martes, 19 de noviembre de 2019

Seamos Optimistas



El sentido común y la mayoría de la gente, siempre nos ha dicho que ser optimistas nos ayuda a ser más exitosos en nuestra vida. Sin embargo, es posible que no tengamos muchas respuestas lógicas al por qué debe ser así, o no tengamos claro exactamente cómo podemos ser optimistas para experimentar sus ventajas.
En los últimos años, la investigación en psicología, se ha esforzado por conocer mejor cuáles fortalezas y competencias pueden favorecer a una mayor satisfacción personal que nos ayude a tener una vida plena. Según estos hallazgos ¡definitivamente el optimismo es un complemento que no podemos olvidar!
Se ha encontrado que las personas optimistas suelen sufrir menos problemas depresivos. Aparentemente, esta cualidad ayuda a protegernos de la visión desesperanzada que caracteriza a este problema y “amortigua” el impacto de las dificultades. A su vez, ayuda a vernos con más capacidad para enfrentar los conflictos y sobrellevar mejor el sufrimiento.
Además, se ha demostrado que el optimismo, también parece ayudar a presentar menos enfermedades físicas. Aparentemente, éste es un ingrediente fabuloso a la hora de enfrentar situaciones estresantes, lo que nos ayuda a compensar sus efectos nocivos sobre la salud.
Asimismo, el optimismo puede favorecer un mejor rendimiento académico, deportivo y una mejor adaptación profesional. Su presencia, nos ayuda a superar las dificultades, a la vez que nos permite construir metas y sueños ambiciosos, que nos mantienen motivados y orientados hacia su logro.
¿Cómo actúa el Optimismo?
El secreto parece estar en que las personas pesimistas y optimistas utilizan estrategias diferentes a la hora de afrontar situaciones estresantes. En el caso del optimismo, favorece que se empleen mecanismos mucho más eficientes y constructivos al enfrentarnos a los conflictos.
Esta potente herramienta promueve que se activen respuestas orientadas directamente a resolver el problema, lo que impide, por ejemplo, caer en el típico error de tratar de “olvidar” o de “huir” de ese elemento doloroso o angustiante, lo cual definitivamente no nos ayuda a buscarle una solución al conflicto.
Los optimistas, parecen moverse más fácilmente a resolver lo que les preocupa, se sienten más capaces, con más control y probabilidad de éxito. Por lo cual, hacen más para mejorar y piensan menos en su malestar, buscan más y mejores soluciones, y lo intentan muchas más veces. Por el contrario, los pesimistas tienden a enfocarse en las emociones negativas que les suscita el problema, quedan “encerrados” en un bucle del que es difícil salir y no les conduce a la solución.
Pero… ¿Cómo ser realmente optimista?
Parece tener mucho que ver con las expectativas. Los optimistas, tienen una predisposición a esperar resultados positivos en sus vidas, con una creencia general de que “las cosas van a salir bien” aunque pasen por momentos difíciles. Esta virtud parece desarrollarse en función de la explicación que hemos dado a los eventos en el pasado, es decir, cómo interpretamos nuestras experiencias.
Según se ha encontrado, las personas con un estilo optimista, suelen atribuir los acontecimientos positivos, a causas permanentes, globales y que tienden a deberse a sí mismos. Por ejemplo, cuando son ascendidos en el trabajo, lo atribuyen a que la vida es justa y que ellos son realmente competentes. Esto ayuda a tener creencias positivas que invitan a aproximarnos al mundo, a la gente, a experimentar sin miedo, y a confiar en nuestras capacidades, sobre las que tenemos control y son estables en el tiempo.
A su vez, los eventos negativos suelen atribuirlos a factores externos, temporales y específicos. Por ejemplo, una actitud hostil de su pareja o un amigo, la atribuyen a que posiblemente ha tenido un mal día y lo ha hecho sin pensar. Este tipo de explicación nos invita a darle una segunda oportunidad, protege la relación con el otro y a nosotros mismos. Esto es mucho menos doloroso y más fácil de manejar, que pensar que todas las personas son crueles y que hay algo malo en nosotros que no nos permite tener buenas relaciones. Por lo tanto, el optimista, pone la causa de este evento negativo en algo pasajero y puntual, ¡mañana será otro día!
Aunque el éxito de las cosas que hacemos depende de muchos factores, parece que puede resultarnos mucho más útil aprender a cambiar las explicaciones que damos a nuestras experiencias. Mantener la esperanza de que las cosas van a mejorar definitivamente nos puede hacer la vida un poco más fácil y ¡más exitosa!
Pero… ¿Cómo ser realmente optimista?
Parece tener mucho que ver con las expectativas. Los optimistas, tienen una predisposición a esperar resultados positivos en sus vidas, con una creencia general de que “las cosas van a salir bien” aunque pasen por momentos difíciles. Esta virtud parece desarrollarse en función de la explicación que hemos dado a los eventos en el pasado, es decir, cómo interpretamos nuestras experiencias.
Según se ha encontrado, las personas con un estilo optimista, suelen atribuir los acontecimientos positivos, a causas permanentes, globales y que tienden a deberse a sí mismos. Por ejemplo, cuando son ascendidos en el trabajo, lo atribuyen a que la vida es justa y que ellos son realmente competentes. Esto ayuda a tener creencias positivas que invitan a aproximarnos al mundo, a la gente, a experimentar sin miedo, y a confiar en nuestras capacidades, sobre las que tenemos control y son estables en el tiempo.
A su vez, los eventos negativos suelen atribuirlos a factores externos, temporales y específicos. Por ejemplo, una actitud hostil de su pareja o un amigo, la atribuyen a que posiblemente ha tenido un mal día y lo ha hecho sin pensar. Este tipo de explicación nos invita a darle una segunda oportunidad, protege la relación con el otro y a nosotros mismos. Esto es mucho menos doloroso y más fácil de manejar, que pensar que todas las personas son crueles y que hay algo malo en nosotros que no nos permite tener buenas relaciones. Por lo tanto, el optimista, pone la causa de este evento negativo en algo pasajero y puntual, ¡mañana será otro día!
Aunque el éxito de las cosas que hacemos depende de muchos factores, parece que puede resultarnos mucho más útil aprender a cambiar las explicaciones que damos a nuestras experiencias. 
Mantener la esperanza de que las cosas van a mejorar definitivamente nos puede hacer la vida un poco más fácil y ¡más exitosa!


