viernes, 1 de mayo de 2020

El Habla Confiable

Hablar bien en público requiere de un buen entrenamiento, pero también de una gran honestidad y de saber conectar con nuestras emociones desde nuestro interior. Construir nuestra autoconfianza es un paso previo fundamental para poder expresarnos con soltura y naturalidad, de forma abierta y sin temores.

Es mucha la oferta de cursos y formación en habilidades de oratoria que hay en el mercado. Sin embargo, aprender a utilizar las herramientas no es suficiente. Por eso, los programas Dale Carnegie van más allá y parten de la construcción de una autoconfianza, necesaria para brillar como oradores o ponentes.

Algunas de las cuestiones a tener en cuenta y que nos ayudarán a realizar una mejor presentación o ponencia, son las siguientes. Sin embargo, sólo con el hecho de trabajar previamente en nosotros mismos para hacer aflorar nuestro auténtico potencial, será posible transmitir un mensaje creíble y potente.

Consejos para una mejor presentación

#1. Preparación y ensayo

Las presentaciones en público que mejor funcionan son las que mejor se han preparado. Y ello significa haberles dedicado unas cuantas horas de trabajo. Aunque nos parezca que determinados oradores saben improvisar, incluso esas aparentes improvisaciones han sido ensayadas previamente. Teniendo en cuenta esta premisa nos aseguramos buena parte del éxito.

#2. Buen uso de las pausas y de los silencios

Las pausas y los silencios sirven para tomar mayor control del discurso. Crean sensación de expectativa ante lo que se va a decir y ayudan a reforzar el mensaje para que se tenga en cuenta en su debida importancia. Ayudan a dar más autoridad al emisor y transmiten confianza a la audiencia. Por si fuera poco, bien empleadas, las pausas dan tiempo a que el público integre el contenido y comprenda bien el significado de lo que el orador está transmitiendo.

#3. Poner las emociones a nuestro favor

Reconectar con nuestro interior y poner a trabajar las emociones en nuestro favor nos ayudará a sintonizar con el público. Ser honestos con nosotros mismos y con los demás es el camino más efectivo para llegar a nuestros oyentes. La empatía, la asertividad, la humildad y la generosidad son grandes aliadas. Dale Carnegie afirmaba que las personas ‘somos criaturas emocionales’, más que seres basados en la lógica.

#4. Conocer a nuestra audiencia

Conocer a nuestra audiencia antes de dar una charla, nos ayudará a enfocarla mejor. Podremos averiguar qué esperan de nosotros, qué contenidos les interesan, qué dudas, preocupaciones o necesidades tienen. De ese modo, podremos dar respuesta a sus inquietudes y haremos de nuestra ponencia algo útil, interesante y motivante.

#5. Práctica, práctica y práctica

El ‘cómo’ y no sólo el ‘qué’ es importante en una charla. A veces, incluso más. Por eso, ensayar y practicar nos dará las habilidades para hacer de nuestra charla una ponencia amena e interesante incluso aunque el tema no sea completamente nuevo. Una nueva manera de explicar algo ya conocido es también una forma de hacer comprender el mensaje desde un nuevo punto de vista. El cómo aporta riqueza a una ponencia.

Practicar mucho nos permitirá también alinear nuestra gestualidad con nuestro mensaje hablado.

Recordemos lo que decía el prestigioso psicólogo Albert Mehrabian, quien afirmaba que el lenguaje verbal sólo un 7 por ciento en la comunicación de emociones y sentimientos. En cambio, un 38 por ciento de la comunicación corresponde al lenguaje paraverbal o vocal (entonación, proyección, timbre, tono, énfasis, pausas, ritmo); y el 55 por ciento restante al lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración).

La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta cuando son incongruentes entre ellos. No hay nada menos creíble que una charla cuyo contenido no se vea reforzado por nuestro lenguaje corporal. Los gestos conectan con nuestro inconsciente. De forma intuitiva captamos que algo falla, que algo no encaja y desconfiamos del mensaje y de la persona que lo emite.

La Solidaridad


Se ha escrito y hecho muchísimo en nombre de la “solidaridad”. Incluso, algunos han llegado a decir que “ser solidario” es parte del talante chileno, sobre todo porque nos asoma en momentos de dolor, en terremotos y en las desgracias más desgarradoras: donde hay infortunio, lo más seguro es que allí nos encontremos con dos chilenos, uno en adversidad, otro ayudando a quien lo necesita. 

Para qué hablar de la Teletón, que ha cuadrado a nuestros conciudadanos bajo sus filas durante años y años, pese a las críticas más furibundas en su contra.

