lunes, 23 de septiembre de 2019

Cuando No Nos Definimos

El hombre incompleto busca en las vidrieras infinitas del televisor los pedazos que le faltan.


Quiere comprar lo que no tiene pero nada es suficiente, el agujero se hace más grande cuanto más consume.

Casi nunca se pregunta qué es la felicidad.

El tiempo no le alcanza por lo mucho que debe trabajar para construir su propia jaula.

No tiene tiempo para escuchar las advertencias del cuerpo y la razón.

El hombre inconcluso creció esperando ser grande para estar, al fin, entero. Ahora grande, ya no sabe ni lo que busca. Solo sabe que le falta algo.

Es un desconocido para sí mismo, su propia imagen es lo que cree que piensan los demás sobre él.

No tiene vida interior ni intimidad y vive más pendiente de su apariencia externa que de su estado interior.

Ha olvidado que es un hombre hecho de cosas que no se compran.

Su cabeza es una multitud de voces egoístas y ajenas.  Hace lo que hace pensando en lo que hará después.

Hace callar a su hijo para escuchar a un desconocido por televisión. Pero deja todo, incluso al televisor, si suena su teléfono.

Engulle la comida apurado como si fuera  una obligación. Y obligado por el mismo, va a cumplir con un fin ajeno. Un objetivo que no es suyo, algo que persigue ansiosamente solo porque muchos desean lo mismo.

No sabe que ese puede ser su ultimo almuerzo y la última vez que vera a su familia.

No sabe que el milagro del sol cada mañana y de la luna cada noche

Acabará sin su consentimiento.


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