En este hermoso día que estamos compartiendo seguramente ocurren cosas
que nos involucran a muchos de nosotros, de no ocurrir así, algo deberá ser
corregido, pues nadie puede de motu proprio, “tirarse al costado del
camino” y dejar que la vida continúe como si tal cosa, como si lo que hagamos,
o lo que resulta peor, dejemos de hacer, no tuviera ninguna relevancia en el
quehacer diario.
La vida continúa con o sin nosotros, quien nada hace simplemente no
existe, la vida se le escurre como se escurre la arena entre nuestros dedos,
pensar en una “automarginación” voluntaria de lo mucho que podemos y
debemos aportar es un derroche inconsciente de las “muy pocas
oportunidades” que podamos encontrar para poder integrarnos al accionar
conjunto, nuestra vital inclusión a la “vida en sociedad” en la comunidad que
integramos.
El cúmulo de los días como el de este primer día de febrero es el que
constituye “la existencia humana” un regalo invalorable en el cual no se nos
requiere retribución alguna, malgastar estas oportunidades, demuestran el grado
de ingratitud y de ceguera existencial que no solamente nos excluye como
individuos sino que, además, nos condena a continuar vegetando sumidos en la
ignorancia.
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