En cada una de estas acciones sociales visibilizamos la solidaridad. Cuando un país entero se vuelca hacia las personas con discapacidad, o cuando un grupo de universitarios realiza trabajos que van en beneficio directo de una comunidad que tiene necesidades materiales y espirituales, hay allí formas nobles de concretar la solidaridad, es decir, de responsabilizarse por la suerte de los demás; pero, ¿qué implica “responsabilizarse” por los más desventajados?, ¿”asistirlos” para que salgan de la pobreza, entregándoles herramientas para que lo hagan por sí mismos, premiar sus “méritos” con beneficios de distinta índole, redistribuir la riqueza del conjunto del país entre quienes no la poseen, reformar las estructuras e instituciones sociales injustas, cambiando todo lo que sea carente del más mínimo sentido de humanidad?

Todas estas preguntas, legítimas y razonables, revelan que el asunto no es tan sencillo como parece. Las respuestas exigen una serie de precisiones que no todos están dispuestos a asumir.

En nuestro país, por el contrario, nos hemos acostumbrado a hablar de la solidaridad a troche y moche. Cualquier asunto con olor a “social”, ya es solidario. Y así, usualmente “imponemos” nuestro parecer por sobre las sensibilidades ajenas ─pasamos “retroexcavadora”─ donde ciertamente hay injusticias, pero también complejidades políticas, técnicas y culturales que no se solucionan con payasadas, ni tampoco negando la sal y el agua a quienes a veces tienen más iniciativa que nosotros.

¿Qué nos exige, en consecuencia, la “solidaridad” en nuestros días? Reflexión seria: hay tras la palabra “solidaridad” distintos conceptos y miradas sobre la persona y la sociedad, que requieren ser ponderadas, interpretadas y analizadas críticamente. La filosofía, la teoría política o la economía tienen un rol indispensable, que no siempre empleamos correctamente.


Del Dicho Al Hecho


¿Qué relación hay entre las palabras que decimos y sus consecuencias, lo que ellas provocan? La forma en que se regula la libertad de expresión depende de la respuesta.

Estados Unidos tiene una cultura poderosa de libertad de expresión. Proviene de la Primera Enmienda -"el Congreso no dictará normas que restrinjan la libre expresión"-, y de la enjundia que la Suprema Corte ha dado a esa brevedad.
No obstante, en un fallo de 1919 esa Corte determinó que la libertad de expresión no ampara a quien grita falsamente ¡fuego! en un teatro repleto, causando pánico (Schenck vs. United States).

En ese caso, la relación entre palabra y consecuencia peligrosa parece evidente. Y el peligro es de tal grado, dadas las circunstancias, que justifica desconocer la libre expresión del gritón mentiroso.

En Chile, un proyecto recién ingresado al Congreso pone de relieve esta relación. Busca castigar a quien "públicamente o a través de cualquier medio apto para su difusión pública incitare directamente a la violencia física en contra de un grupo de personas o de un miembro de tal grupo, basado en la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, identidad de género, religión o creencias de la víctima".

El discurso y sus consecuencias. En este caso suele llamarse "discurso del odio" ( hatespeech ). El proyecto es muy discutible.


Parece ser un delito de peligro, es decir, no exige que se produzca el resultado dañino. No es necesario que alguien ejerza "violencia física" incitado directamente por otro para que este otro sea castigado: basta la incitación. El que baste esta mera potencia resulta muy amenazante para la libertad de expresión.

El verbo "incitar" es poco usado en el Código Penal. Un caso se refiere a los que incitan a otros a desconocer sus deberes militares. El otro está pasado de moda, pero es interesante aquí: el que incita a otro a provocar o aceptar un duelo tiene un castigo, solo si el duelo se realiza.

Si el proyecto buscara evitar la violencia física, se podría vincular el discurso incitador al ejercicio efectivo de ella, como en el duelo. Así se logra un objetivo valioso sin hacer pagar el alto costo que sobre la libre expresión impone el mero peligro.

O, incluso, se podría confiar en las reglas actuales de participación criminal, en el sentido de que si se prueba que la violencia física fue directamente incitada por alguien, a este se le puede atribuir alguna forma de autoría en el delito violento.

Pareciera, más bien, que lo que el proyecto realmente persigue es limitar discursos relativos a la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, género, o religión de la víctima. Además de amenazar la libre expresión, esto plantea otros problemas. Por ejemplo, de coherencia. ¿Por qué solo aplican estos criterios y no, por ejemplo, las convicciones políticas de la víctima, o sus características físicas, gustos culinarios o estéticos?

