viernes, 6 de septiembre de 2019

El Rol Social


El término francés rôle llegó al inglés como role y luego derivó, en nuestra lengua, en rol. Se trata de la función o el papel que desempeña alguien en un cierto contexto. 

Social, por su parte, es aquello que está vinculado a la sociedad (la comunidad de individuos que comparten una cultura y que interactúan entre sí).

Con estos conceptos en mente, podemos analizar la noción de rol social. Esta expresión, frecuente en el ámbito de la sociología, se refiere a las pautas de comportamiento que la sociedad espera de una persona. Puede decirse que el rol social es aquello que debe representar un individuo en su comunidad.

El rol social es una imposición de la sociedad al sujeto. El entorno exige a la persona que cumpla con su rol social: es decir, que brinde las respuestas esperadas de acuerdo a su condición (profesional, económica, cultural, etc.). La imposición del rol social se desarrolla a partir de la actuación de las principales instituciones sociales, como la familia, el Estado y la religión.

El marco del rol social de cada persona acarrea la obligación de amoldar su comportamiento a un perfil determinado. Se espera que un docente, por ejemplo, respete las normas establecidas, ya que su función en la sociedad es instruir a los demás y, por lo tanto, debe dar el ejemplo. Otros comportamientos no son exigidos, aunque sí permitidos, mientras que también existen los comportamientos prohibidos.

Desde el punto de vista de las razones por las cuales una persona encara un rol social determinado, es posible distinguir entre los siguientes dos tipos: el rol adscrito, que no lleva a cabo por voluntad propia, sino que lo asume (como ser su nacionalidad, su etnia y su sexo); el adquirido, que espera del individuo un esfuerzo, una participación activa, y que puede o no realizar, según decida. Cabe mencionar que el rol adquirido es opcional hasta un cierto punto, ya que la presión de la sociedad suele ser muy intensa para llevarnos a cumplirlo. Por otro lado, los límites de ambas clases pueden confundirse según el enfoque del análisis.

Se denomina conflicto de rol a la situación que tiene lugar cuando un individuo no cumple con las expectativas externas con respecto a su conducta; de forma opuesta, si acepta su rol y todo lo que él conlleva, su proceder es aceptado por el entorno. 

A su vez, se habla de conflicto interno (cuando se origina en la propia persona), externo o poseer características de ambos tipos. Los sociólogos Richard Moreland y John Levine propusieron en el año 1982 la siguiente distinción de conflictos:

* inter-rol: tiene lugar cuando el desempeño de un rol determinado no resulta compatible con el de otros que también debe llevar a cabo el individuo;

* intra-rol: describe el choque entre expectativas que provienen de orígenes diferentes, aunque todas se enfocan en el mismo rol. Dichas expectativas pueden haber surgido en el propio individuo o bien en terceros que mantengan un vínculo de influencia para él.

Cuando no existe una definición clara de las expectativas sobre las normas de comportamiento vinculadas a un rol social determinado, se habla de un fenómeno denominado ambigüedad de rol. 

Ambos conceptos, el conflicto y la ambigüedad, pueden desencadenar en la tensión de rol, una suerte de incomodidad que una persona experimenta al intentar cumplir con las pautas señaladas con respecto a su rol particular. Cada uno busca la forma de asumir el rol que mejor encaje en el marco de sus valores y creencias para no atravesar dicho malestar, aunque esto no es fácil de alcanzar.


Aportemos Lo Mejor

Podemos ser amables, generosos y afectuosos cada día con los demás y sentirnos contentos con nosotros mismos por comportarnos de esa manera. Pero si en algún momento nuestro bienestar comienza a depender de que algunas de esas personas también sean amables con nosotros, 
seguramente sufriremos y nos sentiremos frustrados porque es muy difícil que los demás actúen como nosotros lo deseamos. 

Nuestra alegría no depende de que el mundo funcione como cada uno de nosotros quiere ni de que los demás se comporten como nosotros creemos que deberían hacerlo, tampoco depende de que podamos hacer todo lo que nos gusta. 

La felicidad sólo depende de nuestra capacidad y disposición de ser generosos, amables y afectuosos a pesar de las circunstancias. La alegría y el bienestar interior, nacen de la experiencia consciente y madura de dar y compartir incondicionalmente con los demás lo mejor de nosotros.

Recordemos que lo que hagan nuestros amigos, seres queridos, conocidos y desconocidos está fuera de nuestro control. No podemos hacer que todo funcione como nosotros desearíamos, no podemos cambiar a los demás, aun cuando el beneficio de ese cambio sea para ellos mismos, pero sí podemos ser amables, pacientes, tolerantes, comprensivos, solidarios, responsables, honestos y atentos para hacer el bien y dar nuestro aporte consciente al mundo cada día, a pesar de que los demás no lo hagan o no puedan reconocer lo que nosotros estamos haciendo. 

Vale la pena hacerlo y nadie nos puede impedir que lo hagamos. Por muy afectada y desequilibrada que esté una sociedad, ésta no puede impedir que una persona continúe haciendo el bien.

