El reciente informe sobre “El derecho a la libertad de expresión y creación artísticas”, presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas por la Relatora Especial de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos culturales, aborda las muchas formas en que el derecho a las libertades indispensables para la creatividad y la expresión artística puede verse disminuido, añadiendo que “la vitalidad de la creación artística es necesaria para el desarrollo de culturas dinámicas y el funcionamiento de sociedades democráticas”.
Sus argumentos entroncan con varias de las preocupaciones principales de la Agenda de Desarrollo de las Naciones Unidas a partir de 2015, sobre todo con respecto al desarrollo económico y social inclusivo, así como a los principios fundamentales de los derechos humanos y la igualdad.
Entre los muchos modos en que las libertades artísticas están siendo disminuidas en muchos países hoy en día, destacan algunos desarrollos financieros y económicos recientes que han tenido un impacto negativo en las industrias culturales y creativas, y que han traído consigo: reducción del apoyo del sector público; restricción de medios de subsistencia a través de la piratería; y “censura de mercado” impuesta por la consolidación corporativa, que reduce la diversidad de fuentes de financiación, la autonomía artística y el espacio disponible para la producción. El punto más significativo, sin embargo, es que la Relatora Especial denuncia específicamente las restricciones llevadas a cabo a nivel comercial o industrial en nombre de valores sociales y políticos.
Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2004: La libertad cultural en el mundo diverso de hoy demostraba que las luchas por el no reconocimiento de la diferencia se habían convertido en factores de inestabilidad y conflicto que suponían un despilfarro de recursos. Los cada vez más crecientes flujos migratorios, han convertido comunidades urbanas de todo el mundo en espacios de mezcla y encuentros étnicos. Las posiciones de las políticas públicas y las actitudes del conjunto de la sociedad, determinarán si esta diversidad lleva a una creatividad intercultural fecunda y cruzada o, por el contrario, a conflictos y tensiones excesivas.
La construcción de mejores patrones locales de convivencia, o coexistencia, con la diferencia cultural, requiere una formulación proactiva de políticas. Se ha dicho que “cualquier empuje para lograr una creatividad urbana en la que esté ausente un mayor interés por la cordialidad y la camaradería… está condenada a permanecer radicalmente inacabada en la comunidad urbana como conjunto… También conlleva temas básicos de ciudadanía y democracia, y la plena incorporación de todos los estratos sociales en la vida activa de la ciudad, no sólo por su propio bien, sino también como un medio para dar rienda suelta a los poderes creativos de toda la ciudadanía”.
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