El intelecto es la consecuencia de lo que la cultura siembra en las
entrañas del ser humano, digamos que el intelecto se desarrolla una vez que es
engendrado, cual si fuere un embrión alojado en los ovarios del saber, para
luego ser nutrido por el esfuerzo constante y sin pausa de la cultura.
“En el planteamiento de que la intelectualidad debe de ser cultivada,
ser intelectual significa haberse dedicado a alimentar y a enriquecer el
intelecto y eso viene como resultado de muchas lecturas y larga data de
conocimiento adquirido, es nutrir la memoria, someter las informaciones
obtenidas al razonamiento y como resultado obtener un entendimiento por encima
del promedio.
En cambio la inteligencia es una cualidad nata de una persona que ha
desarrollado cierto aprendizaje, pudiendo ser éste empírico o académico.
Se puede ser inteligente y simplemente no utilizarse esa cualidad,
entonces ahí la inteligencia sólo se convierte en habilidad.
Tampoco es lo mismo ser inteligente que ser educado, sin embargo no se
puede cosechar intelectualidad si no se ha sembrado conocimiento abonado con
racionalidad.
Lo cierto es que se puede ser inteligente y no ser intelectual, así como
también, se puede ser intelectual y no ser inteligente.
Aunque entre en contradicción con algunos profesionales de la conducta humana,
yo entiendo, que las personas nacen inteligentes y que con el tiempo
desarrollan más esa cualidad alimentándola con las herramientas propias del
conocimiento, es una falacia decir que todos somos inteligentes, la realidad es
que cada quien tiene una o varias cualidades más desarrolladas que otras y la
inteligencia puede ser una de ellas.
Para ser intelectual, es necesario tener una memoria capaz de acumular
informaciones y razonarlas y para ello no necesariamente se precisa de ser
inteligente, sino de estar consciente con que se quiere y que se debe hacer.”
Un intelectual no tiene que ser un erudito, un
enciclopedista, un sabelotodo capaz de opinar o hablar sobre cualquier tema.
Los eruditos devoran información, son muy leídos e ilustrados, hacen gala del
conocimiento acumulado, más no tienen pensamiento crítico ni compromiso social
para confrontar y mejorar la realidad. Por eso no todo académico, escritor o
filósofo puede ser considerado un intelectual. Incluso, quien se ocupe de
generar conocimientos para mantener el estatus quo puede ser un analista, hasta
un científico, pero no un intelectual.
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