El hombre es un ser corpóreo y vive realmente su unidad con el cuerpo,
por lo tanto el cuerpo es el campo expresivo de la persona. En todos los aspectos,
ese cuerpo participa de las realizaciones personales.
No existe un sujeto humano realizado y completo en la interioridad de la
conciencia sin que tenga expresión a través de su cuerpo. El hombre se realiza
comunicándose y expresándose en la visibilidad del cuerpo y en la realidad
concreta del mundo.
El cuerpo es el lugar de toda humanización, de toda cultura, y al
revestirse el cuerpo de significado humano, se humaniza y el hombre entra al
mundo humanizándolo.
No existe una idea o un pensamiento que hayan nacido sin la
participación del cuerpo, sin el uso de las palabras, que le permitan al
pensamiento ser lo que es. De esta manera, la sonrisa no es una señal que se
esconde detrás de la fachada del cuerpo, sino que es la alegría de un ser corpóreo.
En las obras de arte, el hombre se hace y se realiza como artista.
Cuando un actor crea su personaje, se convierte verdaderamente en actor.
Trabajando y cansándose, en el estudio y en el trabajo, que transforma al
mundo, el hombre realiza su inteligencia, su voluntad y su libertad.
Por consiguiente, el cuerpo humano es la persona en cuanto se expresa y
se realiza visiblemente en el mundo, en la comunicación con los demás y en la
transformación del mundo.
Hablando en sentido religioso, podemos decir que el cuerpo tiene un
significado sacramental, que quiere decir «mención de lo sagrado», en cuanto
que la realidad espiritual e interior se expresa visiblemente en el cuerpo y a
través de él en el mundo.
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