aguardan demasiadas cosas estupendas por experimentar en los muchos años que tienes por delante.


miércoles, 19 de agosto de 2020

En La Diversidad De Los Libros


En toda Europa existe la impresión de que hay demasiados libros, al revés que en el Renacimiento. ¡El libro ha dejado de ser una ilusión y es sentido como una carga! El mismo hombre de ciencia advierte que una de las grandes dificultades de su trabajo está en orientarse en la bibliografía de su tema”, afirmaba de manera premonitoria Ortega y Gasset en la Misión del bibliotecario (1935).

En los últimos 80 años, esta impresión no ha hecho más que acrecentarse. Hoy, cualquier intento de estar al día de la bibliografía relevante en un área es una tarea inabarcable. Ni siquiera es posible recurriendo al gran invento de nuestra modernidad: la hiperespecialización.

Hace tiempo que el conocimiento no cabe en nuestros anaqueles, que se ha desbordado y no lo podemos contener ni en bibliotecas, ni en academias, ni en museos. Que no es posible encerrarlo tampoco en las aulas, ni dominarlo en los laboratorios.

El aumento exponencial de la producción de libros, informes y artículos ha convertido a la gestión de la información y el conocimiento en una de las competencias críticas para el futuro personal y profesional de cualquiera. Nos ha convertido a todos, en cierta manera, en bibliotecarios. Todos somos improvisados lectores para otros.

Nuestra modernidad se sustentó en un relato específico de cómo y dónde se producía y difundía el conocimiento. Un relato basado en el orden y la clasificación. Una historia de éxito soportada en los pilares de la especialización, la reducción, la simplificación y los protocolos. Un relato, en definitiva, el de nuestra modernidad, que tuvo que ignorar la complejidad para ser eficiente. Y que al hacerlo dejó de lado otros relatos posibles, otros actores, otros lugares, otras tradiciones y otras maneras de ver y hacer. 

Un modelo económico y un sistema educativo, basados en generar y gestionar la escasez. Esto ya no es así. El conocimiento es abundante. El mundo es complejo. Las soluciones son híbridas.

Siempre supimos que los espacios encarnaban las ideas y que las ideas daban forma a los espacios. Siempre supimos que cada espacio encerraba una lógica determinada. Que Villanueva diseñó el actual Museo del Prado no para albergar una colección de arte sino para ser una Academia, un Gabinete y un Laboratorio y que responder a ese triple uso determinó su arquitectura, sus diferentes accesos, salas y corredores.

De la misma manera, las escuelas con sus aulas separadas y preparadas para que los profesores impartan sus materias de manera sucesiva e independiente son en gran medida un producto de la tecnología del libro. 

Como las páginas de un libro, “todo está organizado para escuchar, porque estudiar simplemente las lecciones de un libro no es más que otra manera de escuchar, marca la dependencia de un espíritu respecto a otro“, se quejaba John Dewey en 1905 ante la disposición normal de las aulas que no permitían el tipo de pedagogía activa que él propugnaba.

Esto sigue siendo verdad. Las ideas determinan los espacios, las tecnologías marcan los procesos, las metodologías, por su parte, condicionan tanto los espacios como las tecnologías. Pensar en la gestión del conocimiento es pensar en los lugares donde se produce.

Internet no ha hecho más que añadir complejidad a la relación entre espacios y prácticas. Y al mismo tiempo ha acelerado, como nadie podía imaginar, la deriva inflacionista de conocimiento que nos señalaba Ortega.

La transformación digital ha modificado profundamente todos los aspectos de nuestra vida. Hemos cambiado para siempre la forma en que nos comunicamos, nos informamos, trabajamos, nos relacionamos, amamos o protestamos, dice Castells. Un impacto aún mayor en todo lo que tiene que ver con el conocimiento y el aprendizaje.

