¿Por qué motivo nos cuesta tanto hacer lo que
decimos?
En primer lugar tienes que plantearte si realmente quieres hacerlo. A veces decimos cosas o nos planteamos objetivos o retos por presión social. Tengo que estudiar tal cosa, correr tal carrera, dejar de comer tal alimento, visitar a tal persona o ir de vacaciones a tal lugar.
Cuando en realidad no queremos hacer algo nos cuesta encontrar la motivación para culminar nuestra intención en una acción. Es más fácil decirlo, sin duda, que cumplirlo. Quizás en un apretón de buena voluntad lo decimos, incluso nos lo planteamos, pero luego nuestro cuerpo no nos deja hacerlo. Escúchate, quizás el problema es que deberías plantearte si en realidad quieres hacerlo o no.
Cuidado, posiblemente estarás pensando en todas aquellas cosas que te pide tu pareja, familiares y amigos. De nuevo elige si lo quieres hacer o no. Si lo haces resignadamente tardaras poco en culpabilizar a tu pareja y a adoptar una actitud victimista. Si no lo haces y lo dialogas constructivamente es posible que ambos deis un salto madurativo a la relación; y si finalmente decides hacerlo, recuerda que lo has decidido tu desde la empatía, el respeto o la responsabilidad pero no olvides que lo has elegido, libremente, así que no culpabilices a nadie de tus decisiones.
El segundo paso consiste en analizar si puedes hacerlo. Lo de querer es poder es muy relativo y ha generado muchos problemas, efímeras ilusiones y desengaños. Analiza si puedes realizar lo que pretendes realizar. El tiempo es finito, a veces lo olvidamos y olvidamos que tenemos que trabajar unas horas al día, dedicar unas horas a amar a nuestra pareja, unas horas a educar y jugar con nuestros hijos y unas horas para cuidarnos nosotros mismos. Recuerda, a veces queremos hacer algo sin tan solo analizar si lo podemos hacer, sin priorizar nuestro tiempo y sin contemplar los daños colaterales que ocasionaremos a las personas que nos rodean.
Finalmente analiza si el motivo por el que no transformas tus intenciones en acciones es porque no sabes cómo hacerlo. A veces deseas complacer a otra persona pero no sabes cómo hacerlo, quizás desees cambiar algunos hábitos pero no sabes ni por dónde empezar o lo que es peor, has empezado, pero no de manera adecuada, por lo que has concluido que es mejor no seguir o posponer el siguiente paso. Sobre el papel todo es muy fácil, los amigos lo pintan todo como muy sencillo y los famosos muestran sus logros y facilitan marcas comerciales y productos para conseguir emular sus aparentes proezas.
Si sufres por no poder materializar tus intenciones probablemente sea porque no puedes o por que no sabes. Pero querido, querida, si te da igual posiblemente sea porque no quieres. En cualquier caso no te castigues más. Revisa si quieres hacer lo que tienes que hacer y si la respuesta es afirmativa, pues venga a tope, pero si la respuesta es negativa revisa tu vida y adáptala a tus deseos y necesidades.
En primer lugar tienes que plantearte si realmente quieres hacerlo. A veces decimos cosas o nos planteamos objetivos o retos por presión social. Tengo que estudiar tal cosa, correr tal carrera, dejar de comer tal alimento, visitar a tal persona o ir de vacaciones a tal lugar.
Cuando en realidad no queremos hacer algo nos cuesta encontrar la motivación para culminar nuestra intención en una acción. Es más fácil decirlo, sin duda, que cumplirlo. Quizás en un apretón de buena voluntad lo decimos, incluso nos lo planteamos, pero luego nuestro cuerpo no nos deja hacerlo. Escúchate, quizás el problema es que deberías plantearte si en realidad quieres hacerlo o no.
Cuidado, posiblemente estarás pensando en todas aquellas cosas que te pide tu pareja, familiares y amigos. De nuevo elige si lo quieres hacer o no. Si lo haces resignadamente tardaras poco en culpabilizar a tu pareja y a adoptar una actitud victimista. Si no lo haces y lo dialogas constructivamente es posible que ambos deis un salto madurativo a la relación; y si finalmente decides hacerlo, recuerda que lo has decidido tu desde la empatía, el respeto o la responsabilidad pero no olvides que lo has elegido, libremente, así que no culpabilices a nadie de tus decisiones.
El segundo paso consiste en analizar si puedes hacerlo. Lo de querer es poder es muy relativo y ha generado muchos problemas, efímeras ilusiones y desengaños. Analiza si puedes realizar lo que pretendes realizar. El tiempo es finito, a veces lo olvidamos y olvidamos que tenemos que trabajar unas horas al día, dedicar unas horas a amar a nuestra pareja, unas horas a educar y jugar con nuestros hijos y unas horas para cuidarnos nosotros mismos. Recuerda, a veces queremos hacer algo sin tan solo analizar si lo podemos hacer, sin priorizar nuestro tiempo y sin contemplar los daños colaterales que ocasionaremos a las personas que nos rodean.
Finalmente analiza si el motivo por el que no transformas tus intenciones en acciones es porque no sabes cómo hacerlo. A veces deseas complacer a otra persona pero no sabes cómo hacerlo, quizás desees cambiar algunos hábitos pero no sabes ni por dónde empezar o lo que es peor, has empezado, pero no de manera adecuada, por lo que has concluido que es mejor no seguir o posponer el siguiente paso. Sobre el papel todo es muy fácil, los amigos lo pintan todo como muy sencillo y los famosos muestran sus logros y facilitan marcas comerciales y productos para conseguir emular sus aparentes proezas.
Si sufres por no poder materializar tus intenciones probablemente sea porque no puedes o por que no sabes. Pero querido, querida, si te da igual posiblemente sea porque no quieres. En cualquier caso no te castigues más. Revisa si quieres hacer lo que tienes que hacer y si la respuesta es afirmativa, pues venga a tope, pero si la respuesta es negativa revisa tu vida y adáptala a tus deseos y necesidades.
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