A lo largo de la historia la ciencia, instaurada de forma universal, ha
visto cómo ideas previamente rechazadas acababan por formar parte de su amplio
repertorio.
En la ciencia la aceptación de nuevas ideas sigue pasos bien definidos:
primero, los reticentes proclaman que el nuevo planteamiento vulnera las leyes
de la ciencia; segundo, las posibles evidencias que se presentan se califican
de frágiles; tercero, la nueva idea propuesta se revela como importante y con
efectos más fuertes de los imaginados en principio; y, cuarta, sólo unos pocos
recuerdan que fuera puesta en duda.
El Dr. Richard Conn Henry es profesor del Departamento de Física de la
Johns Hopkins University de Baltimore donde imparte clases de física y
astronomía. Ha sido Director Adjunto de la División de Astrofísica de la NASA y
es Director del Maryland Space Grant Consortium cuya misión es, bajo el
auspicio de la NASA, el desarrollo de proyectos de investigación, educación y
servicio público en colaboración con universidades y otras instituciones
académicas.
Entre sus numerosos artículos destacamos “The mental Universe”
publicado en 2005 en la revista Nature. El texto empieza recordando el logro de
Galileo Galilei al conseguir que la ciencia pudiera “creer lo increíble”. Nos
dice que “el descubrimiento de la mecánica cuántica en 1925 resolvió el
problema de la naturaleza del universo” y otra vez la ciencia se encontró
frente al reto de creer lo increíble.
Sin embargo, “la más reciente revolución de la física de los últimos 80
años no ha transformado el conocimiento general del público de manera similar”.
Henry señala que “han existido varios intentos serios de conservar un
mundo material, pero no han producido una nueva física y sólo sirven para
preservar una ilusión”. Es decir, a pesar de lo que ya se sabe, se sigue
afirmando que el observador es uno y hay que ver las cosas a través de su
filtro. Y hace una clara analogía con el cuento de Andersen “El traje nuevo del
emperador” cuyo principal mensaje es poner en duda lo que todos consideran
verdad incontestable.
Nos recuerda que hace ya muchos años que la mecánica cuántica nos ha
revelado nuestra verdadera naturaleza citando a James Hopwood Jeans, físico,
astrónomo y matemático británico que en 1930 dijo: “El caudal de conocimiento se
dirige hacia una realidad no-mecánica; el universo comienza a parecerse más a
un gran pensamiento que a una gran máquina.
La mente ya no es un intruso accidental en el reino de la materia…más
bien deberíamos recibirla como la creadora y regente del mundo de la materia”.
Asume que “los físicos evitan la verdad porque la verdad es ajena a la
física cotidiana” e insiste en que “el mundo es mecánico-cuántico y debemos
aprender a percibirlo como tal”. Además “una ventaja de corregir la percepción
de la humanidad sobre el mundo es la alegría resultante de descubrir la
naturaleza mental” y al aceptar que “no existe nada sino las observaciones” la
física se convierte en algo muy simple.
Nos anima a “hacer un galileo” y termina con esta contundente afirmación:
“el universo es inmaterial, mental y espiritual. Vive y disfruta”.
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