¿Cuántas veces nos justificamos en los demás, para no seguir realizando el trabajo de vivir la diferencia? Casi siempre tenemos una excusa o una justificación del porqué hacemos cosas equivocadas o tenemos actitudes que hemos criticado a los demás en su momento. 

Es vital comprender la importancia que tiene vivir de acuerdo con nuestras creencias y basados en el rescate y la puesta en práctica de nuestros valores esenciales. Los momentos difíciles son los más apropiados para que nos esforcemos en compartir con las otras personas todo lo bueno y especial que hay dentro de cada uno de nosotros. 

No te dejes desanimar, no le permitas a los demás con sus comentarios negativos o con su comportamiento indolente, mediocre o irresponsable que te contagien y apaguen tus ganas y tu determinación de vivir cada día con alegría, esperanza y valor.

Puedes convertirte en esa persona que con una frase amable y entusiasta suavice y refresque la vida de otra persona, que con su gesto o con su comportamiento le devuelva la esperanza y la confianza en el género humano. 

Algunas veces podemos ser ese instrumento que motive a otros a recuperar la fortaleza y la determinación de actuar de una mejor manera. No perdamos la oportunidad de hacerlo.

Cada vez que algo nos afecte o nos haga experimentar el rechazo o la negativa a dar... detengámonos a tiempo de revisarnos y preguntarnos: ¿Qué nos pasa?, ¿qué podemos hacer para superarlo, para que no nos afecte como lo hace? 

De manera que podamos continuar experimentando la felicidad y el bienestar esencial.



Algo Simple


El término simpleza se utiliza para hacer referencia a una condición, cualidad o modo de comportamiento que se interesa por las cosas y las sensaciones simples antes que por las complejidades o grandes angustias que la vida nos propone. La simpleza puede ser entendida como una cualidad de una persona así como también la cualidad de un objeto o elemento concreto. Al mismo tiempo, podemos señalar que en algunos casos particulares la noción de simpleza puede tener un significado negativo o peyorativo si hace referencia a la falta de intereses mayores o más complejos.

La simpleza tiene mucho que ver con la búsqueda de los elementos más naturales y puros en todas las cosas, en todas las personas y las situaciones. Así, una persona simple probablemente se interese por la belleza de la naturaleza antes que por los lujos de la vida moderna. La simpleza pasa por conformarse con lo que uno observa alrededor y ser feliz con ello. Obviamente, alcanzar este nivel de comportamiento o de sentir implica estar muy feliz con uno mismo y con el entorno que lo rodea de modo que las preocupaciones diarias y las necesidades socialmente impuestas no interrumpan la tranquilidad del vivir. Hoy en día, este tipo de actitud hacia la vida no es muy común debido al stress y la vida rápida que lleva la mayoría de la población.
La simpleza, como se dijo antes, también puede tener un lado negativo en algunos casos y esto tiene que ver con la utilización del término como algo peyorativo. Así, puede una persona mostrar rasgos de excesiva simpleza cuando no pretende demasiado de la vida y, por tanto, no tiene expectativas ni sueños ni grandes fantasías a cumplir a lo largo de su vida. Si bien una persona simple siempre puede encontrarse satisfecha con poco, al mismo tiempo podríamos decir que es una persona que no posee ambiciones y que entonces no se permite crecer o descubrir nuevas sensaciones.
Poema:

“Nunca llegué a concebir que en la simpleza hubiera tanta belleza.
Viajamos hacia lo simple por el camino de lo complejo.
¡Qué contradicción de términos para ti, y para mí, no siendo más que simples mortales!
Que para Ser, tenemos que dejar de serlo.
Que para saber, debemos desaprender...
Y penamos, y batallamos contra aquella imagen de nosotros mismos,
que enferma y distorsiona, que confunde y empobrece. 
¡Oh extravagante simpleza, que para ser lo que Soy, tuve que olvidar lo que era!
Hoy navego, por el mar de la indiferencia,
y remo por los confines más absurdos de mis apegos y mi ceguera.
¡Oh extravagante simpleza, quién te viera, quién se atreviera a verte o siquiera a vislumbrarte!
¡Ay, y qué sería de los simples mortales, si supieran que sólo te presentas ante los ojos certeros y ante el corazón desnudo de sí mismo!
Porque es en la simpleza, donde radica la belleza.”

SASHA BARTEL


Adicciones Tecnológicas

Cada cierto tiempo, los medios de comunicación de diferente corte y pelaje sacan una noticia con un estudio sobre cómo las nuevas tecnologías y su uso desmesurado producen patologías y trastornos en los usuarios advirtiendo a la población de que, además de ser irreversibles, van en aumento.

Estar enganchado al móvil o ser adicto a internet son las consecuencias nocivas de las que más se habla y las que más se teme padecer. La nomofobia -no mobile phone phobia- o pánico a no estar conectado por el móvil, la tecno ansiedad, o tecnostress, el síndrome de la vibración fantasma, etc. son algunas de las características del cuadro clínico que presenta esta dependencia tecnológica. 

Pero, ¿es cierto todo lo que se dice sobre los males que genera la tecnología o es miedo a lo desconocido y al cambio?

