Los países son tan buenos como buena es su sociedad. Y para que una
sociedad sea buena, requiere definir con claridad el país por el que está
dispuesta a comprometerse, la forma de lograrlo y la exigencia que esto implica
hacia el gobierno en turno, viendo a éste no como un obstáculo insalvable, sino
como un aliado indispensable y conquistable ejerciendo, de ser necesaria, la
presión indispensable para que atienda los reclamos de la ciudadanía a la que
se debe.
Corrupción, palabra mil veces repetida para señalar el daño que causa a nuestra sociedad y que sigue rondando todos los ambientes y rincones de nuestro actuar, en lo político, en lo empresarial y en la sociedad.
¿Cómo transformar los buenos deseos en realidad?
Veamos:
Un gobierno honesto y eficaz
Crecimiento económico que permita la creación de empleos dignos.
Abatimiento drástico de la pobreza y la desigualdad.
Un gobierno honesto y eficaz
Crecimiento económico que permita la creación de empleos dignos.
Abatimiento drástico de la pobreza y la desigualdad.
Reducción significativa y sin tregua de la violencia.
Paz en todos los ámbitos. En el nacional, en el estatal, en el municipal, en la casa y en la familia.
Una sociedad participativa que exija sus derechos y sea capaz de cumplir responsable y dignamente con sus obligaciones.
Un sector empresarial dedicado en cuerpo y alma a la creación y formación de empresas socialmente responsables que ofrezcan empleos dignos a sus trabajadores.
Paz en todos los ámbitos. En el nacional, en el estatal, en el municipal, en la casa y en la familia.
Una sociedad participativa que exija sus derechos y sea capaz de cumplir responsable y dignamente con sus obligaciones.
Un sector empresarial dedicado en cuerpo y alma a la creación y formación de empresas socialmente responsables que ofrezcan empleos dignos a sus trabajadores.
Trabajadores que exijan sus derechos pero cumplan con excelencia sus
obligaciones hacia la empresa que los emplea.
Religiones capaces no sólo de mover los sentimientos de sus feligreses, sino de incitarlos a la acción en beneficio de sus hermanos, así como una educación de calidad comparable a las mejores del mundo y en donde los VALORES, así, con mayúscula, estén en el centro de su enseñanza.
¿Qué necesitamos? Crear redes ciudadanas desde las comunidades vecinales, escolares y gremiales, e integrarnos en proyectos de gran dimensión social que procuren el beneficio de la comunidad y persigan objetivos de gran visión hasta alcanzarlos sin reparar el gran esfuerzo que esto implica. Proyectos locales, de abajo hacia arriba, de los municipios a los estados y a la nación.
Religiones capaces no sólo de mover los sentimientos de sus feligreses, sino de incitarlos a la acción en beneficio de sus hermanos, así como una educación de calidad comparable a las mejores del mundo y en donde los VALORES, así, con mayúscula, estén en el centro de su enseñanza.
¿Qué necesitamos? Crear redes ciudadanas desde las comunidades vecinales, escolares y gremiales, e integrarnos en proyectos de gran dimensión social que procuren el beneficio de la comunidad y persigan objetivos de gran visión hasta alcanzarlos sin reparar el gran esfuerzo que esto implica. Proyectos locales, de abajo hacia arriba, de los municipios a los estados y a la nación.
Sin prisa
pero sin tregua. Y pensar que los grandes proyectos empiezan, muchos de ellos,
por pequeños proyectos impulsados por líderes sociales que infunden respeto y
ánimo y que poco a poco van creciendo o uniéndose a otros hasta alcanzar una
dimensión insospechada que transforma para bien el entorno político, económico
y social en donde se desarrollan.
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