El Buen Descanso


La mayoría de las personas pasamos gran parte del día muy tensionados y llenos de una gran cantidad  de preocupaciones tanto laborales como familiares, por lo que poder obtener un buen descanso es bastante reparador y ayuda a mejorar nuestra calidad de vida, al conseguir bienestar tanto mental como emocional.

Cuando no podemos lograr un descanso adecuado estamos propensos a padecer algunos problemas de salud, entre los cuales el más común puede ser el estrés, que afecta a un gran número de personas sin importar la edad y además es el causante de graves enfermedades.

La mayoría de las personas pasamos gran parte del día muy tensionados y llenos de una gran cantidad  de preocupaciones tanto laborales como familiares, por lo que poder obtener un buen descanso es bastante reparador y ayuda a mejorar nuestra calidad de vida, al conseguir bienestar tanto mental como emocional.

Cuando no podemos lograr un descanso adecuado estamos propensos a padecer algunos problemas de salud, entre los cuales el más común puede ser el estrés, que afecta a un gran número de personas sin importar la edad y además es el causante de graves enfermedades.

Otra manera de causar daño a la salud tanto física como emocional, y sin que lo notemos o nos lo estemos proponiendo, es mantener una actitud de pesimismo ante todos los aspectos de la vida, una actitud en la que predominen los pensamientos negativos, afecta nuestro estado de ánimo y por supuesto esto lleva a que se presenten diferentes enfermedades, afectando en gran manera nuestra calidad de vida.

Por lo tanto, es muy importante tener en cuenta que un adecuado descanso acompañado de una actitud positiva es la mejor manera de tener una vida saludable, para lograrlo se deben alejar todos aquellos pensamientos negativos, dejando que la mente esté relajada, lo cual permite un descanso mucho más tranquilo, logrando de esta manera obtener nuevas energías para poder comenzar una jornada laboral con una nueva actitud ante los inconvenientes que se puedan presentar en el día a día.

En numerosos estudios realizados al respecto, se ha podido confirmar que el descanso adecuado puede ayudar a bajar de peso, a fortalecer el sistema inmune de nuestro organismo, nos relaja y reduce el estrés, además es una buena manera de mantener controlada la presión arterial y mantener un sistema nervioso bastante estable.

Para lograr un buen descanso se recomienda practicar un deporte o realizar cualquier tipo de actividad física de manera regular, ya que además de proporcionar una gran cantidad de beneficios para el organismo en general, el estar cansados se convierte en una gran ayuda para poder dormir tranquilamente durante algunas horas continuas, lo cual se verá reflejado en el aspecto saludable de la piel, mejorando notablemente la apariencia física.

Por último y como medida principal se recomienda hacer todo lo posible por dormir un mínimo de ocho horas diarias, no dejar que las preocupaciones y los problemas cotidianos interfieran con el descanso merecido, dejarlos de lado y dedicarse única y exclusivamente al descanso, tanto de la mente como del cuerpo, sólo de esa manera se puede vivir saludable y mantener una buena actitud con respecto a los problemas que nunca faltan y que forman parte de nuestra existencia.


Recuerda, entonces, que para tener salud es necesario un buen descanso, que los problemas se deben tratar y resolver con una actitud positiva, jamás hay que sentirse vencido, siempre hay que pensar que vamos a lograr nuestros propósitos, nunca nos debemos sentir derrotados sin ni siquiera haber intentado sacar adelante la meta deseada, hay que ser persistentes.

lunes, 18 de noviembre de 2019

La Conducta Pasiva


Pasivo es un adjetivo que proviene del latín passivus y que cuenta con diversos usos. Una persona pasiva es aquélla que no hace las cosas por sí misma, sino que deja obrar a los demás. La pasividad es una actitud opuesta al compromiso, a la acción constante, a la voluntad de dirigir la propia vida y de involucrarse con todas y cada una de sus etapas.

del agente y que no coopera con ella. Veamos una oración de ejemplo: “Creemos que el acusado es el responsable pasivo de la situación ya que, si bien no tuvo una intención dañina, no puede obviarse su actuación al respecto”.