“Al principio también se pensaba que la velocidad de los trenes era perjudicial para el cuerpo humano y recuerdo leer artículos de finales del siglo XIX donde mucha gente criticaba el teléfono y su uso, advirtiendo de cómo iba a destruir el contacto personal”, cuenta José Miguel Gaona, psiquiatra y Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, que dirige el Instituto Neurosalus, especializado en el tratamiento de la depresión y las adicciones. “Internet per se no produce adicción. 

En 25 años de profesión no hemos visto ni una sola persona que fuese -con los síntomas propios de una adicción-, adicta a internet”.

La idea de que pudiera existir una adicción a internet tuvo supuestamente su origen en una broma que, en 1995, el psiquiatra Iván Golberg propagó por la recién estrenada red.

Cada tecnología que nace y se desarrolla viene asociada con una nueva patología. Ocurrió con el teléfono, la televisión, la consola y ahora con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación). “Toda tecnología como acción humana tiene unos efectos no previstos y no deseados.

Es una ley general a todo avance técnico pero, dicho esto, no creo que las TIC sean más perniciosas ni parece que las personas se vuelvan más adictas que con cualquier otro uso de las tecnologías”, asegura Francesc Núñez, Doctor en sociología y profesor agregado de la UOC, (Universitat Oberta de Catalunya) cuya investigación se centra en la sociología de las emociones, consumo y tecnología.

“Todas esas alertas que periódicamente salen en los medios, seguramente haya personas que tienen esos enganches, pero casi siempre en un porcentaje muy minoritario. La mayoría de la gente que hace un uso de las tecnologías de la comunicación no está teniendo esos efectos negativos”, asegura el investigador.

La idea de que pudiera existir una adicción a internet tuvo supuestamente su origen en una broma que, en 1995, el psiquiatra Iván Golberg propagó por la recién estrenada red. En ella hablaba de un nuevo síndrome al que llamó ‘desorden de adicción a Internet’ (IAD, en inglés) y en el que describía precisamente los síntomas mencionados al comienzo del texto: ansiedad, la necesidad de conectarse horas y horas, y el movimiento involuntario de los dedos para teclear.

Aquella falacia se dio por verdadera y pronto se inundó la web de gente que se veía identificada con esas dolencias. Ese mismo año, la psicóloga Kimberley Young, referente en la materia, fundó el Centro para la Recuperación de la Adicción a Internet netaddiction.com que continúa actualmente ofreciendo sus servicios.

La adicción a Internet (ni ninguno de los trastornos derivados de las nuevas tecnologías), no ha ingresado como desorden mental en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que edita la Asociación Americana de Psiquiatría, aunque los defensores de su existencia argumentan que Internet es aún muy nuevo y por eso no ha sido aún aceptada.

“Hay mucho de tecnofobia. En muchas de las entrevistas que hemos realizado sobre el uso de las nuevas tecnologías y las relaciones de pareja, todo el mundo está de acuerdo en que es preferible el cara a cara, porque la mediación tecnológica todavía despierta cierto recelo”, explica el sociólogo. “Pero fuera de esta ‘desconfianza’ inicial, el uso y las ventajas que ofrecen las TIC se extiende a cualquier ámbito. ¿Hay quien hace un mal uso y abusa?, pues seguro, pero en sí mismas no creo que encierren más peligro que otras tecnologías”.

Para el psiquiatra José Miguel Gaona, la posible dependencia que se desarrolla hacia el móvil o internet está ligada a la neurofisiología de cada uno lo que influirá a la hora de vivir en mayor o menor medida ese ‘enganche’. “Los circuitos de pregunta-respuesta se crean con bastante intensidad, requiere una acción inmediata, y eso produce -si se puede llamar así- cierta adicción. Han acostumbrado a sus neuronas a que cuando recibe un wassap contesten y si no lo hacen se siente incómodo y eso es lo que puede generar ansiedad”.

Helena Matute, catedrática de Psicología de la Universidad de Desto, quien se dio a conocer al ser una de la primeras en publicar un artículo en 2003, cuestionando estas patologías derivadas de las nuevas tecnologías, explicaba muy gráficamente: “Si alguien no puede dejar de entrar en Internet es como si fuera al mismo bar de la esquina todos los días. Podría ser un problema, pero no una adicción”.


El Aporte De Todos


En su uso más amplio, el término aporte refiere a aquella contribución que alguien realiza a otro individuo o a una organización. La mencionada contribución puede consistir en un bien inmueble, una suma de dinero o tratarse de una contribución de tipo espiritual, artística o intelectual.

Cuando hablamos de aportes que no tienen que ver con un bien material o una suma de dinero estaremos haciendo alusión a aquellos que una persona produce a través de algún trabajo o desarrollo que ha generado en el desempeño de algún quehacer específico dentro de un área. Por ejemplo un investigador científico que consigue tras un arduo trabajo desarrollar una vacuna que curará una peligrosa afección.

También la persona que a través de un trabajo intelectual incorpora una serie de ideas y de conceptos que son de suma importancia para la comunidad en la cual se desarrolla.
Desde cualquier área una persona podrá realizar algún aporte, asimismo un amigo que aconseja a otro para que evite un mal paso en la vida estará haciendo un aporte.