Internet es una plaza abierta y es una biblioteca. Un aula y un laboratorio. Un museo botánico y una selva por explorar. Internet es nuestra escuela y nuestro lugar de ocio. Es nuestro curriculum vitae y nuestro puesto de trabajo. Es, en definitiva, un gran archivo de información, un gigantesco commonplace book

Un lugar donde los trail blazers que identificó Vannevar Bush en 1945 bucean en los vastos océanos de la información, enhebrando un documento con otro, dejando una estela de significado entre las olas de ruido, contradicción y redundancia. Un lugar común y compartido, un laboratorio de producción colectiva en al que todos o casi todos tenemos la posibilidad de acceder para reordenar, modificar y reelaborar constantemente la información y el conocimiento.

Las instituciones que tradicionalmente tenían la exclusividad para producir y difundir conocimiento (el laboratorio, la universidad, la academia, el museo, la empresa o la escuela) se han visto obligadas a cambiar e incorporar procesos de trabajo y de gestión colaborativos y permeables a la participación. Internet ha acabado con el sueño de la modernidad, con el orden y la disciplinariedad. Internet es la infraestructura de nuestra vida. Es nuestro marco.


Nuestro gran desafío hoy es aprender a elegir. Nuestro reto más urgente es hacer frente a la incertidumbre del cambio y superar la parálisis que provoca la abundancia (Barry Schwartz). Más que respuestas debemos ser capaces de hacernos preguntas. Más que soluciones cerradas, nuestro tiempo reclama diversidad. 

Más que lugares concretos comunidades abiertas y más que contenidos necesitamos competencias. Más que saber vivir en la solidez de lo conocido necesitamos manejarnos en la liquidez de lo incierto. “Estamos tan acostumbrados a que alguien (normalmente ese grupo impreciso llamado expertos) nos diga siempre lo que debemos hacer o cómo debemos actuar que cuando no se nos suministra una receta parece que hubiera una omisión flagrante” (John Abbott: Battling for the Soul of Education). 

Este es el reto. Debemos desarrollar nuestro espíritu crítico.



Guerra De Dominantes


«Al hablar de cultura hay que referirse necesariamente a los problemas sociales. » A diferencia de otros investigadores de la cultura de masas, Armand Mattelart propone una desmitificación de este tipo de cultura, a pesar de que es dominante en el mundo de hoy. Docente e investigador en la actualidad en la Universidad de París, Armand Mattelart es de sobra conocido por el público lector español, entre otras, por sus obras La cultura como empresa multinacional, La comunicación en un proceso de liberación, Fuentes culturales y movilización de masas, Comunicación e ideologías de la seguridad y Comunicación y lucha de clases (libro este último todavía sin traducir del inglés). 

En el simposio sobre industrias de la cultura y modelos de sociedad, celebrado recientemente en Burgos, ha expuesto una ponencia sobre Cultura interior e internacionalización de la producción: una articulación polémica, tema que amplía en esta entrevista, . Pregunta. ¿Es válido todavía o tiene algún sentido el término cultura transnacional, o hay que seguir hablando de colonización cultural?Respuesta. Desde que existen grupos dominantes y otros dominados se ha dado un fenómeno de colonización cultural, pero ahora, en esta nueva etapa de desarrollo del capitalismo internacional, creo que hay que introducir un concepto nuevo, que no es exactamente el de cultura transnacional. 

Por cultura transnacional podemos entender la importación de modelos culturales entendidos en un sentido muy material. Por ejemplo, la cultura transnacional no es sólo la presencia de series de televisión norteamericanas en las televisiones francesas o españolas, es la manera de producir y de concebir las series de la televisión nacionales. Muchas veces se adoptan los modelos y modos de producir del imperialismo, y éste es el problema clave en la hora actual. No se trata sólo de enumerar los productos norteamericanos que salen en publicidad o en la televisión. Lo que se importa ahora son los modelos de producir las cosas. 

Se pueden obtener series en las televisiones europeas que reproduzcan peor los tics, los estereotipos norteamericanos, que, por otra parte, a veces son más eficaces porque responden a categorías nacionales.

