Cuando éramos pequeños recordamos aquellos momentos en los
cuales alimentábamos a nuestras gallinas para lo cual llenábamos nuestros
pequeños puños con granos de maíz extraídos de una gran bolsa para luego
esparcirlos al voleo delante de ellas.
Resultaba muy interesante el poder observarla actitud de las
gallinas ante lo que para nosotros era una enorme cantidad de granos esparcidos
por todo el lugar donde ellas se alimentaban.
Pues bien, lejos de amilanarse por lo que pareciera una
enorme tarea a realizar, ellas, las gallinas, comenzaban su tarea picoteando,
lenta pero persistentemente, grano por grano y en mucho menos tiempo del que
pudiésemos suponer ingerían todo el alimento sin dejar rastros de los granos
que habíamos esparcido.
Esta observación que
recuerdo nítidamente en mis retinas ha sido una de las primeras grandes
lecciones que he recibido a lo largo de mi vida, es como si ellas me dijeran:
“aunque la tarea pueda parecer a simple vista un tanto abrumadora comenzamos a
comer los granos de maíz uno por uno y de esta manera logramos culminar nuestro
trabajo”.
Eso es lo que aprendí observando a las gallinas, ahora que
me encuentro pleno de proyectos y quizás un tanto abrumado por la enorme tarea
que tengo por delante, me ha venido a la mente esta experiencia, no deja de ser
cierta la complejidad de todo lo que pretendo abarcar, pero tengo en cuenta de
que no tengo que realizar todo a la vez, como la gallina de mis recuerdos,
tomaré una por una, cada cosa que tenga por delante, hasta culminar con todo lo
que encuentre diseminado en el amplio terreno de mi mente.
Hugo W Arostegui
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