Normalmente los aportes que alguien realiza en niveles políticos, culturas, intelectuales, y que por los alcances afectan de manera positiva a las personas, las comunidades, los estados, entre otros, suelen ser reconocidos con menciones, premios, que dejan sentado en la historia ese aporte fundamental. 

Si revisamos la historia en general nos encontraremos con muchísimos ejemplos en este sentido, y que son básicamente los que permitieron el gran avance y evolución de la humanidad.

Los científicos, los intelectuales, los políticos, los militares, personalidades de la cultura y del arte marcan supremacía en este sentido.

No cabe duda de que en nuestra sociedad cada vez se hace más necesario analizar el contexto ético de las decisiones, en el actuar científico, laboral y profesional. 

El conocimiento se va haciendo más amplio y complejo, en la misma medida que la toma de decisiones y las acciones a que se ven enfrentados los profesionales deben tomar en cuenta variados aspectos, con complejidad creciente. 

Los conflictos de interés, la información privilegiada, el lucro personal indebido, el uso de conocimiento para el propio fin, la falta de respeto al prójimo, son aspectos a tener en consideración al momento de formar científicos y profesionales jóvenes en todas las disciplinas.


El compromiso personal de cada uno de los miembros de la comunidad universitaria va a hacer posible desarrollar de mejor forma la propia identidad de cada institución y su aporte prioritario a la sociedad. 

Las universidades cumplen un rol indispensable en la formación científica, profesional y ética de los jóvenes, lo que es un aporte de gran importancia para el pleno desarrollo del país. Cultivar estos valores, acoger la crítica y evaluación de cada uno de nuestros procesos, indicadores y resultados, es un compromiso público que la sociedad demanda.




Estupidez


Jane Goodall (Londres, 1934) lleva toda su vida estudiando el comportamiento de los chimpancés, promoviendo un estilo de vida de la sociedad occidental más sostenible con el medio ambiente y tratando de dar respuesta a una pregunta: ¿Por qué estamos destruyendo el planeta? Su conclusión deja en mal lugar a la especie humana. «Porque nos estamos comportando de un modo estúpido», afirmó ayer durante una visita a Barcelona.

Siempre acompañada por un chimpancé de peluche, Goodall se dedica en cuerpo y alma a llamar la atención sobre lo que los ciudadanos y las empresas pueden hacer en positivo por la conservación de los ecosistemas y el desarrollo sostenible y pacífico de, entre otras, las comunidades de la cuenca del Congo, donde cree que se corre el peligro de acabar con las selvas vírgenes por culpa de la sobreexplotación mineral.

Especialmente del coltán, elemento muy útil para fabricar los móviles. Por ello, pide la colaboración de consumidores y fabricantes de terminales en dos sentidos.

Por un lado, animando a la ciudadanía a involucrarse en el alargamiento de la vida útil y el reciclaje de móviles, y también instando a todas las empresas a asegurar la mayor transparencia en su cadena de suministros de minerales, para evitar que los usuarios terminen financiando a las grupos armados que violan los derechos humanos y trafican estos recursos en la República Democrática del Congo y países vecinos. Algo parecido a lo que ocurre con los diamantes, que deben llevar un certificado de que no son minerales 'de sangre'.

La campaña 'Movilízate por la selva', impulsada por el instituto Jane Goodall, trata de concienciar poniendo el acento en que la explotación del coltán y la casiterita está en el centro de los conflictos bélicos que producen millones de víctimas y refugiados en la República Democrática del Congo. La minería ilegal explota mano de obra infantil o semiesclavizada, destruyendo además los hábitats de muchas especies como los chimpancés y gorilas, en grave peligro debido a la caza furtiva y la deforestación

Reflexión:
«Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia de forma diaria», señala. Y se dirige, sobre todo a los jóvenes, a los que pide que reflexionen sobre cómo pueden solucionar los problemas. «Si se remangan, pueden cambiar el mundo», dice. Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y doctora honoris causa por más de cuarenta universidades del mundo, Goodall lo afirma desde su más absoluto amor por el mundo animal.

Un respeto que no aprendió en los libros, ni en las universidades, sino que se lo enseñó su perro. 

«Cuando fui a Cambridge, tras haber viajado a África, los profesores me decían que no podía hablar de los animales como seres con personalidades y emociones individuales. No son como nosotros, me recalcaban. Yo sabía que estaban equivocados», remata. Tras más de 60 años estudiando primates, su conclusión es que son muy parecidos a los humanos. Sus relaciones familiares pueden durar más de medio siglo, tienen personalidad propia, el funcionamiento de su cerebro es muy parecido y tienen las mismas emociones básicas: felicidad, ira, miedo, desesperación, también pueden ejercer la violencia, como el hombre, provocan guerras entre comunidades y sienten el amor, el afecto y pueden ser altruistas y hasta sienten la vergüenza. «No hay frontera entre nosotros y el resto de los animales», 
asegura. 

Tampoco con los toros. «Si fuera un toro no me gustaría participar en una corrida», remata. «Los humanos no somos los únicos que tenemos sentimientos», concluye.


