En esta búsqueda constante
y si se quiere también un tanto dramática de nuestros orígenes como “criatura
humana” lo cual a nuestro entender constituye un “derecho natural” en nuestra
condición de ser, existe algo altamente distorsionador en nuestro “punto de
partida”, que si no lo consideramos, bien que nos puede llegar a confundir
el verdadero propósito de esta búsqueda el cual sin lugar a dudas es el poder
encontrar nuestra “identidad” en este confuso escenario en el cual nos movemos
y expresamos las “criaturas humanas.”
Nos estamos refiriendo de
que existen fuertemente instaladas en nuestro imaginario colectivo imágenes
prediseñadas que condicionan “nuestro ideario original” al haberse apoderado de
todas nuestras referencias con relación a todo aquello que pudiese identificar “algún
tipo de antecedente válido” que nos permitiese de algún modo una reconstrucción
seria y responsable de todos aquellos que nos han precedido.
Estas imágenes prediseñadas
nos muestran como “ideales virtuosos dignos a imitar” a personajes de ambos
sexos que parecieran haber sido extraídos de “personajes de origen europeo” que
conservan cierta reminiscencia con aquellos que solemos observar en las “guías
turísticas” del mal llamado “primer mundo”
Entendemos que aquellos que
han ejercido el poder tanto político como religioso, pareciera que más estos
últimos, hayan encomendado a artistas de renombre, como también a literatos,
que “construyan un ideal de persona” que les permita condicionar en las mentes
de las nuevas generaciones un ideario acorde con las “nuevas enseñanzas impartidas”
Desde entonces nos
acompañan estas figuras asexuadas, de orígenes tan difusos como incomprensibles,
como seres dignos de adoración y potenciales guías de nuestro mal entendido destino.
Hugo W Arostegui
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