¿Por qué los criterios se basan en las víctimas, y no en los victimarios? Incitador e incitado podrían ser de una secta que ordena golpear a las personas, sin preguntarse por su raza, sexo o creencias. ¿Quedan fuera del "discurso del odio"?

El problema es que la coherencia exige expandir los sujetos y criterios al infinito, ahogando definitivamente la libertad de expresión.

Por esto, mejor olvidarse del proyecto o pensarlo mejor, conectando más directa y evidentemente las palabras y sus consecuencias.

Como cuando se grita falsamente ¡fuego! en un teatro lleno de gente.

Nuestra Sombra


Cuando nos sentimos atacados, cuando nos molesta algo de alguien estamos viendo la proyección de nuestra propia sombra

Carl Gustav Jung (1875-1961) psicólogo y médico psiquiatra suizo, dedicó toda su carrera al estudio de la psique humana. A lo largo de sus numerosos ensayos fue desarrollando primero, su “Psicología Analítica” y, más tarde, lo que denominó “Psicología Compleja”. Jung habla de la psique y no de la mente, porque, según él, la psique abarca todos los procesos de la mente, los conscientes y los inconscientes.

Entre muchas de sus aportaciones desarrolló el concepto de Arquetipo. Por definición, un arquetipo es un modelo original, un ejemplo ideal o un prototipo. 

Un símbolo reconocido por todos. Para Jung son la forma que le es dada a algunas experiencias y recuerdos de nuestros primeros antepasados. De alguna manera, son como patrones de conducta que se heredan de generación en generación y que están guardados en nuestro inconsciente.

Si por definición la sombra es inconsciente quiere decir que estamos sometidos a ella.

Jung define el arquetipo sombra como el aspecto inconsciente de la personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo Consciente no reconoce como propios. El inconsciente lucha por mostrarse, pero es reprimido continuamente por el ego. 

La sombra está formada por energía psíquica reprimida que se proyecta en el exterior. Hay muchas formas de alimentar la sombra.

La más usual es la que conocemos como “luchar para ser bueno”. Por eso Jung decía “Prefiero ser un individuo completo que una persona buena”.

Podemos decir también que tenemos creencias-sombra que son las que controlan nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros comportamientos. 

Cada experiencia de la vida es una oportunidad de elegir de nuevo, una oportunidad de enmendar viejos errores que nos permite crecer, experimentar y desarrollarnos. En este sentido, Jung nos dice: “las crisis son magníficas oportunidades para familiarizarnos con la sombra”.

Integrar la propia sombra nos va a permitir convivir con nuestra luz y nuestra oscuridad. Nos va a permitir ser lo que somos.

Cada persona tiene su sombra. Una manera de empezar a detectarla es cambiar nuestro diálogo interno y aprender a distinguir que cuando nos quejamos de algo o de alguien nos estamos quejando de algo propio. 

Por ejemplo, si nos lamentamos de que nadie nos escucha, nos podemos preguntar si nos estamos escuchando a nosotros mismos y así sucesivamente, nos invita a reconocer la propia sombra para encontrar nuestra plenitud.


Con Cabeza Erguida


La vida está llena de sorpresas. A veces nos depara momentos muy tristes, pero en otras ocasiones nos brinda mucha alegría. 

Queremos compartir contigo un repertorio acerca de las mejores frases para reflexionar y levantar el ánimo, en esos instantes en los que parece que todo es muy complicado. Bien podrían servirte cuando necesites apoyar a un amigo o incluso, a ti mismo.

“Con la frente en alto debemos vivir, sin dar pie a nada que nos haga bajar la mirada, en ocasiones podemos tropezar o cometer errores que nos cuesten mucho, pero siempre está la opción de volvernos a levantar

1. Cuando todo en el horizonte se ve demasiado oscuro, no te dejes caer. Una vez que las estrellas han dejado de brillar, es porque el sol se encuentra a punto de salir. Mantén tu vista siempre en el cielo con esperanza, pues llegará el momento en que puedas resurgir de la adversidad más fuerte que nunca.

2. La diferencias de las consecuencias que sufrimos día a día, es directamente proporcional a nuestras acciones. Encárgate siempre de crear tu propio camino, camina ofreciendo lo mejor de ti a quiénes te rodean, pues un día puede que sea demasiado tarde para cambiar las cosas a tu alrededor.

3. La gente siempre va a decepcionarte, de una u otra manera. Absolutamente nadie es perfecto, ni siquiera tú mismo. No te aferres a los errores del pasado que pudieron haber cometido otros, o en las cosas en las que pudieras haber fallado. Vive el presente y labra tu futuro sin resentimientos y acepta que todos cometemos equivocaciones.