La Evasión Voluntaria


En este hermoso día que estamos compartiendo seguramente ocurren cosas que nos involucran a muchos de nosotros, de no ocurrir así, algo deberá ser corregido, pues nadie puede de motu proprio,  “tirarse al costado del camino” y dejar que la vida continúe como si tal cosa, como si lo que hagamos, o lo que resulta peor, dejemos de hacer, no tuviera ninguna relevancia en el quehacer diario.

La vida continúa con o sin nosotros, quien nada hace simplemente no existe, la vida se le escurre como se escurre la arena entre nuestros dedos, pensar en una “automarginación”  voluntaria de lo mucho que podemos y debemos aportar es un derroche inconsciente  de las “muy pocas oportunidades” que podamos encontrar para poder integrarnos al accionar conjunto, nuestra vital inclusión a la “vida en sociedad” en la comunidad que integramos.

El cúmulo de los días como el de este primer día de febrero es el que constituye “la existencia humana” un regalo invalorable en el cual no se nos requiere retribución alguna, malgastar estas oportunidades, demuestran el grado de ingratitud y de ceguera existencial que no solamente nos excluye como individuos sino que, además, nos condena a continuar vegetando sumidos en la ignorancia.



Indiferencia Y Frialdad


“A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada”. JK Rowling.

La indiferencia es un estado afectivo neutro. Solemos definir a una persona indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. Es un sentimiento que mantiene al margen a la persona que tiene esta condición. Sin embargo, cuando recibimos un zarpazo de indiferencia de alguien, sus garras nos producen heridas dolorosas.

Pensar en alguien indiferente es atribuirle una serie de adjetivos, que poco o nada tienen que ver con el ideal de una persona virtuosa. La indiferencia está asociada a la insensibilidad, el desapego o la frialdad, características que se presuponen son contrarias a la condición social que tenemos los seres humanos y que provoca que nos relacionemos unos con otros.

Ser indiferente implica que “nada nos importa”. Que no sentimos nada ante una situación o persona, que “todo nos da igual”. Aunque estemos seguros de que esto es así, habría que preguntarse si es posible conseguir aislar nuestras emociones de esta manera. Realmente, cuando mostramos indiferencia hacia algo o hacia alguien, lo que hacemos es acercarnos o alejarnos de esa persona o esa circunstancia.

LA INDIFERENCIA DUELE
La vida está llena de momentos y circunstancias en la que optar por la indiferencia no siempre es lo mejor. Puede importarnos más o menos, pero nunca podemos dejar de sentir. Es un recurso que nos permite elegir unos estímulos para sentirlos o simplemente para apartarlos de nosotros. Por tanto, la indiferencia absoluta, nunca es posible.
Dice la sabiduría popular que “la indiferencia es la respuesta más dura, aun cuando esperas poco”. Está demostrado que cuando hacemos gala de nuestra indiferencia hacia otra persona, esta actitud es una de las más agresivas y dolorosas que podemos proyectar. Mostrar nuestra indiferencia a alguien implica que estás retirando todo tus sentimientos, que no existe para ti.
Pero no siempre la indiferencia es negativa. También es un mecanismo de defensa al que nos agarramos para no sufrir continuas decepciones, antes las vicisitudes de la vida.
“Mantenernos al margen” o “no esperar nada de nada, ni de nadie” es una manera de protegernos. Si no tuviéramos la capacidad de recurrir a la neutralidad, si tuviéramos que dar una respuesta negativa o positiva a cada estímulo que recibimos, terminaríamos agotados.”

“No podemos obligar a las personas a que nos traten de una manera diversa y abandonen su actitud indiferente. Sin embargo, cuando se trata de alguien realmente importante y significativo para nosotros, podemos esforzarnos por conocerle mejor y poner en práctica comportamientos que hagan resonancia con su sistema emocional.

En muchas ocasiones las personas que se muestran indiferentes lo hacen porque otras, a su vez, lo han hecho con ellas. La indiferencia es la única manera de relacionarse que conocen. Otras veces se comportan de esta manera porque temen implicarse demasiado emocionalmente y salir heridas. En ese caso, el secreto radica en demostrarles que eres una persona de fiar, que no les defraudarás.

Sin embargo, en algunos casos la mejor estrategia consiste en establecer una distancia de seguridad y rodearte de personas positivas que realmente te valoren por tus cualidades y te hagan sentir bien. Recuerda que no puedes elegir a tu familia pero sí a tus amigos y, sobre todo, no olvides que solo tú tienes el consentimiento para darles poder sobre ti”.

Ser Lo Que Eres

 Sólo decir que soy como soy, nada más...

Y el que quiera saber más, tendrá que conocerme...;)
Caminamos por este mundo interrelacionándonos unos con otros, cada uno dentro de su propia esfera, orbitando su propio mundo, e irradiando su imagen a todos los confines, con la finalidad de establecer contacto, entablar un vínculo que nos permita compartir inquietudes, intercambiar nuestras experiencias de vida, como todos aquellos que se desprenden de lo mejor de sí, para recibir en una contrapartida no reclamada ni exigida lo mejor del otro en ese dar y recibir que enaltece nuestra existencia.
“La hipocresía, la falsedad o la mentira son comunes entre los humanos. En contraposición, se considera que alguien tiene autenticidad cuando no finge, no engaña y se presenta tal y como es en realidad.