P. Usted ha desarrollado el concepto de «agresión cultural», que sustituiría al de «intercambio cultural». ¿Cómo explica este fenómeno?
R. Se puede utilizar la palabra intercambio cultural a condición de que se aclare que los términos del intercambio son desiguales. Este término oculta en general el hecho de que detrás de este intercambio subyacen relaciones de fuerza en las que una parte de la ecuación está en condición inferior porque no posee la tecnología o se encuentra en un estado desfavorable en el concierto internacional.
P. ¿Tiene la tecnología, entonces, un papel predominante en el proceso de las relaciones culturales?
R. Una de las características del capitalismo de los últimos tiempos es que la cultura se asocia cada vez más a la tecnología. Por ejemplo, los grandes sistemas de satélites que difunden cultura y al mismo tiempo son un modelo de relaciones sociales.
P. ¿Qué es lo que defendería usted, una cultura uniforme y homogénea o una cultura para cada modelo de sociedad? ¿De qué manera se encarna esta contraposición en la práctica? ,
R. Es un tema que me interesa mucho. Yo diría que en el nivel de los proyectos de las clases dominantes existe una cultura que es uniformizante. 

Cuando hablamos de cultura transnacional entre comillas, justamente denunciamos este proceso de homogeneización de todas las culturas nacionales, que hace que se pueda encontrar en Madrid, o en París, o en Río de Janeiro el mismo tipo de producto. Esto es un proyecto. Pero dentro del establecimiento de este proyecto existen resistencias muy diversas que pueden venir de sectores populares, entendiendo por sectores populares tanto los movimientos de mujeres, movimientos feministas, como los movimientos de obreros, campesinos e intelectuales, que resisten a esta invasión de modelos culturales y tratan de imponer otro tipo de prácticas culturales más conforme con su identidad, identidad muchas veces de dominados.

P. ¿Acaso la cultura tiene una función diferente en los países industrializados que en los países en vías de desarrollo?
R. Es muy difícil razonar a partir de una dicotomía mundo desarrollado-mundo subdesarrollado. Es cierto que la cultura tiene formas de producción muy distintas en las sociedades capitalistas avanzadas que en las sociedades capitalistas no avanzadas.
Habría que ver también cuál es el estado de la cultura en países que han elegido otra vía que no es el capitalismo.
P. ¿Qué destacaría usted del momento cultural español actual?
R. Es un momento polémico porque nos encontramos actualmente en España con una sociedad donde no hay consenso. Y cultura es en gran parte consenso. 

La existencia de un grupo social como el del País Vasco, por ejemplo -y esto no quiere decir que esté de acuerdo o no con ellos-, demuestra que existen aspectos de la cultura que, aunque no sean los del grupo, hay que tomarlos en cuenta. Hablar de cultura es también hablar de los problemas sociales. Yo no podría hablar de cultura en Alemania sin referirme al problema que supone, por una parte, la existencia del terrorismo y, por la otra, la respuesta que da a este terrorismo la clase dominante en el estrechamiento del control social. Para mí la cultura actual de España se explica a partir de todas estas luchas que se llevan para recuperar identidades regionales dentro de un marco de una identidad nacional, pero no se debe caer en el concepto retrógrado, que mantienen algunos, de cultura popular, que corresponde a toda una tendencia de quienes, unilateralmente, quieren recuperar sólo determinados aspectos de las culturas regionales. Estos caen en la ineficacia de una cultura pasada y sin posible aplicación. 

Pero muchos movimientos regionales culturales tienen tal fuerza, dada su vivacidad y novedad, que serían idóneos para resistir a la internacionalización y al consiguiente proceso de uniformización.

Creo que España es uno de los países de Europa que más tardíamente ha accedido, juntamente con Portugal, a lo que se llama la cultura de masas. Esto se nota, sobre todo, en la diferencia de los quioscos desde hace cuatro años. La pornografía, el erotismo, son un índice de que existe una cultura que retorna también modelos extranjeros; el régimen anterior estaba en contradicción con la cultura de masas, por lo menos con ciertos sectores de esta cultura.

Hay hoy en España una explosión de la cultura de masas y, por tanto, hay que examinar este hecho y lo que representa como desafío, ya no sólo cultural sino también político.