La
innovación depende de la creatividad y esto es algo que se puede empezar a
construir hoy mismo.
Cuanto más innovadores seamos en la resolución de los problemas o al abordar los temas desde enfoques diferentes, saldrá a la luz lo mejor de nosotros mismos. ¿Por qué es importante este enfoque? Porque lo que impulsa la innovación es la creatividad. Y cuánto más libertad creativa tengamos mejor será el rol del que dispongamos en el proceso innovador.
Cuanto más innovadores seamos en la resolución de los problemas o al abordar los temas desde enfoques diferentes, saldrá a la luz lo mejor de nosotros mismos. ¿Por qué es importante este enfoque? Porque lo que impulsa la innovación es la creatividad. Y cuánto más libertad creativa tengamos mejor será el rol del que dispongamos en el proceso innovador.
¿Con qué
intención te levantas por la mañana? ¿Eres de los que piensa que el mundo es un
lugar lleno de posibilidades para desarrollarse y ser feliz?, o ¿eres de
los que piensa que es un valle de lágrimas, que todo está fatal, que tú no
puedes hacer nada, etc…?
No vive lo mismo la persona que se enfrenta al mundo con la intención de
sacar lo mejor de sí misma que la que, consciente o inconscientemente, decide
ser víctima de las circunstancias y de los demás.
La primera
vivirá la vida con intensidad disfrutando de cada momento y la segunda vivirá
en constante dependencia de los demás.
La idea que
uno tiene de sí mismo y de sus capacidades determinará lo que pueda ofrecer.
En cada
persona hay un don que ofrecer al mundo y, desarrollarlo llena de sentido la
vida. Una mente sin objetivos se entretiene en pensar en círculos,
dándole vueltas a todo, una y mil veces, y en emitir juicios constantemente.
Mucha gente
no sabe qué es lo mejor que tienen ni qué podrían ofrecer de sí mismos. La
verdad es que nos acostumbramos tanto a satisfacer las expectativas de los
demás, de la sociedad, de lo que, suponemos que está bien o está mal, de lo que
es aceptado o políticamente correcto, que nos hemos anulado y no vemos nuestras
propias cualidades.
Todos
podemos desarrollar ese potencial innato con el que nacemos.
Es esa
actividad con la que nos sentimos a gusto, la que nos hace sentirnos útiles, a
nosotros mismos y a los demás, eso que hacemos de una manera especial y que nos
hace especiales.
Nuestro
don, ese regalo que podemos ofrecer al mundo, puede ser una palabra de consuelo
en un momento oportuno, un buen plato de comida, una sincera ayuda al que lo
necesita, una sonrisa o un servicio cualquiera ofrecido de corazón.
Para poder conectar con el propósito de la vida, tenemos que fijarnos en
lo que hacemos y cómo lo hacemos y los sentimientos positivos que transmite.
Hay que escuchar a nuestro corazón, sincerarnos con nosotros mismos y
preguntarnos, “si yo tuviera la vida resuelta o si no importara el dinero,
¿cuál sería la actividad que me daría más satisfacción interna, la que podría
hacer de mi mundo y del mundo en general, algo mejor?”
El poner nuestro ideal al servicio de la comunidad hace que aflore lo
mejor de nosotros mismos.
Lo que
obtengamos de la vida va a depender de lo que nosotros le demos a ella. Cuando
damos lo mejor de nosotros mismos estamos haciendo que lo positivo florezca
alrededor y eso revierte a nuestro favor.
Solo se trata de hacer florecer nuestras cualidades y compartirlas con los
que están a nuestro alrededor.
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