Las personas auténticas se muestran a los demás en su verdadera dimensión personal, sin dobleces ni estrategias, diciendo la verdad aunque no sean comprendidas.

Alguien es auténtico cuando no le importa la opinión de las demás y quiere ser fiel a sí mismo. Esta actitud es loable pero no está exenta de un posible rechazo social, ya que ser fiel a unos principios y valores supone posibles enfrentamientos con algún sector de la sociedad.

Ser auténtico es una aspiración personal y la mayoría de individuos tiene una opinión favorable en relación con su grado de autenticidad. Sin embargo, las distintas formas de manipulación son consideradas útiles socialmente y, en consecuencia, las actitudes sinceras y honradas resultan en ocasiones perjudiciales para los intereses personales de cada uno.

Ser auténtico es no engañar a los demás y, sobre todo, no engañarse a uno mismo. Quien posee este rasgo de personalidad asume las consecuencias de sus actos y sabe que muy probablemente tendrá que ir contracorriente o pagar un elevado precio por ello”.


El Recurso De La Mentira



 Se suele decir que el recurso de la mentira como “medio de presentación” de nuestra imagen pública, método que pareciera contar con muchos adeptos, es una forma de divulgación que no se sostiene en el tiempo pues como se suele decir en el refranero popular “la mentira tiene patas cortas”

“A veces viene bien recordarles a los demás o hacerles saber que su comportamiento resulta un tanto falso e hipócrita, sin alterar el ecosistema de una red social.

Los carteles son la forma más indirecta de dejar escapar nuestros pensamientos sin tener que enfrentarnos a su destinatario.

Si es en una red social como Facebook, bien pueden etiquetarse, pero una enemistad con alguien siempre tiene consecuencias, sobre todo entre amigos. Muchos también opinan que eso es de cobardes, juzga tú mismo o tú misma, cada una sabe lo que hace, lo que quiere, lo que necesita.

Las formas directas son las más razonables, o sea, decirlo cara a cara y dejan desnuda cualquier defensa, pero siempre hay que hacerlo en presencia de testigos porque la mentira tras una disputa en la que tienes razón puede distorsionar la realidad, una herramienta básica que vimos en el post de cómo detectar a un mentiroso”.

Los que  vivimos en comunidades relativamente pequeñas aunque hoy en día se dice que “el mundo es un pañuelo” que bien puede caber en un puño, conocemos y tenemos muy en cuenta todo aquello que nos advierte: “pueblo chico infierno grande” claro que ahora con las “nuevas cajas de resonancia” de las redes sociales, tenemos otra posibilidad de “darnos a conocer” y tratar de “vender la falsedad de una imagen”.

Cuando estas cosas ocurren todo mentiroso sabe que estemos donde estemos, aunque inútilmente “nos mimeticemos” la realidad pondrá de manifiesto nuestra verdadera identidad, no somos tantos y en muy poco tiempo “nos conoceremos todos”


jueves, 5 de septiembre de 2019

El Desborde


Mezcla de sentimientos muy intensos que se manifiestan de forma desenfrenada.
"estaba poseído por una vorágine de amor y pasión hacia ella"

La vorágine, en este sentido, puede ser la sucesión o al amontonamiento de elementos o situaciones que, por su velocidad, genera confusión y desconcierto. Por ejemplo: “Mañana concluyen mis vacaciones y vuelvo a la vorágine de la oficina”“¡No lo puedo creer! En el medio de la vorágine, me olvidé del cumpleaños de Paula”“Siempre es bueno salir de la vorágine y detenerse a reflexionar.

La mayoría de las veces se vive al límite de todas las posibilidades, pareciera que se quisiera estar presente en todas las opciones posibles, aunque estas opciones, nos exijan movernos a un ritmo tan acelerado, que casi sin darnos cuenta, nos precipitemos al borde de la cornisa, es decir, no poder  controlar el desborde de los acontecimientos quedando a merced de las circunstancias y que éstas adquieran las características propias de una verdadera vorágine.

La aceleración de todo lo que pretendamos hacer nos llevará a una necesaria evaluación apresurada de cada acontecimiento con el agregado de que en tales circunstancias se corre el altísimo riesgo de perder la objetividad necesaria para actuar en consecuencia.


Cuando Nada Nos Conmueve

 “[persona] Que no se altera, perturba o muestra emoción alguna ante una impresión o estímulo externo que normalmente producen turbación, desencadenan una emoción o inducen a determinada acción.”


.sinónimos: impasible, imperturbable

“Existen distintas características del carácter que definen el modo de ser de una persona. El modo de ser de una persona no se describe, únicamente, por un rasgo en concreto sino por la suma de varias cualidades. Un rasgo habitual de aquellas personas que tienen una gran fortaleza emocional es que son imperturbables, es decir, pueden permanecer inalterables a nivel anímico ante un estímulo externo.

Una persona imperturbable es aquella que tiene un gran control sobre su estado de ánimo y sus sentimientos potenciando el valor de la fortaleza como muestra el estoicismo. Desde el punto de vista de las relaciones personales, aquellas personas que tienen un modo de ser de estas características pueden mostrarse distantes en ciertos momentos al parecer frías”.

... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/social/imperturbable.php

En nuestras latitudes se suele describir a este tipo de personas como “que tienen sangre de pato”, nada les altera, se muestran incapaces de demostrar emociones o aptitudes solidarias ante situaciones adversas que puedan ocurrir en su entorno o afecten directamente a sí mismo o a alguno de sus allegados.

Resulta algo común convivir con personas que demuestran tales características y a las cuales se intenta evitar por inútiles e insípidas en toda participación que les pudiese involucrar.




Firmeza En La Conducción


El sentido de nuestra vida se encuentra firmemente ligado a las metas y objetivos que nos hayamos impuesto, diría que cuando notamos que existe una ausencia en todo aquello relacionado con nuestras aspiraciones, lo que percibimos es que navegamos al garete, sin un rumbo fijo, carentes de las coordenadas que nos indiquen el lugar exacto en donde nos encontramos, nuestros objetivos se nutren de las certezas que recogemos por el camino y cuánto mayor sea el esfuerzo que realicemos mayores serán nuestras expectativas de alcanzar las metas que nos hayamos propuesto.

“Cada vez que repetimos un comportamiento, del cual se desprende una emoción, estamos reforzando estas mini-redes, las cuales con el transcurrir del tiempo, van moldeando nuestra identidad y terminamos identificándonos con estas emociones y conexiones, aun sin desearlo, pues es un acto totalmente inconsciente.

Por otro lado, nuestro cerebro es un laboratorio  sumamente complejo, donde constantemente se están produciendo cientos de sustancias químicas, las cuales están asociadas a las diferentes emociones que experimentamos: alegría, tristeza, ira, frustración, amor, odio, etc. Esto hace que cuanto más repitamos un comportamiento o hábito, más se verá afectada la química de nuestro cerebro por este, lo que hará que nuestro cuerpo se vuelva más y más dependiente de esta emoción o sentimiento para “subsistir” sin importar si esta emoción es “negativa” o “positiva”.

Se podría decir entonces que nuestras emociones son productos químicos elaborados por nuestro organismo (científicamente llamados neuropéptidos) en respuesta a determinados estímulos y estas sustancias químicas recorren nuestro cuerpo y se unen a las células, marcándole como una especie de pauta a nuestro cerebro que le avisa cuando no están satisfechas estas necesidades químicas en nuestro cuerpo.

Es por esta razón que muchas veces, buscando revivir la emoción, repetimos el mismo comportamiento una y otra vez, aunque sepamos de antemano que el resultado puede no ser satisfactorio o que incluso venga acompañado de una gran carga de culpabilidad por no ser lo suficientemente fuertes para resistirnos a la tentación de prender ese último cigarrillo, o de comernos ese último pedacito de torta, o de soltar lo primero que nos cruza por la cabeza cuando sentimos que alguien está interfiriendo en nuestros asuntos.

Lo hacemos siguiendo el impulso de nuestro cerebro, el cual tiene como objetivo mantener el suministro constante de las sustancias químicas que nuestro cuerpo necesita para sentirse bien. Es aquí donde nos volvemos adictos. Adictos a la comida, a los juegos de azar, al cigarrillo, al sexo, a las drogas, etc., y de igual manera, adictos a las emociones.

Entonces vemos personas a quienes no les importa arriesgar su vida con tal de sentir una descarga de adrenalina, o las que se regocijan y disfrutan el conflicto porque su cuerpo se lo pide y entonces de cualquier cosa hacen una polémica, o las que necesitan constantemente la aprobación de los demás y por ende buscan ser perfectas en todo, privándose de intentar cosas nuevas por el temor a “no ser la mejor”.

Quiere decir esto que la clave para lograr deshacernos de esos comportamientos que solo nos generan frustración y/o culpa es deshacer las mini-redes neuronales que nos mantienen atados a nuestras emociones adictivas. Para lograrlo no es suficiente el deseo y la fuerza de voluntad; es necesario encontrar la causa raíz de nuestra adicción, hacernos conscientes de cuál es el detonante que hace que nos comportemos de determinada manera. Por lo tanto, si quieres ver un cambio definitivo en tu vida y no seguir sintiéndote culpable por tu falta de voluntad, te invito a que inicies un proceso de indagación que te permita conectarte con lo más profundo de tu inconsciente en busca de las respuestas, en busca de esos mensajes y sentimientos que forman parte de tu memoria celular.

El hecho de que nuestros pensamientos y emociones son energía, que todo en nosotros es energía, incluyendo nuestro cuerpo, en mayor o menor grado de densidad, nos lleva a la conclusión de que para cambiar patrones de conductas y hábitos, debemos liberar la energía asociada a las imágenes mentales y recuerdos negativos que subyacen detrás de estos. 

Esto quiere decir vaciar nuestro inconsciente para luego “cambiar su configuración” y poder colocar información nueva en él. Información que nos sea útil para lograr las metas que nos hemos trazado. No podemos llenar una copa que ya está llena, hay que vaciarla primero para poder verter agua nueva y fresca en ella”.

.

Expresiones



Resulta interesante incursionar por los senderos que nos conducen a los medios y formas que utilizamos en la construcción de nuestras expresiones tanto sean éstas orales como escritas.

