sábado, 16 de mayo de 2020

Utilidad De Lo Inútil


No es fácil proporcionar soluciones a estos, a veces, temidos y laberínticos interrogantes; acudimos a diferentes escuelas, teorías, doctrinas y tratamos también, en meternos dentro de filosofías profundas ambicionando lograr explicaciones que puedan satisfacer o no la curiosidad sobre el perenne interrogante existencial. 

A su vez, acudimos a los temas científicos, a los místicos y a muchas otras lecturas con múltiples doctrinas que nos ubiquen en el marco de la conciencia, para contactarnos con una realidad que pretendería explicarnos el conocimiento del devenir humano.

Propondríamos revisar el tema con el propósito de entendernos como personas que somos, con nuestro fiel y entrelazado universo particular, respetables ante nosotros mismos y ante los demás; somos seres únicos e individualmente sujetos a lo que pensamos de nosotros mismos sin la impaciencia de imponernos propiedades que busquen el ajustar y el mejoramiento de nuestra autoimagen con el fin de ser aceptados por los demás; no es el de forzar cambios en los otros para obtener una satisfactoria reacción y aprobación de nuestro rol en esta vida y así adaptarnos "más sanamente", frente a la buena y generosa voluntad de nuestros hermanos y vecinos. 

Pero tampoco es apremiar, inexcusablemente, cambios en nosotros mismos, como de pronto nos lo han mostrado y enseñado durante casi toda la vida, para lograr una apropiada acomodación para la aquiescencia de los otros.

Consideramos como el eje fundamental de nuestro distintivo personal, aquel del que proviene de la aceptación. La aceptación a nosotros mismos. Es aceptar lo que somos, libres de imposiciones y de resistencias.

Aprender a aceptarnos a nosotros mismos, es ver nuestra vida con serena indulgencia, transformando las tensiones en la sobrada confianza de nuestro espíritu interior.

La aceptación se nutre del amor a lo que somos y a lo que hacemos; es experimentar con toda luminosidad y reconocer con fidelidad nuestra laboriosidad; nadie tiene que hacerlo por nosotros; solamente nosotros podemos ejercer ese don natural.

Aceptación no es resignación. La aceptación es dinámica y funcional; la resignación es abandono. La aceptación viene de adentro, no de afuera; para la aceptación no hay que buscar fórmulas, reglas, normas o manuales con instrucciones y además, como valor agregado, está exenta de ordenamientos; aceptar es como es, en sí misma; porque las cosas son como deben ser.


Es ver la naturaleza con su maleabilidad solemne y su marcha inmortal.


El oxímoron (Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto) evocado por el título La utilidad de lo inútil merece una aclaración.

La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios.

En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista.

Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida.

 Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya ya agotado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad.


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