Podemos definir la asertividad como un rasgo de la conducta social que se caracteriza por una comunicación abierta y franca, manteniendo a la vez el respeto con las posturas de los demás 
interlocutores. Aunque discrepe de las opiniones de los demás, una persona asertiva muestra una gran capacidad empática y es capaz de ponerse en el lugar de sus oponentes. 

La asertividad no reduce los conflictos, pero sí contribuye a generar un ambiente en e que pueden ponerse de manifiesto y eventualmente solventarse. (Definición Diccionario de Psicología. Larousse).
En definitiva podemos afirmar que la finalidad de la conducta asertiva es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza.

Como estrategia y estilo de comunicación, la "asertividad" se diferencia y se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la "agresividad" y la "pasividad".

Radiografía del pasivo:

– Pasivo es el que decide no preocuparse por ningún problema y vivir al margen de lo que ocurre. No se anota ni se compromete con nadie. Asume una postura deliberada y permanente de automarginación.

– En el pasivo se observa falta de análisis y mucha flojera mental. Toda su filosofía mental se resume en un par de frases: “igual, no pesco”.

– No protesta ni se enoja. Simplemente procura no verse afectado por nada. Quiere vivir cómodamente, sin problemas, en su mundo.

– Está disconforme con la sociedad en que vive, lo mismo que el rebelde. Pero éste último no se conforma, mientras que el pasivo sólo exterioriza su desagrado a través de un aspecto físico descuidado y una forma irónica de hablar.

Existen dos tipos de pasivos:

El que por desengaño, que decide cortar con el mundo exterior, debido a alguna experiencia desagradable. Por ejemplo, fracaso en los estudios, desilusión en sus relaciones de amistad… La falta de madurez para afrontar esas situaciones le lleva a evadirse de la realidad.

El pasivo de moda que, de entrada, adopta esa postura simplemente porque es un modo fácil de vivir o porque sus amigos se mueven y comportan igual.

El camino hacia la pasividad

 Cuando los adolescentes encuentran un clima desfavorable para desarrollar su personalidad pueden optar por rumbos equivocados. No faltará en el colegio o entre sus amigos quien le deje fascinado con la “pseudofilosofía” del pasivismo: “Esto no se puede cambiar; es mejor pasar de todo, lo importante es no tener problemas”.

La difusión de la pasividad como forma de vida se debe fundamentalmente, a dos razones:

Primero, al cambio de ambiente social desfavorable. Muchos adolescentes observan que los valores preferidos por los adultos son el éxito, el rendimiento, el poder del dinero o el bienestar. Los nuevos “ideales” de la gente mayor se reducen, en muchos casos, a intereses individualistas, lo que no estimula a los jóvenes a participar activamente en la sociedad.

Ante ello, los adolescentes pueden llegar a preferir que les dejen vivir “su vida”. No se trata sólo de una actitud de protesta, es la expresión de un problema interior: miedo a no llegar jamás a rendir tanto como el mundo adulto exige, desconfianza a la competencia de los otros seres humanos, escepticismo ante las promesas de una felicidad pasajera y trivial, soledad en medio de las tanto materialismo o desengaño de los ideales de la gente grande.

En segundo lugar, la pasividad surge también cuando el joven se va acostumbrando a una vida sin esfuerzo y muy permisiva. Si ha encontrado siempre todo hecho y ha vivido cómodamente, sin problemas, sin tomar decisiones, responsabilidades, ni aportar personalmente a su familia ni al colegio, preferirá seguir actuando así.

La nueva proliferación de pasivos, en este sentido, está muy relacionada con los hábitos adquiridos desde la infancia o en la sociedad del bienestar. Viene de esos niños que han tenido todos sus deseos satisfechos, que han conseguido todo sin esfuerzo. No están preparados para asumir ningún tipo de contrariedad ni renunciar a ningún capricho. No son capaces de resolver los problemas más corrientes de la vida y se conforman con lo instantáneo y con lo “suficiente” para pasar el rato.


El Intento De Comprender

La comprensión es un proceso de creación mental por el que, partiendo de ciertos datos aportados por un emisor, el receptor crea una imagen del mensaje que se le quiere transmitir. Para ello es necesario dar un significado a los datos que recibimos. 


Cuando utilizamos el término "datos" nos estamos refiriendo a cualquier información que pueda ser utilizada para llegar a comprender un mensaje. Los datos pueden ser de diferente tipo: palabras, conceptos, relaciones, implicaciones, formatos, estructuras, pueden ser lingüísticos, culturales, sociales, etc.

El proceso de comprensión, contrariamente a lo que habitualmente se cree, no es un proceso pasivo. Por el contrario, es un proceso que exige por parte del receptor tanta o más actividad que el proceso de expresión. 

Básicamente, podríamos decir que el proceso de comprensión consiste en aislar, identificar y unir de forma coherente unos datos externos con los datos de que disponemos.

El proceso de comprensión en sí, es el mismo en todos los casos aunque variarán los medios y los datos que tendremos que utilizar para llevarlo a cabo. Un ejemplo nos ayudará a comprender esta idea: cuando un mimo hace una representación somos capaces de comprender el mensaje que nos quiere transmitir aunque no utilice palabras, cuando leemos una carta somos capaces de comprenderla aunque no veamos la expresión de la cara del remitente, cuando un amigo nos describe su lugar de vacaciones somos capaces de imaginarlo aunque no lo hayamos visto nunca, ...