4. Hay verdades que son aún más dolorosas que los engaños en sí. No obstante, siempre vale la pena ir por la vida con honestidad. Trata de ser sincero con la gente que amas, aunque esto signifique decepcionarlos en ocasiones. Las mentiras pueden resultar reconfortantes en un principio, pero suelen volverse una carga muy pesada a largo plazo.

5. El pasado es imposible de cambiar. El porvenir en cambio, puede depender de tus decisiones. No bases tus días en los tiempos que ya han transcurrido. Piensa en las cosas que te deparan, perdona tus equivocaciones y continúa tu camino con la frente en alto, pues no hay peor cosa que el estar encadenado a los sucesos del ayer.

6. Siempre existirán personas que quieran impedir tus triunfos, pero en ti está la capacidad de impedirlo. No caigas en provocaciones, no cedas ante los intentos de quebrar tu voluntad ni mucho menos te prestes a escuchar a quiénes te menosprecian. Las agresiones son el mayor símbolo de la envidia ajena.

7. Hay momentos en la vida que duran una eternidad y otros, que apenas persisten por algunos minutos. De ti depende el quedarte con lo mejor de cada uno de ellos, por más intensos o fugaces que se presenten.

8. De nada sirve esperar a que algo suceda, si no movemos las circunstancias a nuestro favor. Si tienes una idea, defiéndela ante las posibilidades del fracaso, pues no hay nada peor que preguntarse, que habría pasado si tan solo nos hubiéramos arriesgado a intentar algo distinto.

9. Olvidar los instantes oscuros es una tarea muy difícil, que contrario a todo lo que pudiéramos creer, nunca nos hará del todo bien. La mayor virtud de los errores y desgracias, es tener presente la importancia de trabajar para procurar que nunca se vuelvan a repetir. Trata de salir siempre adelante y no dejes que los hechos del pasado obstruyan tu camino, sin embargo nunca los olvides del todo, pues hasta en las cosas más dolorosas hay una enseñanza.



El Camino En Que Andamos


En este largo camino de la vida pero a la vez tan corto, nos encontramos con personas que nos ayudan a construir las vivencias, personas de toda condición, con sus manías y con sus virtudes, pero que cada una de ellas es especial en ciertas etapas y, por desgracia, solo unas pocas estarán a nuestro lado al final del camino. 
Aunque muchos piensen que el recorrer este camino en soledad es algo amargo, tampoco lo es tanto, porque la soledad es un ingrediente más en la vida de las personas, un ingrediente que nos hace pensar y madurar y es que, ¿quién no se ha sentido alguna vez solo?.

Y es que la vida está cargada de sueños, porque soñar es gratis y solo luchando por el camino se alcanzan esos sueños, porque el que no lucha no gana y lo puedo decir con la fe que sólo la da la experiencia.

La vida es pasado, presente y futuro y todo ello la conforma, ya que tengo claro que la vida no está construida con los años vividos sino con las experiencias disfrutadas, experiencias de todo tipo pero es que eso es lo que hace a la persona ser como es y yo, por suerte, me considero una buena persona, que intenta ayudar lo máximo posible a los demás, que no se rinde ante las adversidades, que lucha, día a día, contras las piedras con las que tropieza, que si esa piedra le hace caer, se levanta las veces que haga falta y, por supuesto, soy una persona que comete errores y es que la vida, también, está cargada de errores, pero errores con los que se aprende a realizarse a uno mismo.

 En definitiva, ¿qué es la vida? la vida es algo que no hay que dejar escapar ya que nunca se sabe dónde está la meta, la meta la debemos construir cada uno para cumplir nuestros sueños y es que, como dijo Calderón de la Barca, la vida es sueño y nunca hay que dejar de soñar.


Las Alternativas


Muchas veces pensamos que estamos en el camino incorrecto, que nos ocurren cosas que no nos merecemos y que no parecen justas, sin embargo, no nos damos cuenta que la vida nos pone enfrente aquellas experiencias que necesitamos para aprender en la vida, para trascender y para seguir progresando.

Debemos tener la fortaleza en la vida para confiar en nosotros mismos, tener la valentía para asumir nuestras acciones, las consecuencias de nuestros actos y dejar de lamentarnos por cada nueva situación que nos toca vivir, abrirnos al progreso, abrirnos a la oportunidad y el entendimiento y dejar las quejas a un lado, dejar los pensamientos negativos, dejar los malestares y las emociones tóxicas, que sencillamente nos limitan y se convierten en una carga muy pesada para nuestro espíritu.

