En la revista digital Psychology Today, otra de las teorías afirma que “el paso del tiempo que percibimos
está directamente relacionado con la cantidad de nueva información perceptual
que absorbemos”. Con muchos estímulos nuevos,
nuestros cerebros tardan más en procesar la
información, por lo que el tiempo pasa y nosotros no nos damos cuenta realmente
.
Además, en situaciones no habituales nuestro cerebro graba con más
detalle los recuerdos y como consecuencia, lo vivido parece más
lento y a la vez más extenso de lo que realmente fue.
Una
de estas hipótesis en la web Buffer Social es casi contraria, pues explica que
“cuanto más edad tenemos, más familiar y reconocible es nuestro entorno.
Nuestra casa o nuestro lugar de trabajo ya no nos sorprende”. Para los
niños, el mundo es un lugar desconocido que está continuamente lleno de nuevas
experiencias. “En las vivencias cotidianas, el tiempo
no se percibe al cien por cien y por ello parece
que avance más rápido”.
Peter Mangan, psicólogo en el Colegio Clinch Valley de Virginia, junto a
sus compañeros realizó un experimento,
publicado en Sun Sentinel, a jóvenes de entre 19 y 24 años y adultos de entre
60 y 80 años. A ambos grupos y de forma separada, se les pidió que contaran 3
minutos, segundo tras segundo y a la vez.
El primer grupo lo hizo de manera casi perfecta: solo se pasaron 3
segundos. Por su parte, los ancianos creyeron que habían llegado al objetivo 40
segundos después.
Mangan reflexiona que “los relojes internos que
controlan los ciclos diarios de actividad, perciben el tiempo de forma
totalmente diferente según los años”. Así que todas esas veces que miras el
reloj y te sorprendes son totalmente normales según tu edad.
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