Queda claro que si bien la labor que tenemos que realizar para comprender en cada una de las situaciones es la misma, la diferencia estribará en los medios y los datos que tendremos que manipular para poder llegar a hacerlo.

Es importante resaltar la necesidad que tiene el ser humano de comprender y por lo tanto de contar con una hipótesis sobre cualquier acontecimiento. Ante cualquier mensaje o situación realizamos una interpretación, la más adecuada y acorde posible a los datos disponibles en ese momento.

Esto no quiere decir que sea la "correcta" pero si es suficiente para saciar nuestra necesidad de interpretar la realidad que nos rodea. Es inevitable e imposible no realizar interpretaciones.

Todo es interpretado, aunque las interpretaciones estén continuamente variando y completándose.
El proceso de creación de interpretaciones es la mayoría de las veces inconsciente aunque a veces pueda ser controlado conscientemente.

La necesidad de realizar el proceso conscientemente es mayor cuando aprendemos una segunda lengua ya que algunos de los procesos que realizamos en nuestra primera lengua se ven anulados cuando los tenemos que llevar a cabo en la segunda.


Los Distraídos


¿Qué tan distraído o distraída eres? Si te pasan casi todas estas cosas, lo más probable es que seas parte del club. Muchos de tus amigos se desesperan de tu distracción, pero no lo puedes controlar. Aunque al final ya se convierten en risas porque saben que nunca podrás cambiar.

Situaciones que sólo le ocurren a los más distraídos:

1. No te pueden encargar cosas cuando vas a la tienda. Porque se te va a olvidar, pero lo peor es que ni les marcas, porque hasta se te olvida que alguien te había pedido ese favor.

2. Si alguien te interrumpe, ya valió. Olvidarás lo que hacías, decías o pensabas hacer.

3. Sueles distraerte hasta con una mosca que pasa. Tu concentración dura tan sólo unos segundos, así que si alguien te estaba hablando, lo más probable es que no le hayas prestada nada de atención.

4. Respondes mensajes mentalmente. Después te reclaman de que nunca contestaste, pero tu creías que sí.

5. Tus amigos saben que no eres desatento, sólo olvidas los planes. Deben recordarte constantemente, de lo contrario, podrían perderte por completo. Siempre te preguntas si se iban a ver hoy, la próxima semana y si era cena o desayuno.

6. Eres “multi-tasking” por obligación. Porque siempre olvidas lo que continúa y terminas por comenzar a hacer otra cosa, así después te acuerdas de lo que tenías que hacer, regresando a tu tarea original. ¡Súper confuso!

7. Pierdes muchas cosas. Y comúnmente las pierdes en casa. También, sueles dejarlas olvidadas en cualquier lugar al que hayas ido.

8. Hasta pierdes las cosas en tu propio cuerpo. Eres de los típicos que tienen el celular en la mano y creen que ya lo perdieron, hasta se espantan.

9. Vas de compras y compras cosas que ni necesitabas, olvidando por lo que ibas. Al regresar a casa o en la caja si eres afortunado lo recuerdas.

10. Tardas mucho en salir de casa, porque siempre falta algo. Tu comida, el trabajo, darle de comer a los perros, etc.

La falta de concentración suele ser considerada como un problema por la psicología, pero varios estudios revelan que para algunas personas ser distraídos es casi un talento que les permite generar ideas más creativas.

los investigadores destacan la habilidad de los desconcentrados para considerar muchas más posibilidades en comparación a quienes no les cuesta mantener la atención. A éstos últimos, cuando se les presenta la necesidad de resolver un problema, suelen responder con la primera solución que se les viene a la cabeza y que suele ser la más obvia. En cambio, los distraídos son más propensos a considerar datos que pueden parecer irrelevantes y que les inspiran otros pensamientos: cuando no saben dónde buscar, terminan por indagarlo todo.

Sin embargo, y a pesar de los beneficios cognitivos para los menos atentos, los investigadores destacan que la desconcentración constituye una ventaja para ciertos grupos de personas que logran desarrollar tales beneficios. Para otros, andar con la cabeza en las nubes puede representar una incapacidad de seguir instrucciones y de realizar ciertas actividades.

En el caso de los “distraídos creativos” quizás sea mejor dejarlos tomarse su café, ya que pueden estar generando nuevas ideas.


El Valor De Una Sonrisa


“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra”
-Anónimo-

Las sonrisas que florecen en la oscuridad pueden durar toda una vida. Esos pequeños y preciosos gestos que aparecen cuando menos te lo esperas, en el momento en que todo es triste, sombrío y tenebroso, quedarán en tu memoria grabados a fuego como muestras de cariño y optimismo que siempre irán contigo allá donde fueres.

No tengas dudas de que la oscuridad no es eterna. Por muy manido que parezca el dicho, no hay mal que cien años dure. Todo depende de nosotros, de nuestro esfuerzo, de nuestra necesidad de ser felices, de nuestra capacidad para esbozar una pequeña sonrisa cuando todo parece estar errado.

Una sonrisa puede ser de muchos tipos, pero siempre tendrá unas posibilidades enormes. Y es que el buen humor, la simpatía, la amabilidad y todo cuanto se asocia a una cara agradable es un gesto que todos, en mayor o menor medida, agradecemos.