"La mayoría ve obstáculos; pocos ven objetivos; la historia registra los éxitos de esto últimos, mientras que el olvido es la recompensa de los primeros"
 Alfred A. Montapert.

Podemos decir de alguna manera, que tarde o temprano se llega ese despertar de conciencia que nos hace llevar una vida más equilibrada, serena y armoniosa, sin embargo, si reflexionamos, nos preguntamos cuál es el camino realmente más simple? el camino de la felicidad o el camino del sufrimiento?.. Concluir alguna de estas dos alternativas sin revisar a profundidad lo que pudiera significar no tiene ningún sentido, lo que sí podemos saber es que cada experiencia que nos toca experimentar, deja una huella en nuestra alma.

 De manera que cada vivencia que pasa por nuestra vida, cada persona, cada escenario, cada decisión y cada alternativa que nos toca tomar en la vida, tiene un significado, no podemos sentirnos ajenos o incapaces de superar los obstáculos que se atraviesan en nuestro camino, tenemos la fortaleza y la voluntad para superar cada nuevo día, para recibir cada nueva enseñanza y para salir adelante.

Amplitud De Horizontes


Hojeando papeles viejos encontré una charla que ofrecí hace 25 años sobre cómo enfrentar los nuevos valores de la sociedad cambiante en que vivimos.

Mi argumento básico era que no se trataba de apegarse a valores que ya han sido sustituidos por conceptos diferentes, sino de darle un sentido diferente, más abarcador, a los nuevos valores. Decía que asistimos a una época en que la técnica, que nació al servicio del hombre, se ha convertido en ideología y ha puesto al hombre a su servicio. En consecuencia, el profesional en esa sociedad se representa en un técnico frío, un homo eficiencis, que conoce mucho de las reglas y poco de la gente.

Sin embargo, todas las historias de éxito que se escuchan se basan en tratar bien a la gente.

Creo que la principal regla para la transformación de los valores modernos es ampliar su horizonte humano. Que los jóvenes no se queden en la ingeniería, la administración, la computación o las estadísticas, sino que le añadan el componente humanístico y moral, pues aunque para sobrevivir como profesionales tienen que aplicar y conocer la filosofía de la eficiencia, para vivir una vida plena tienen que disponer de una batería ética alcalina que les recargue el corazón.

El hombre o mujer exitoso del futuro tendrá que serlo dentro de los valores de esa sociedad, pero ser reconocido por su forma de vida. Ojalá todos fuésemos individualistas en el cumplimiento del deber y de nuestras responsabilidades. Si alguien quiere influir en la sociedad del futuro tendrá que ser eficiente y exitoso, pero también ser moralmente valioso
.
La pobreza material y espiritual no inspira a nadie. La generosidad y la vida con moderación, sí.

Ojalá estas reflexiones le sirvan a alguien.


La Opinión De Los Otros


La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.


Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.


Lo que Pueda Pasar


Uno de los grandes errores del ser humano es creer que a él nunca le tocará pasar por alguno de los grandes males por los que pasan los demás. De ahí que le cueste aceptar serenamente, que, el día menos pensado, le puedan diagnosticar, por ejemplo: un cáncer. Creerse infalible es vivir alejado de la realidad. 

Lo importante es, “no bajar la guardia” y procurar, si llega el caso, que sus seres queridos vivan la inesperada y nunca grata situación, con la mayor naturalidad posible: sin traumas innecesarios.

Lamentablemente, todo hijo de vecino, está expuesto a los más diversos infortunios; a tener que soportar las más duras pruebas y, perder la serenidad, es un flaco favor que se hace uno a si mismo.

Hay muchas ineludibles realidades que los seres humanos, tal vez por no ser gratas, pretendemos ignorar, por ejemplo: creer que nunca envejeceremos, dejando para mañana tantas y tantas cosas que hubiésemos podido hacer hoy. 

Cuando reparamos en que “no tenemos tiempo, para perder el tiempo”, casi siempre es tarde. Es entonces cuando nos entran las prisas; cuando queremos recuperar, atolondradamente, el tiempo perdido; cuando valoramos las “pequeñas cosas” a las que nunca dimos importancia, pasando olímpicamente de ellas. ¡Craso error!

Las personas de mi generación, o sea, a las que nos conviene olvidarnos del calendario, hemos vivido situaciones sociales que nunca habíamos sospechado vivir, ni siquiera en un mal sueño. Ello ha sido fruto de la evolución de los tiempos. 
A unos, más que a otros, nos ha costado encajarlo; pero, lo inteligente es aceptarlo, con total naturalidad y positivamente.


