Según la Real Academia de la Lengua Española, vínculo significa “unión o atadura de
una persona o cosa contra otra”.
Entonces, entendemos que “vínculo afectivo” sería la unión afectiva que tenemos con otra persona, pero he de añadir que es importante resaltar que esa “persona” sería una persona “significativa” para nosotros. Es decir, una persona “importante” para nosotros con la cual hemos tenido algún tipo de relación, y fruto de esta relación y del significado que hemos otorgado a ese “otro significante”, surge la “vinculación afectiva”.
Una figura relevante en el estudio de los vínculos afectivos o del apego fue el psicoanalista inglés Jonh M. Bowbly.
Bowlby formuló una Teoría del Apego en la cual postulaba “el apego afectivo de aves y mamíferos es un proceso del desarrollo psicológico del animal, incluyendo el humano, que se desarrolló como una tendencia de adaptación para mantener proximidad a la figura del progenitor.”
Mary Ainsworth, realizó diversos trabajos relacionados con el estudio de los vínculos afectivos. Mediante la creación de una situación experimental a la cual denominó “Situación extraña”, Mary Ainsworth pudo observar y estudiar los distintos tipos de apego.
Esta investigación fue desarrollada en 1960 por Ainsworth como parte de un estudio longitudinal del proceso de apego.
La “situación extraña” es un proceso de laboratorio en el cual se observa y estudia al niño, en su interacción con la madre (o cuidador) y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar.
Dicho experimento se diseñado para estudiar la calidad de la relación entre el bebé y su cuidador/a o madre, por ello, durante la observación es importante estudiar las reacciones que tiene el niño al separarlo de la madre, así como cuando vuelve a reunirse con ella.
Se obtuvo una información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la “calidad de la interacción” entre la madre y el hijo, así como su influencia sobre la formación del apego. M. Ainsworth encontró tres patrones principales de apego:
(1) niños de apego seguro, que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre.
(2) niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres.
(3) niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres.
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