En su uso más amplio, el término aporte refiere a
aquella contribución que alguien realiza a otro individuo o a una organización.
La mencionada contribución puede consistir en un bien inmueble, una suma de
dinero o tratarse de una contribución de tipo espiritual, artística o
intelectual.
Cuando hablamos de aportes que no tienen que ver
con un bien material o una suma de dinero estaremos haciendo alusión a aquellos
que una persona produce a través de algún trabajo o desarrollo que ha generado
en el desempeño de algún quehacer específico dentro de un área. Por ejemplo un
investigador científico que consigue tras un arduo trabajo desarrollar una
vacuna que curará una peligrosa afección.
También la persona que a través de un trabajo intelectual incorpora una serie de ideas y de conceptos que son de suma importancia para la comunidad en la cual se desarrolla.
Desde cualquier área una persona podrá realizar algún aporte, asimismo un amigo que aconseja a otro para que evite un mal paso en la vida estará haciendo un aporte.
Normalmente los aportes que alguien realiza en niveles políticos, culturas, intelectuales, y que por los alcances afectan de manera positiva a las personas, las comunidades, los estados, entre otros, suelen ser reconocidos con menciones, premios, que dejan sentado en la historia ese aporte fundamental.
Si revisamos la historia en general nos
encontraremos con muchísimos ejemplos en este sentido, y que son básicamente
los que permitieron el gran avance y evolución de la humanidad.
Los científicos, los intelectuales, los políticos, los militares, personalidades de la cultura y del arte marcan supremacía en este sentido.
No cabe duda de que en nuestra sociedad cada vez se
hace más necesario analizar el contexto ético de las decisiones, en el actuar
científico, laboral y profesional.
El conocimiento se va haciendo más amplio y
complejo, en la misma medida que la toma de decisiones y las acciones a que se
ven enfrentados los profesionales deben tomar en cuenta variados aspectos, con
complejidad creciente.
Los conflictos de interés, la información
privilegiada, el lucro personal indebido, el uso de conocimiento para el propio
fin, la falta de respeto al prójimo, son aspectos a tener en consideración al
momento de formar científicos y profesionales jóvenes en todas las disciplinas.
El compromiso personal de cada uno de los miembros
de la comunidad universitaria va a hacer posible desarrollar de mejor forma la
propia identidad de cada institución y su aporte prioritario a la
sociedad.
Las universidades cumplen un rol indispensable en
la formación científica, profesional y ética de los jóvenes, lo que es un
aporte de gran importancia para el pleno desarrollo del país. Cultivar estos
valores, acoger la crítica y evaluación de cada uno de nuestros procesos,
indicadores y resultados, es un compromiso público que la sociedad demanda.
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