Integrar Las Diferencias

Las personas monocrónicas son las que se manejan con un tiempo lineal, realizando una tarea detrás de otra. Por el contrario, para las policrónicas, el tiempo es circular y tratan de hacer muchas cosas a la vez; pueden empezar algo y pensar en alguna otra más. 

Esto provoca que estos dos perfiles puedan terminar en conflicto entre ellos. Sin embargo, cada uno puede ser bueno para tareas diferentes, en función de si requieren un mayor grado de detalle y concentración o un mayor dinamismo, de modo que las organizaciones necesitan ambos, por lo que lo más importante es saber integrarlos.

De la misma manera, existen personas muy optimistas y otras que son más realistas. De nuevo, lo mejor para una organización es contar con ambos, con el entusiasmo de unos, pero también con el realismo de los otros, porque de otra forma se estaría continuamente abocado a la locura.

Igualmente, existen también culturas muy colectivas en las que a la gente le gusta trabajar en equipo y compartirlo todo, mientras que otras que tienden a ser más individualistas
.
La clave está en integrar las diferencias, haciendo que cada uno se sienta aceptado y valorado en el equipo. Este es el activo crucial, porque la diversidad presenta un doble filo: puede ser muy buena si se gestiona de forma adecuada porque proporciona innovación, flexibilidad y variedad de opiniones, pero, si no está equilibrada, habrá caos y falta de motivación. Por tanto, ser diferente no es bueno o malo en sí mismo. Vivimos en un mundo de diversidad, pero podemos extraer valor de las diferencias, tomar las de cada uno, juntarlas y conseguir un contexto más flexible.

Todos pertenecemos a muchas identidades: de origen, de crecimiento y de aspiración.

Las identidades de origen son básicamente nuestro legado: el sexo, la cultura, la lengua… Es lo que nos hace conectar con el pasado. No dependen de nosotros; nacemos con ellas. A estas les vamos añadiendo otras durante la vida; es lo que llamamos identidades de crecimiento, entre las que se encuentran nuestros amigos de secundaria o nuestros intereses, pero también nuestros estudios, elecciones vitales, etc. Mientras que las identidades de origen representan nuestro pasado, las de crecimiento representan nuestro presente, lo que compartimos con los demás, nuestro apego emocional.

Finalmente, tenemos las identidades de aspiración, en las que realmente queremos depositar y potenciar nuestras diferencias. Nuestras identidades de origen nos permiten estar conectados al pasado, ser parte del grupo. Las de crecimiento nos ayudarán a tener amigos, a relacionarnos con los otros. Y las de aspiración nos ayudarán a encontrar a la gente con la que nos gustaría desarrollarnos y a la que querríamos aproximarnos.

Las estrategias de las empresas deben centrarse en el origen, permitiendo a las personas eliminar las barreras para que puedan integrarse plenamente en la organización, para a continuación crear el contexto para que desarrollen su comunidad de aspiración. Para ello hay diferentes estrategias, tanto en el inicio, que es tarea más del departamento de diversidad, como en las comunidades de aspiración, más ligadas al departamento de innovación.

Diversidad es una palabra muy de actualidad, pero no es la primera vez, ya que ha habido al menos tres ciclos en los últimos quince años en los que se ha puesto de moda. Esto es positivo en cierto sentido, ya que se trata en los debates y en los periódicos, pero su evolución es siempre en espiral. En cada círculo, entendemos un poco más sobre ella y, sobre todo, que la comunicación debe ser real. En caso contrario, puede conducir a un conflicto.

Vivimos en un mundo colaborativo, en el que se ha implantado lo que ya conocemos como “economía colaborativa” y en el que fórmulas como el crowdfunding o la creación de forma conjunta están a la orden del día.

Después de más de cien años de individualismo, la sociedad está preparada para otro cambio de comunidad y las organizaciones no son una excepción a ello, así que tendrán que crear también un tipo de mecanismos colaborativos para que las personas puedan crear de forma conjunta.

Para mantener la aspiración hay que proponer un proyecto en el que trabajen las personas y, al acabarlo, formar parte de otro. El primero que llevó esto a cabo fue Google, cuyos empleados pasan el 60 % de su tiempo en una posición fija, el 30 % en una posición que pueden elegir y el 10 % libres para crear.

Por tanto, de lo que se trata es de tener un proyecto común y de qué puede aportar cada uno a ese proyecto. Para ello se necesita que las personas se sientan libres en la organización, porque, como Hannah Arendt dijo, “Solo entre iguales puedes ser diferente”.