Existen casos en que una sonrisa ha sido capaz de abrir las puertas más pesadas y opacas del mundo. Con un simple gesto amable, mucha gente parece plegarse y dejarse irradiar por el buen humor y la educación atractiva que acompaña a algo tan sencillo.

¿No te has encontrado nunca frente a una persona hastiada, harta de su trabajo o su situación, siempre en guardia para el enfrentamiento y los pocos amigos, presa de la amargura y la batalla diaria? Pues prueba a responderle con una simple sonrisa. Contraataca con educación, simpatía, amabilidad y buenas formas, sin perder jamás la buena cara, verás como te sorprenden los resultados.

Y es que no cabe duda de que las sonrisas son capaces de alumbrar al mundo. Por muy nublado que esté el cielo, plagado de nubes que parecen querer caer sobre nuestras cabezas, unas simples risas pueden animar al sol a aparecer e iluminar el devenir de nuestros días.
Sonrisas que iluminan la noche

Para todas esas personas que creen vivir en la amargura de la noche eterna, sin ser capaces de ver la luz en ningún momento del día, hay una receta muy aconsejable que rara vez falla. Usa las sonrisas para abrirte camino entre la oscuridad, verás como poco a poco, tu senda se aclara, y todo estará más cristalino y luminoso en tu existencia.

Si por el contrario conoces a personas que sufren una constante tristeza, incapaces de salir del círculo vicioso que les retiene en un mundo anodino y salpicado de desgracia y pena, jamás dejes de mostrarles tu sonrisa, porque eso es pura vida para los seres cabizbajos.

Si no te sientes capaz de salir del atolladero en que te has metido, y sientes que el túnel de tu vida es excesivamente largo, sin capacidad para vislumbrar el final con su luz cristalina y clara en el otro extremo, acércate a esas personas luminosas que marchan por el mundo siempre sonriendo, con el buen humor, la solidaridad y la bondad por bandera. Un simple gesto alegrará cada uno de tus momentos más amargos.

“Sonríe aunque sólo sea una sonrisa triste, porque más triste que la sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír.”

domingo, 17 de noviembre de 2019

Sinceridad Al Hacer


“Ha llegado un momento en mi vida en que practico “la economía de personas”. Incluyo en mi día a día a todo aquel que dé riqueza a mis días, valores a mis sueños y ganancias a mi corazón”.

“Que te importe quien te aporte”. Es posible que esta expresión te suene algo drástica. Para ello, y en primer lugar, deberíamos definir lo que encierra el concepto de aportación personal. Nos aportan todos aquellos que son sinceros de actos, voz y voluntad. Las relaciones humanas, lejos de ser un intercambio a base de “tú me das yo te doy”, es algo que va más allá de todo bien material.

Estamos hablando de emociones, y en especial de emociones positivas que favorezcan nuestro crecimiento personal con ese intercambio de experiencias, y pequeños momentos que alzan universos enteros.

Vivimos en una sociedad compleja cargada muchas veces de intereses personales e individualismos. El día a día está regido a menudo por la competitividad, e incluso por las ansias de posesión. Hay quien ansía controlar a sus pareja por miedo a perderla, padres que sobreprotegen a sus hijos, amigos que dominan a amigos por miedo a la soledad, por temor a perder un apoyo incondicional  y cotidiano.

En muchas de nuestras relaciones interpersonales pesa un sibilino egoísmo del que somos conscientes y que sin embargo, soportamos. ¿Qué podemos hacer ante estas situaciones? ¿Cuál es la forma más efectiva de actuar? Que te importe quien te aporte…

Tenemos muy claro que no se trata solo de alejarnos de todos aquellos “que no nos aportan nada”. La vida real no es como en las redes sociales, donde existe la opción de “eliminar o borrar amigos”. Se trata de dar más importancia o menos…

Es muy posible que algún familiar tuyo, lejos de enriquecer tu vida, te la llene de malestares. O que tengas un compañero de trabajo algo negativo, derrotista y crítico. No podemos borrarlos de nuestro día a día.

Se trata, simplemente, de no darles la importancia que pretendan merecer. Evitar que te afecten sus actos o sus palabras, siempre y cuando, no crucen el límite de tu integridad emocional o psíquica, en ese caso, la distancia sería más adecuada.

Ahora bien, ante este tipo de personalidades donde su toxicidad no sale de la zona crítica, lo mejor es no darles poder: ni en tu vida ni en tus pensamientos. Marca límites. Porque de hacerlo, de permitir que te afecten, acumularás un estrés físico y emocional muy peligroso.

“Las relaciones positivas tienen como esencia el disponer de una armonía interna donde los problemas lejos de ser obstáculos, son oportunidades personales donde ofrecer ayuda, aprender y fortalecer aún más el vínculo”

Si alguien de tu contexto más cercano no acepta el hecho de que hayas cometido ciertos errores, no será una relación saludable ni emocionalmente segura. Te enfrentas siempre a su “dura vara de medir”, donde no caben equívocos, donde no se te concede la oportunidad de ser mejor.

Evita este tipo de relaciones, que no te importe marcar distancia o más aún, desactivar la posible influencia que puedan tener en ti. Las personas nos equivocamos, erramos, asumimos faltas y avanzamos para crecer personalmente.

