Aquel o aquella persona que incursiona en la
lectura de los artículos que se publican con mi nombre en la web, debería antes
de hacerlo, definir, ante sí y para sí, cuáles son los motivos que le impulsan
a realizar tal procedimiento.
Es posible que la motivación responda a la mera
curiosidad o al impulso de “ver que es lo que dice este loco” – que deben ser
la gran mayoría- a algunos otros me consta que existe un vínculo muy fuerte que
persiste en el tiempo y que posiblemente se agudiza cuando llega la navidad y
la “llama del recuerdo” se reaviva generando “ese calorcito” que se anida en
nuestro pecho y nos reconforta, justamente allí, en el interior profundo de
cada ser.
Los que como quién suscribe, hemos optado por “compartir
la vida a la intemperie” es decir, como
muy bien lo define un verso campero, que nos dice:
“Yo soy de los del montón, no soy flor de invernadero.
Soy como el trébol pampero, crezco sin hacer barullo.
Me apreto contra los yuyos y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras yo nunca me sé marear,
y si me siento alabar me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse nombrar.”
Soy como el trébol pampero, crezco sin hacer barullo.
Me apreto contra los yuyos y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras yo nunca me sé marear,
y si me siento alabar me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse nombrar.”
Como les iba contando, esta opción que hemos adoptado
desde siempre, ese vivir intensamente, nos ha llevado a no poder tolerar ningún
tipo de bozal, sin duda reconocemos que somos “duros de boca” y cuando sentimos
que “que algo hay que decir” no hay forma de detener la expresión del
pensamiento y claro, tal aptitud, suele traer consigo consecuencias no
deseadas, tales como: molestias, malos entendidos, incomodidad,-algunos suelen
decir que mis dichos tienen la particularidad de oficiar como “supositorios de
pimienta”
Cuando esto ocurre mi mejor consejo es decirle a tal
lector o lectora, amigos discúlpenme, para evitarles tales inconvenientes pienso
que lo mejor sería que se abstuvieran de tal lectura.
Para terminar permítanme agregar una reflexión de
Navidad, he podido observar como permanece la tradición de adornar las
casas y algunos comercios con las imágenes que rememoran el pesebre de Belén, y
pensando en los tiempos de mi niñez me dije a mi mismo: José y María buscaron
refugio y se prepararon para el alumbramiento en un pesebre y me dije: ¿Qué es
un pesebre? Así comprendí que un pesebre no es otra cosa que “un comedero y refugio
para los animales” entonces pude entender mejor la situación del nacimiento
del Salvador, ellos escogieron como lugar para recibir al pequeño Jesús un
lugar donde su venida al mundo estaría rodeado por el acompañamiento de los
animales, esas nobles criaturas del quehacer doméstico, serían los testigos
presenciales de la venida del unigénito de Dios el Padre, cuánto honor
reservado a estas criaturas, entonces me dije: ¿Qué estamos haciendo con
nuestras mascotas? Sin duda un día como la
nochebuena bien que merecen que les tengamos en cuenta, ellos nos
acompañan todos los días y nos dan muestras de afecto y fidelidad, pienso que para
ellos también deberíamos desearles una muy feliz navidad.
Hugo W. Arostegui