Sin duda el lenguaje que utilicemos será un factor determinante a la hora de evaluar lo  avanzado de nuestra cultura y el grado de riqueza expresiva que incorporemos en nuestras manifestaciones idiomáticas.

Digamos que:

“El término prosaico tiene su origen en el latín. Procede del latín tardío prosaicus, adjetivo formado por el sustantivo prosa y el sufijo –icus (a partir de, desde). A su vez, el sustantivo prosa, prosae viene de “prosa oratio” cuyo significado es discurso en línea recta, derivado del adverbio prorsus formado por el prefijo pro (delante, en adelante) y vorsus, vocablo en el que se halla la raíz vors (una variante de vers que significa verso) que indica movimiento, dirección.

En la Antigua Roma los poetas eran muy rigurosos en la construcción poética: utilizando rima, un cierto número de sílabas por cada verso y determinados versos por cada poema. Pero esto fue modificado por una nueva poesía en forma de prosa, de esta manera se la llamó prosaica en el sentido de baja, burda y vulgar.
De esta manera se puede considerar como el concepto etimológico de esta palabra lo relativo o perteneciente a la prosa o que la contiene”.
“Cabe mencionar que la noción de poético y prosaico se encuentra sumamente vinculada a las cuestiones sociales y culturales de un grupo. Por ejemplo mientras que para algunos la figuración de una rosa amarillenta dentro de un libro puede ser una imagen poética, mientras que otros lo consideran prosaico porque les resulta desagradable que las personas puedan disfrutar ante la percepción de una planta muerta

Cuando se dice que un poema es demasiado prosaico se está expresando que el autor se enfocó poco o malamente en la expresión de un idea mediante los recursos de la poesía y que, en cambio, se basó en aspectos más propios de la narrativa. 

Los textos prosaicos suelen ser menos coloridos y carecen de metáforas y analepsis, por nombrar dos recursos propios de la poesía. 

Por tanto un poema prosaico es aquel que a simple vista no representa lo que se entiende por poema propiamente dicho.

Otro concepto vinculado con este es el de prosa poética, es aquella en la que la narrativa se encuentra expresada de una forma sumamente ilustrativa, al utilizar ciertas acentuaciones en cadencias en las palabras. 

Además las pausas son más propias de la poesía que del género narrativo, y todo se construye de una forma musical.

Resulta interesante incursionar por los senderos que nos conducen a los medios y formas que utilizamos en la construcción de nuestras expresiones tanto sean éstas orales como escritas.




Extender La Mirada


Luhmann (1998:59) «La sociedad es el sistema que engloba todas las comunicaciones». « Toda comunicación engloba un triple proceso de informaciones, expresiones y comprensiones»
La comunicación humana es de contenido simbólico y conceptual de gran abstracción, trasciende el aquí y ahora.

«La comunicación es un tipo diferenciado de actividad social que implica la producción, transmisión y recepción de formas simbólicas que compromete la materialización de recursos» (Thompson 1998:36) 

La acción social tiene siempre un propósito y sentido y se lleva a cabo en contextos estructurados. Los individuos e instituciones ocupan posiciones diferentes en los contextos sociales y disponen de diversos recursos (poder) para la consecución de sus objetivos.

“Ahora bien, la mirada individual, debido a la complejidad de la mente, evoca la existencia de incontables miradas, tan innumerables como son los objetos percibidos y reconocidos.
Vivimos, además, en la sociedad de la saturación de la representación y de la imagen. Y nuestras conductas y sentires grupales e individuales son, incesantemente, guiados por el mundo icónico.

Así, la mirada contemporánea muestra cansancio, pues, ¿acaso podemos elegir mirar en la era de la ubicuidad de las pantallas?

No podemos sustraernos a la omnipresencia de las imágenes, tanto a las producidas desde el exterior como a las que recreamos o se recrean, sin control, en nuestra psique.
Somos, desde esta perspectiva, los límites que impone cada una de las miradas asumidas, para luego circunscribirlas, consciente o inconscientemente, a nuestra identidad, prejuicios, pensares y creencias.

Pero también somos la prolongación de la mirada, pues más allá de nuestra piel y de nuestros ojos está ese algo que llamamos mundo, lo social, el medio ambiente... eso con lo que conectamos haciéndolo parte de uno mismo.

“Los silencios de algunas personas muchas veces hablan. La voz de los silencios viene dada por aquello que no se dice, pero que sabe expresarse de otras formas, a través del lenguaje del cuerpo y de los gestos. La mayor parte de las veces, es esta comunicación no verbal es la que prima a la hora de tomar un primer contacto con alguien, la que nos da la primera imagen, esa que es tan difícil de borrar o difuminar después”.

No debemos descartar a priori ni mucho menos descalificar argumentando los motivos que fueren los distintos medios por los cuales el mundo exterior nos hace llegar sus mensajes, una mirada extendida hacia todos aquellos que de una forma u otra integran “nuestro mundo” nos mantendrá en un contacto constructivo mediante el cual logremos percibirnos mucho mejor de lo podríamos ser capaces de comprender en otras circunstancias.