Todos aquellos que te quieran tal y como eres, con tus aciertos, faltas, manías y grandezas, son personas que aportan luz a tu vida. No las pierdas, agárrate con fuerza a la cola de sus cometas…

Discrepancias


La disconformidad muestra la falta de acuerdo entre dos personas respecto a un asunto en el que cada una tiene su propio criterio. Esta disconformidad puede darse en el ámbito profesional, por ejemplo, cuando el trabajador no está de acuerdo con otros compañeros de trabajo o con el jefe, del mismo modo, se pueden producir estas diferencias de criterio en la vida de pareja.

¿Qué hacer ante este tipo de situación? Si se trata de un asunto que afecta a dos personas, entonces, conviene negociar y llegar a acuerdos. Por otra parte, también conviene interpretar con naturalidad esta disconformidad no haciendo de esta diferencia de criterio un conflicto en sí mismo ya que cada persona tiene su propio punto de vista.

Incluso cuando dos personas se quieren mucho de verdad, es lógico que exista disconformidad en detalles que pueden tener una mayor o menor trascendencia en la relación. Por ejemplo, existen diferencias de criterio sencillas en el día a día. Así ocurre cuando al ir al cine en pareja uno quiere ver una película mientras que otro desea apostar por una propuesta diferente.

La divergencia
Estos puntos de desacuerdo son valiosos para conocer a otras personas tal y como son, y a su vez, para dejarnos conocer también ante los demás ya que en las conversaciones surgen puntos de vista personales, intereses y pensamientos. A través de los argumentos positivos puede que una persona logre hacer cambiar de opinión a su interlocutor llegando a un punto de encuentro.

La filosofía socrática basada en el método de la pregunta es un ejemplo de cómo el diálogo puede aportar luz en la mente para alcanzar la verdad. Sin embargo, en muchos aspectos, los desacuerdos y divergencias también muestran que no existe una verdad absoluta, una visión única e irrepetible de la realidad sino que existen distintas interpretaciones de un mismo hecho.

También puede existir disconformidad entre la teoría y la práctica de una realidad específica.

Muchos investigadores han estudiado el conformismo en el siglo pasado, buscando posibles razones por las que a menudo resultamos fácilmente influenciables por la mayoría, siendo dos las explicaciones más extendidas. La primera de ellas es que la gente se conforma por el deseo de ser aceptado. Uno de los investigadores que apoyó esta explicación, incluso antes de que se llevase a cabo el experimento anterior, fue Henry T. Moore, en 1921. De acuerdo con su teoría, la conformidad a menudo es recompensada en la vida cotidiana, mientras que la disconformidad frecuentemente es castigada. Resulta obvio que es socialmente más ventajoso adaptarse a la opinión de la mayoría, el no hacerlo conlleva probablemente más esfuerzo y puede acarrear consecuencias negativas (rechazo social, incomprensión, etc).

Una segunda explicación para la conformidad es que los seres humanos queremos opinar y decir lo correcto, y el mero hecho de que muchas personas opinen algo es razón para creer que están en lo cierto, en especial si la persona no está muy segura de sus conocimientos o de si se trata de alguien inseguro.


sábado, 16 de noviembre de 2019

Crear Las Oportunidades


No conozco a ninguna persona que por más conformista o mediocre que sea no tenga algún anhelo en su vida. Lo que sí conozco es un montón de personas que han soltado sus sueños o simplemente se han sentado a acariciarlos y han preferido esperar a que las cosas sucedan, que les caigan del cielo, que aparezcan como por arte de magia, y créeme que por más espiritual y religioso que seas, eso no sucede, pues aún la fe, sin acción, no es nada.

Señores (y esto me lo digo a mí mismo): no hay que esperar a que las cosas se den. Hay que tener el valor de crearlas. Que hasta hace unas semanas me di cuenta que me la he pasado de víctima quejándome porque las cosas no me suceden, cuando en realidad aunque he ido a buscarlas, lo he hecho sin un plan estratégico, sin considerar primero qué necesito para llegar a donde deseo. Porque tampoco se trata de lanzarse al vacío de primeras a buenas y sin paracaídas.