Protagonistas

El protagonista es el personaje principal de la historia, quien sostiene la trama y, generalmente, es el centro de atención de la misma. Están mejor caracterizados que el resto de personajes y se da a conocer una mayor cantidad de información sobre él respecto al resto del elenco. El protagonista participa en los eventos más relevantes de la historia y por regla general son sus actos los que hacen que la trama avance.

En una historia puede haber varios protagonistas, en cuyo caso todos son igual de relevantes y todos desencadenan acontecimientos fundamentales en la trama. A menudo, cuando en la historia participan personajes secundarios con mucha frecuencia (como los inseparables amigos del protagonista) es muy común confundir a estos con protagonistas. Es importante que el escritor tenga clara la diferencia entre llevar en su historia a tres protagonistas o a un protagonista y a sus dos amigos. De lo contrario el lector puede terminar confundiéndose y ser incapaz de seguir adecuadamente el argumento central.

Uno de los mayores fallos que puede cometer un escritor es convertir a su protagonista en el ombligo del universo en el que vive. Es un error muy común y generalmente ocasionado por la falta de planificación o por un exceso de aprecio hacia ese personaje. Un paso siempre previo a la labor de crear los personajes de tu historia es crear el mundo donde vivirán. Recuerda que NO es el mundo el que se adapta a los personajes, sino que son los personajes quienes se adaptan al mundo. Ten esto muy presente antes de empezar a crear personajes. Aunque tu idea inicial haya sido en torno al héroe y aparentemente no importe el mundo en el que viva, y lo único relevante sea lo que le ocurre o lo que hace, aún así debes empezar por el mundo.

Un personaje no puede definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.

Un personaje no puede definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. 

Si no lo planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. 

Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.


La Memoria Retiene

«Querer el olvido es un problema antropológico: desde siempre, el hombre sintió el deseo de reescribir su propia biografía, de cambiar el pasado, borrar sus huellas, las suyas y las de los demás. [...] La lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido»

Milan Kundera

La memoria sensorial recoge distintos registros sensoriales: lo que escuchamos, vemos, sentimos, olemos o saboreamos se guarda en registros diferentes.
Nuestras neuronas tardan entre medio segundo y dos segundos en decidir qué hacer con las señales recibidas.

Lo que nos resulta irrelevante o aburrido se elimina inmediatamente; lo que nos resulta interesante, emocionante o nuevo pasa automáticamente a la memoria operativa.Por tanto, depende de cómo sea un evento, una charla, una presentación, una clase, un trabajo, una relación… podemos imaginar si estamos optimizando el aprendizaje y el recuerdo o no.Afirman investigadores de la Universidad de Birmingham en un artículo publicado en la revista Nature Neuroscience.Según el estudio, dirigido por Maria Wimber, el recuerdo es un camino de doble sentido.

Estudios anteriores habían mostrado que recordar algo de forma repetida estabiliza por un lado el contenido de la memoria. Pero también había indicios de que recordar alguna cosa puede provocar el olvido de otra.

Los expertos creen que el responsable de esto es un mecanismo de inhibición que reprime los recuerdos que provocan interrupciones cuando alguien quiere recordar algo concreto. Poco a poco esa represión provoca que se borre ese recuerdo.

La memoria de cada uno es algo muy personal y a la par que subjetiva ¿nunca te has preguntado por qué los recuerdos sobre un mismo hecho varían según la persona que los recuerde? ¿Cómo es posible que, si partimos de un sólo acontecimiento como referencia, se pueda interpretar de tan distinta forma entre unas personas y otras? Lo cierto es que vamos cambiando inconscientemente la percepción de lo ocurrido de tal forma que cada vez que recordamos algo que nos ha causado un fuerte impacto emocional recreamos lo ocurrido y lo reescribimos en la memoria según el estado de ánimo.

Por esta razón, alteramos la realidad de forma involuntaria cuando pasa a formar parte de nuestros recuerdos.

Sin Imposturas


Hay que vivir sin imposturas
Vivir de modo que con el tiempo
Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.

Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel
y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.

Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos
Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.

Otros siguiendo tus huellas, frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,
Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria
No debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.

Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.

BORIS PASTERNAK (Versión de Gabriel Barra)

Las Solo Intenciones

En la vida las intenciones sobran, incluso muchos dichos y refranes versan sobre ellas, tenemos miles de intenciones en la vida, los deseos, los anhelos, lo que queremos se convierte en una firme intención tarde o temprano, incluso nos rodean las intenciones y los intereses de los demás, de manera que todo fluye en torno a meras intenciones, buenas y malas, puras o desafiantes, positivas u oscuras, sin la existencia de la voluntad, nunca dejarán de ser solo eso, intenciones.


