Momentos en los que crees que la mejor solución es echar reversa y
retomar lo que habías dejado atrás, tal vez la peor decisión que puedes tomar.
Son esos momentos de la vida en los que uno decide echarse al agua, dar
la pelea, enfrentarse al mundo, tal cual. Porque ya es hora de hacer lo que
realmente le apasiona, porque ya es hora de dejar las máscaras atrás o
simplemente porque cree que hay un mejor rumbo que tomar, esos momentos en los
que uno decide renunciar a muchas cosas con el sueño de conseguir
muchas otras.
Y es que no es fácil dedicarse a hacer lo que uno realmente quiere
hacer, ni ser quien uno de verdad es. Yo sé que parece extraño, pero para
muchos es más fácil llevar máscaras con tal de ser aceptado por su entorno, o
mejor dicho, por la sociedad.
También es fácil seguir haciendo lo que siempre hemos hecho, igual lo
sabemos hacer muy bien y será difícil que alguien nos quite el “privilegio” de
seguir en esa zona de confort que seguramente nos da mucha tranquilidad pero
también nos hace infelices.
No nos digamos mentiras, siempre es mucho más fácil ser lo que todo el
mundo quiere que uno sea, porque desde pequeños nos están vendiendo un mundo en
el que lo importante es ser aceptado, tener un trabajo estable y ser uno más
del montón, como si eso fuera suficiente para muchos a quienes los estigmas,
los esquemas y los lineamientos de la sociedad nos saben muy mal.
De un momento a otro la vida va pasando y uno se da cuenta que todo el
tiempo se la pasó haciendo lo que los demás querían: porque era la carrera que
toda mi familia ha estudiado, porque era la empresa donde han trabajado todos
mis ancestros, porque en mi familia no pueden haber artistas, porque ser
homosexual es un pecado, porque casarse y tener hijos es lo que todo el mundo
debe hacer, porque hay que estudiar algo que de plata, porque y porque y
porque…, y nos pasamos la vida con una cantidad de justificaciones inútiles que
solo nos llevan a ser lo que realmente NO SOMOS.
Ley Cangreja: “La vida es eso que pasa mientras sigues
siendo todo lo que a los demás les da la gana que seas y cada vez estás más
lejos de quien realmente quieres ser”.
Uno tiene que aprender a soltar, a soltar todos esos pesos que nos echan
desde pequeños y que a medida que vamos creciendo nos afianzan y nos van
echando cada vez un poco más de peso, como para que no nos podamos mover de ese
punto, de esa situación “ideal” que a todos hará felices por siempre, porque en
últimas “es lo que debemos ser y hacer” ¡Puras patrañas!
Nos vendieron una idea muy errada de la vida, en donde los sueños
propios no se pueden hacer realidad porque hay que hacer realidad los sueños de
los demás.
Qué horrible estar toda la vida atado a lo que los demás piensan, hay
momentos en los que hay que volar sin importar las consecuencias, sin importar
el qué dirán. Pero nadie ha dicho que esto sea fácil, salir de la zona de
confort es un tema muy complicado, sobre todo cuando el cambio en el estilo de
vida es radical.
Las crisis hacen parte de la vida de los seres humanos, sin ellas no
podríamos crecer ni superarnos, porque son las crisis las que le enseñan a uno
lo valiente que puede ser a la hora de enfrentarse a cualquier situación.
Para muchos que hemos decidido tirarnos al agua, hacer lo que queremos y
ser lo que realmente somos, estos momentos de crisis han llegado en uno u otro
momento, es allí donde uno se pregunta si realmente valió la pena luchar por
sus sueños o si hubiese sido mejor quedarse en esa zona de confort que lo
llenaba a uno de nada.
Pensar en echarse para atrás es una de esas cosas que es normal en algún
momento, pero es la peor decisión que se pueda tomar.
La vida siempre será justa con quienes deciden enfrentarse al mundo para
lograr ser y hacer lo que realmente desean, porque todo en la vida se devuelve
y quienes trabajan para bien y hacen bien tarde o temprano reciben su
recompensa, yo sé que suena a cuento de hadas pero es más cierto de lo que
ustedes creen, todo en la vida se devuelve, pero tengan cuidado, porque lo malo
también y a veces en cantidades superiores.
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