Frecuentemente escucho discursos como “pobrecito, se quedó sin trabajo”, “qué pena lo del divorcio que le ocurrió”, “es que nadie me quiere”, “mi jefe me tiene envidia”, “si mi negocio hubiera quebrado yo estaría igual que él, en la depresión”, y millones más de justificaciones en plan de víctima. Excusas sobran, ¿a poco no? Lo que cada vez hay menos son personas decididas a lograr, a ser creativas, a buscar ideas, a encontrar soluciones y crear esas mejores oportunidades en sus vidas.
Hace unos días te preguntaba si tienes la vida que quieres y te aseguraba, y hoy te lo vuelvo a decir: tienes la vida que tú te estás creando, ni más ni menos, quizás no es la que mereces, pero sí estoy seguro que tienes justo por lo que has luchado. Si lo que realmente deseas no ha llegado, no estás haciendo todo lo necesario por tenerlo o bien, estás haciendo todo, pero en contra, para que eso se dé. Tomando en consideración también que quizás por ahora no es tiempo para eso, o que puede que eso que deseas no sea para ti o que la vida, Dios, el universo, la luz, la fuerza, tienen algo más grande para ti. Analízate.
¿Qué clase de vida quisieras experimentar en un año, en cinco años, de aquí a 10 años, a 20 años? Y sí, ya sé que muchos me van a salir con que no tenemos garantizado el mañana y aunque es bueno vivir el aquí y ahora, es decir, un día a la vez, también es muy saludable tener metas a largo y a corto plazo y que día a día vayas haciendo algo acumulable para esa meta.
Quienes realmente desean ir más allá de simplemente sentir anhelos y materializar sus sueños, se aprietan el cinturón y dicen, ‘vamos por todo y por más’.
Nuestros deseos y metas siempre los podemos lograr, imposibles no hay. Lo importante es que ocurran tres cosas: pedir, buscar y encontrar. Muchas personas se estacionan en el pedir y no salen a buscar y por eso no encuentran. El buscar y encontrar tiene que ver con el accionar, con el tomar las decisiones, aferrarnos con toda la intención, ejecutar, salir por eso que estamos deseando. Definitivamente si deseas algo en tu vida, tienes que tomar la acción.
Si tenemos sueños y no vamos tras de ellos, no son sueños, son simplemente una ilusión, porque no estamos ejecutando, porque no nos estamos comprometiendo, porque no estamos siendo responsables con nosotros mismos e ideando los mecanismos intentando una y otra vez la cantidad de posibilidades y caminos que existen para llegar a un mismo lugar.
Recuerda que somos únicos y cada quien tiene un cometido en esta vida, por más que tú quieras vivir la vida de otra persona esa no es tu vida, no es la que te corresponde. Empieza a crear tu propia vida, empieza crear tus objetivos y aunque es bueno ver cómo han llegado a esa meta otras personas que ya la tienen y son exitosas en ese campo, no necesariamente quiere decir que lo que ellos hicieron te sirva a ti, lo que sí es que puede ser una buena referencia para no cometer algunos errores que ellos señalen y que tú te puedes ahorrar.
No dejes que el miedo o las personas que te dicen que no te quiten el anhelo, las ganas y la motivación de obtener lo que es tuyo, si es lo que tú sientes en tu corazón.

¡No renuncies, sigue adelante! ¡Crea tus oportunidades, no las esperes!
Y recuerda: ¡a sonreír, agradecer y abrazar tu vida!


El Refugio Privado



Las personas nacemos y nos desarrollamos en escenarios sociales. Necesitamos de estos vínculos diarios con nuestra familia y amigos para subsistir, para delimitar lo que somos y también para establecer proyectos de vida. Pero al igual que nos movemos en esta sociabilidad continua, las personas necesitamos también alimentar nuestra intimidad.

Para ello, es necesario disponer de un espacio propio, de una habitación propia como diría Virginia Woolf. La privacidad es esencial para obtener un refugio emocional donde pensar, donde envolvernos en nuestra introspección y reflexionar sobre nuestra realidad y sobre nosotros mismos.
En nuestra vida existen épocas de intenso trabajo o complejas relaciones con familiares y amigos. Instantes vitales en que por un momento, piensas que vives enteramente para los demás y nunca dispones de tiempo para ti mismo. Seguro que te ha pasado alguna vez…

A veces, por las razones que sean, tendemos a priorizar a los demás, dejando a un lado nuestros deseos y necesidades. Nos relegamos a un segundo plano a favor de nuestros queridos o compromisos.

Está claro que en ocasiones, es primordial tener que dedicarnos a los demás, pero es una certeza que muchas personas entregan sin saberlo, todo su aliento, esfuerzo, y tiempo a los demás (hijos, parejas, amistades…e incluso el trabajo), estableciendo una dependencia absoluta. Dejan de tener un espacio propio, hasta en sus pensamientos. Desdibujándose poco a poco.

Hemos de tenerlo claro. Para tener relaciones sanas, también nosotros hemos de considerarnos una prioridad. Debemos reforzar ese “YO”, alimentándolo con un tiempo para él, ahí donde reconsiderar nuestros deseos, objetivos y necesidades…

Marcar los límites
El espacio propio es esa zona privada donde existe un límite con el exterior. Un palacio para nuestra mente y nuestras reflexiones, un espacio para nuestra intimidad. En estos límites tomaremos conciencia de nosotros mismos, definiendo cómo queremos relacionarnos con los demás. Es esencial que no nos invadan nuestro territorio y que nosotros, tampoco invadamos espacios ajenos.

Esta zona propia no es en absoluto una obligada desconexión del mundo ni una huida. Se trata solo de un espacio para conocernos, para ver el mundo desde una ventana y pensar sobre él,  y vernos a nosotros integrados en ese escenario. El espacio propio es esa zona donde nos encontramos frente a frente con nuestra intimidad.

En nuestra intimidad, en nuestro pequeño refugio es donde aprenderemos a reflexionar, a comunicarnos con nosotros mismos, a escucharnos, a entender nuestra coherencia, a reforzar nuestra autoestima y a conocernos mejor.


viernes, 15 de noviembre de 2019

Equilibrados


Tener equilibrio en nuestra vida es algo muy importante para estar sanos y lograr alcanzar la ansiada felicidad. De hecho, la felicidad más que un estado de máxima exaltación es un estado de equilibrio que se puede encontrar en todos los aspectos de nuestra vida.

