Se conoce con el término de
solidaridad a aquel sentimiento o también considerado por muchos un valor, a
través del cual las personas se sienten y reconocen unidas y compartiendo las
mismas obligaciones, intereses e ideales y conformando además uno de los
pilares fundamentales sobre los que se asienta la ética moderna. A instancias
de la Sociología, el término solidaridad goza de una especial participación en
dicho contexto, siendo, como dijimos, un sentimiento que supone la unidad de
los lazos sociales que unirán a los miembros de una determinada sociedad.
De este modo se dice que una acción es solidaria cuando está orientada a la satisfacción de las necesidades de los otros y no a las propias. Así, la idea de solidaridad expresa el apoyo a una causa ajena. En ese sentido, se trata de un tipo de ayuda o colaboración que viene precedida por un sentimiento de empatía por las circunstancias de los demás.
La solidaridad se puede entender desde una perspectiva individual y colectiva y, por otro lado, como un fenómeno sociológico relacionado con la dimensión moral del ser humano.
El plano individual
Si alguien toma la decisión de ayudar a otra persona o a un colectivo necesitado está realizando una acción altruista y generosa, ya que renuncia a una parte de su dinero o de su tiempo para destinarlo a quien más lo necesita. Hay muchas formas de ejercer este tipo de acciones: a través de una simple limosna, ejerciendo como voluntario en una entidad social, enviando una cantidad de dinero a una ONG o haciendo una donación económica significativa como la que la realizan algunos filántropos.
El plano sociológico
El sociólogo francés Emil Durkheim hizo una distinción entre la solidaridad mecánica y la orgánica. La primera se refiere a la colaboración propia de los clanes primitivos, en la que los individuos establecen lazos comunitarios y sentimientos colectivos que propician la ayuda mutua. La solidaridad mecánica, en cambio, es propia de las sociedades complejas y se lleva a término entre individuos que no son semejantes sino que tienen diferencias significativas.
Algunas valoraciones sobre el concepto
El concepto de solidaridad nos recuerda que existe su cara opuesta, la insolidaridad. Las dos tendencias forman parte de la condición humana y en algunas ocasiones se presentan al mismo tiempo, por ejemplo en la guerra (la guerra en sí misma implica la destrucción del oponente pero en ella se producen acciones altruistas y desinteresadas).
La idea de solidaridad la encontramos en diversos contextos. Así, en la mayoría de tradiciones religiosas hay propuestas afines a la solidaridad (recordemos la compasión o la caridad del cristianismo). Si nos situamos en las coordenadas de la reflexión ética encontramos debates sobre el concepto (por ejemplo, la discusión sobre el altruismo versus egoísmo). Por otra parte, en la propia idea del estado se puede percibir un sentido de la solidaridad (por ejemplo, las acciones promovidas por la administración que tienen como objetivo ayudar a los más desfavorecidos).
En las noticias que aparecen en los medios de comunicación se aborda el tema de la solidaridad con bastante frecuencia (la propuesta de ayuda al tercer mundo con el 0,7% de PIB nacional o el problema de los refugiados son dos claros ejemplos).
Si bien la solidaridad es un valor ético, en ocasiones se lleva a término de manera cuestionable (por ejemplo, cuando la ayuda que se otorga obedece más a razones de imagen y no como un compromiso auténtico).
La solidaridad implica inicialmente una ayuda desinteresada a los demás. Sin embargo, en ella hay un claro componente de utilidad. De hecho, si ofrecemos nuestra generosidad nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y, por lo tanto, vamos a salir ganando de alguna manera.
Por último, la solidaridad es una consecuencia lógica de la dimensión social del ser humano. En este sentido, tenemos el impulso natural de satisfacer nuestras necesidades pero al mismo tiempo sentimos empatía por los demás y este sentimiento es el origen de la acción solidaria.
De este modo se dice que una acción es solidaria cuando está orientada a la satisfacción de las necesidades de los otros y no a las propias. Así, la idea de solidaridad expresa el apoyo a una causa ajena. En ese sentido, se trata de un tipo de ayuda o colaboración que viene precedida por un sentimiento de empatía por las circunstancias de los demás.
La solidaridad se puede entender desde una perspectiva individual y colectiva y, por otro lado, como un fenómeno sociológico relacionado con la dimensión moral del ser humano.
El plano individual
Si alguien toma la decisión de ayudar a otra persona o a un colectivo necesitado está realizando una acción altruista y generosa, ya que renuncia a una parte de su dinero o de su tiempo para destinarlo a quien más lo necesita. Hay muchas formas de ejercer este tipo de acciones: a través de una simple limosna, ejerciendo como voluntario en una entidad social, enviando una cantidad de dinero a una ONG o haciendo una donación económica significativa como la que la realizan algunos filántropos.
El plano sociológico
El sociólogo francés Emil Durkheim hizo una distinción entre la solidaridad mecánica y la orgánica. La primera se refiere a la colaboración propia de los clanes primitivos, en la que los individuos establecen lazos comunitarios y sentimientos colectivos que propician la ayuda mutua. La solidaridad mecánica, en cambio, es propia de las sociedades complejas y se lleva a término entre individuos que no son semejantes sino que tienen diferencias significativas.
Algunas valoraciones sobre el concepto
El concepto de solidaridad nos recuerda que existe su cara opuesta, la insolidaridad. Las dos tendencias forman parte de la condición humana y en algunas ocasiones se presentan al mismo tiempo, por ejemplo en la guerra (la guerra en sí misma implica la destrucción del oponente pero en ella se producen acciones altruistas y desinteresadas).
La idea de solidaridad la encontramos en diversos contextos. Así, en la mayoría de tradiciones religiosas hay propuestas afines a la solidaridad (recordemos la compasión o la caridad del cristianismo). Si nos situamos en las coordenadas de la reflexión ética encontramos debates sobre el concepto (por ejemplo, la discusión sobre el altruismo versus egoísmo). Por otra parte, en la propia idea del estado se puede percibir un sentido de la solidaridad (por ejemplo, las acciones promovidas por la administración que tienen como objetivo ayudar a los más desfavorecidos).
En las noticias que aparecen en los medios de comunicación se aborda el tema de la solidaridad con bastante frecuencia (la propuesta de ayuda al tercer mundo con el 0,7% de PIB nacional o el problema de los refugiados son dos claros ejemplos).
Si bien la solidaridad es un valor ético, en ocasiones se lleva a término de manera cuestionable (por ejemplo, cuando la ayuda que se otorga obedece más a razones de imagen y no como un compromiso auténtico).
La solidaridad implica inicialmente una ayuda desinteresada a los demás. Sin embargo, en ella hay un claro componente de utilidad. De hecho, si ofrecemos nuestra generosidad nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y, por lo tanto, vamos a salir ganando de alguna manera.
Por último, la solidaridad es una consecuencia lógica de la dimensión social del ser humano. En este sentido, tenemos el impulso natural de satisfacer nuestras necesidades pero al mismo tiempo sentimos empatía por los demás y este sentimiento es el origen de la acción solidaria.