Cuando establecemos una relación con alguien, cuando perdonamos, cuando decidimos dar oportunidades, no solo a los demás, sino también a nosotros mismos, lo hacemos desde una intención, que principalmente trata de que las cosas funcionen, de que la confianza, la transparencia, la verdad y el amor siempre sean nuestros principales pasos y que puedan permanecer el mayor tiempo posible, sin embargo, si nuestros deseos no van en consonancia con nuestras acciones o simplemente no forman parte de la voluntad de nuestra pareja, difícilmente lograremos llevar esta relación con mayor éxito.

En la vida, la voluntad es el motor conductor y propulsor de lo que queremos alcanzar, del lugar al cual queremos llegar, de nuestras acciones y decisiones y sin voluntad la intención no cuenta, pues dudosamente terminará dando algún fruto si no va precedida por acciones concretas, por deseos genuinos que se manifiesten en hechos.

Es curioso para muchas personas, que algunas relaciones resulten eternas, y no solo eternas, sino que además conserven esa chispa y esa llama que la encendió desde la primera vez y que de alguna manera sigue viva, solemos pensar que irremediablemente las relaciones cambian, para peor desafortunadamente, todo suele enfriarse y aquello que fue más nunca será, pues ocurre que las relaciones que tienden a esparcirse en el camino, son aquellas que pretenden mantenerse puramente de intenciones, son esas relaciones donde la voluntad quedó vencida, por la costumbre, por el cansancio o porque simplemente la emoción fue sorprendida por el desamor, entonces la intención emerge…como único camino de seguir adelante.

El pilar de las relaciones se llama voluntad, para amar, para confiar, para aprender, para vivir intensamente cada segundo al lado de esa persona que nos acompaña y que nos eligió así como nosotros la elegimos, voluntad para desear y ser mejores, voluntad para ser y hacer.

No todo en la vida es color rosa, las relaciones afrontan dificultades, penas, tempestades y situaciones que pueden desequilibrar las cosas en determinados momentos, pero cuando la voluntad en la pareja priva, nada puede ocurrir que no pueda superarse, ninguna herida puede hacerse tan profunda que no pueda ser sanada, la intención de levantarse como pareja, se transforma en acción, el amor es su columna y no hay puentes tambaleantes que cruzar, simplemente la voluntad y la claridad de saber hacia dónde nos dirigimos y con quien queremos estar.


No llenes tu vida de intenciones, sé voluntad, permite que la acción y la fortaleza de esa intención se manifieste, no vivas de intenciones que no tienen largos caminos recorridos, suelen ser tan repetitivas que tarde o temprano te darás cuenta de que para la intención la voluntad no existe, pues cuando la voluntad se hace presente la intención se convierte en una realidad viva y tangible.


Ambiciones

La ambición es una energía poderosa. Es querer, crecer, tener, expandir, explorar, avanzar, descubrir, conseguir.

Intentar aplacar la ambición es querer luchar contra algo para lo que estamos programados como humanos que somos. No hay nada de malo en la ambición. ¿O crees que la Vida nos ha diseñado mal y piensas que debemos corregirlo?

Como te decía, la ambición está vinculada con el conseguir y la misma palabra ya lo indica: con-seguir. Alcanzar cosas y continuar alcanzando cosas, hitos, etapas, fases.

Nunca dejarás de querer más y mejor. Nunca.

Es muy gratificante cuando alcanzas un objetivo. Es la realización misma. Una sensación con la que te sientes pleno, orgulloso de ti mismo, poderoso, capaz y valioso.

Te invito a ser ambicioso sin censuras ni prejuicios. Sí, tú. Partiendo desde el punto donde estés. Da igual si estás en el más profundo de los agujeros y no sabes cómo saldrás de esta o si las cosas te vienen de cara y no osas pedirle más a la vida por temor a parecer desagradecido.

La ambición es necesaria porque sin ella retrocedemos, aflojamos y nos conformamos con una vida gris.

Es como las cuerdas de un violín. Debes tensarlas a diario para que el instrumento esté afinado y produzca la melodía correcta. Tu ambición es esa tensión, la misma que te permite avanzar y no tirar para atrás.


Pero no nos damos permiso y escondemos nuestra ambición, algo tan absurdo como esconder el hambre, el sueño o la sed. La vemos como algo sucio debido a filosofías religiosas y espirituales que nos hacen creer que querer es la fuente de nuestra infelicidad y que debemos aplacar esas ansias y aceptar las cosas como son.