Pero, ¿cómo podemos encontrar este equilibrio? Es algo difícil, ya que cada día está cargado de situaciones que nos desestabilizan, que nos hacen estar en lo más bajo y después en lo más alto. Algunas veces conseguimos estar equilibrados, pero otras no tanto.

El desequilibrio empieza cuando la ilusión sale por la puerta. Estar ilusionados por nuestro trabajo, por el nacimiento de un hijo, por la compra de ese coche que tanto querías… hace que nuestra vida sea saludable, que nosotros estemos sanos y equilibrados.

Piensa que no solo debes cultivar tu cuerpo, tu mente y tus emociones también deben tener la atención que se merecen. Puede que comas bien, que te cuides físicamente, pero si careces de ilusión notarás cómo tu vida no es tan plena como debiera ser.

Con el paso de los años, tendemos a perder la ilusión. ¿Ves a los niños? Ellos viven continuamente ilusionados, pero los adultos ya no. Esto es algo que debemos de cambiar. Recupera la ilusión, porque quien se ilusiona tiene muchas más probabilidades de vivir más saludablemente.

Las ilusiones, además, te permitirán hacer realidad tus sueños. ¿Cómo? te preguntarás. Es simple, si tienes ilusión por algo, por alcanzar una meta, te esforzarás para conseguir alcanzarla. Además, la ilusión te dará seguridad para superar cualquier límite.

Las personas que tienen coraje, también son más equilibradas y sanas. Ellas pelean por aquello que quieren lograr, da igual lo que cueste, da igual lo difícil que sea defender una causa. Si quieren conseguir algo, lucharán.

En nuestras vidas a veces tenemos que enfrentarnos a situaciones que no nos gustan nada. Pueden ser juicios, problemas familiares, situaciones delicadas en el trabajo… En todas estas situaciones a veces tenemos que pelear, luchar por lo que queremos.

Toda lucha que llevemos a cabo nos hará desarrollar ese coraje que está en nuestro interior, pero que a veces se encuentra dormido. Es el momento de que luches por lo que quieres, porque esto te brindará salud, pero también equilibrio en tu vida.

“Que tu coraje sea mayor que tu miedo”
-Anónimo-


Pero tener coraje no significa que no vayas a tener miedo. Siempre vas a tener miedo ante una situación desconocida o que no te guste. Lo ideal es que, si te encuentras equilibrado, tu coraje es mucho mayor que tu miedo, lo supere tanto que no te afecte para luchar por lo que quieres.


Insidiosos


Como insidioso se califica aquello que, pese a tener apariencia inofensiva o benigna, esconde un daño potencial. La palabra, como tal, es un adjetivo que proviene del latín insidiōsus.

En este sentido, insidiosa puede ser aquella persona que se muestra bondadosa e inicua, incluso ingenua y que, no obstante, arma asechanzas, urde engaños o esconde pensamientos perversos. De allí que una persona insidiosa sea traicionera, desleal, vil e indigna de confianza.

Insidioso también puede aludir a aquella conducta o forma de actuar que oculta fines malvados, pese a disfrazarse de apariencias inofensivas, benignas. En este sentido, un comportamiento insidioso es sinónimo de malintencionado, engañoso, avieso o perverso.

Se dice de una persona que arma alguna asechanza o un engaño. Se puede emplear como sustantivo. Que se hace con asechanza o también una conspiración o confabulación con la finalidad de hacer daño. Malicioso, malintencionado o dañoso con apariencia inofensiva. (en medicina) se dice especialmente de una enfermedad, que bajo apariencia benigna, oculta gravedad o maligna.
Lo capcioso parece dirigirse a sorprender la inteligencia y la razón, alucinando a aquella con falsas apariencias de verdad, y oscureciendo a esta con falsas deducciones. El adjetivo capcioso se aplica a los discursos, razonamientos, cuestiones y cosas semejantes.
Es capcioso un discurso cuando por un sagaz encadenamiento o enlace, o por una sutil combinación, se conduce al que se quiere engañar a consecuencias que al principio no podia ni sospechar, ni prever. Es capcioso un argumento, cuando apoyándose en principios que aparecen como verdaderos, se deducen de ellos falsas consecuencias, etc.
Parece que lo insidioso se dirige a interesar y dominar el amor propio, a la vanidad y a nuestras naturales inclinaciones: todo esto es tender lazos al sujeto a quien se acecha.
Ya se insinúa el insidioso con agrado, ya halaga con apariencias de efecto, ya lisonjea con alabanzas, ya atrae con sutiles sugestiones, o con delicadas finezas y aun con regalos. Los medios capciosos se dirigen a que uno caiga en el error, los insidiosos a atraer insensiblemente a un lazo bien armado. El que teniendo poca malicia conviene en un principio que conduce a una falsa consecuencia, ya cayó en el lazo, porque no puede menos de advertir esta consecuencia.
El que se deja seducir por medios insidiosos, camina sin conocerlo a su perdición, y se halla cogido en la red cuando menos lo pensaba.
El que se deja engañar por medios capciosos, parece que consiente él mismo en el error que ha adoptado, y en el que llega a obstinarse. El que cayó en el lazo por medios insidiosos conoce al fin su error, querría salir de él, pero ya no puede.
Deslumbran los medios capciosos; seducen y arrastran los insidiosos.