“Desde tiempos antiguos la filosofía ha
descubierto que la clave de la autorrealización es simplemente ser uno mismo; en esta sencilla, aunque a veces paradójica
afirmación, se desvela un secreto: ser uno mismo es ser todo
el universo”.
“Ser
capaz de no traicionarnos a nosotros mismos y actuar en base a aquello que
pensamos y sentimos es todo un ejercicio de responsabilidad, consciencia y
aceptación. La fidelidad a nuestra persona es algo que tenemos que practicar.
Cuando somos fieles a nosotros
mismos somos auténticos y
permitimos a los demás que puedan entrar en nuestro mundo y así conocernos. De
lo contrario, las barreras que construiremos limitarán nuestras relaciones.
Desde muy pequeños se nos enseña a juzgarnos a nosotros mismos teniendo
en cuenta las cualidades y opiniones de los que tenemos alrededor. Pero si
continuamente nos comparamos con los demás, difícilmente llegaremos a
conocernos profundamente. Para ello, tendremos que observarnos ante el espejo detenidamente y buscar todas
esas potencialidades que
muchas veces tenemos escondidas bajo nuestros miedos y hábitos.
Compararse continuamente no suele ser una buena fórmula para mantener
una buena autoestima, incluso puede llevarnos a tener una percepción deformada
de uno mismo.
Las comparaciones
al igual que tienen un aspecto negativo, también tienen otro
positivo, y es la capacidad de darnos cuenta de que existe una gran variedad de
formas de pensar, actuar y sentir”.
Las comparaciones
nos pueden demostrar que felizmente coexisten una enorme variedad de formas de
pensar y de actuar muy distintas a las nuestras, esa constatación de lo variable
acrecienta nuestra autoestima pues no basta con ser parecido, en la
autenticidad del individuo no son admisibles ni esperable réplica alguna, ser
uno mismo es la consecuencia de asumir lo que debemos ser, situación para lo cual
no hay lugar a groseras imitaciones.
Hugo W Arostegui
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