En una historia puede
haber varios protagonistas, en cuyo caso todos son igual de relevantes y
todos desencadenan acontecimientos fundamentales en la trama. A menudo, cuando
en la historia participan personajes secundarios con mucha frecuencia (como los
inseparables amigos del protagonista) es muy común confundir a estos con
protagonistas. Es importante que el escritor tenga clara la diferencia entre
llevar en su historia a tres protagonistas o a un protagonista y a sus dos
amigos. De lo contrario el lector puede terminar confundiéndose y ser incapaz
de seguir adecuadamente el argumento central.
Uno de los mayores
fallos que puede cometer un escritor es convertir a su protagonista en el
ombligo del universo en el que vive. Es un error muy común y generalmente
ocasionado por la falta de planificación o por un exceso de aprecio hacia
ese personaje. Un paso siempre previo a la labor de crear los personajes de tu
historia es crear el mundo donde vivirán. Recuerda que NO es el mundo el
que se adapta a los personajes, sino que son los personajes quienes se adaptan
al mundo. Ten esto muy presente antes de empezar a crear personajes. Aunque tu
idea inicial haya sido en torno al héroe y aparentemente no importe el
mundo en el que viva, y lo único relevante sea lo que le ocurre o lo que hace,
aún así debes empezar por el mundo.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu
personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si
existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin
antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje
realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie
puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos
impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un
personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de
obstáculos en algún momento de su vida. Por ello debe vivir en un mundo donde
haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades
cotidianas.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu
personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si
existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin
antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo.
Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje realista
tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie
puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos
impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un
personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de
obstáculos en algún momento de su vida.
Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.
Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.
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