Aceptar
cualquier cosa que venga de los demás por miedo a ser rechazado. Esto podría
incluir el maltrato físico o el psicológico.
Temor
a expresarse y mostrarse como realmente se es por miedo a ser rechazado.
Imitar
conductas y actitudes, aun sin estar de acuerdo con ellas, por temor a ser rechazado.
Dificultad
para ser uno mismo y sentirse cómodo con los demás. Esto se debe a que siempre
se está pensando en el que dirán o en qué pensarán los demás.
Cuando se padece de baja autoestima, la
búsqueda de la aceptación puede provocar una sensación desagradable en quien la
padece.
El miedo a ser rechazado no
permite actuar libremente y todo se piensa en función de lo que se cree que
opinarán los demás. Esta situación puede llegar a desgastar mucho ya que la
mujer o el hombre siempre tiene que ir con cuidado de lo que dice o hace.
Otra de las causas que originan una baja autoestima es la frustración. El miedo a ser rechazados puede llevarnos a
percibir cualquier situación, por poco importante que sea, como si fuera un
rechazo. Por ejemplo, una persona con baja autoestima que busca constantemente
la aceptación de los demás, puede pensar que si alguien le dice: “hoy no quiero
salir”, en realidad es porque no quiere verlo.
No es capaz de pensar en cualquier otra posibilidad como que simplemente
está cansado, de mal humor o que simplemente no quiere salir porque ha tenido
un mal día en el trabajo. Estas situaciones frustrantes de supuesto rechazo
sólo lograrán bajar aún más la autoestima.
Para evitar que esto suceda, lo mejor es pensar en las diferentes
explicaciones que podría tener el comportamiento de nuestro amigo, y ver que el
rechazo es una posible causa entre muchísimas otras. De esta forma, será
más sencillo interpretar que esa situación seguramente no ha sido causada por
un rechazo.
También es importante intentar sentirse menos presionados y actuar más libremente en lugar
de estar pensando constantemente si los demás nos aceptarán o no. En el peor de
los casos, es mejor que no nos acepten a que nos acepten por algo que no somos
en realidad.
Además y por mucho que nos esforcemos en pensar cómo pueden opinar otras
personas, la realidad es que no lo sabemos y que a menudo es difícil
anticiparlo.
Lo que a una persona le puede parecer bien, a otra le parecerá mal, e
incluso lo que a alguien le puede parecer bien un día, le puede parecer mal
otro día o en otro momento.
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