Tenemos una canción que en su estribillo nos dice: “año
nuevo vida nueva con salud y prosperidad” cosa que entendemos está muy bien
como una expresión de ánimo y confianza que todos precisamos adoptar en lo que
se entiende es una nueva etapa con sus consecuentes desafíos y oportunidades.
Ahora bien, tengamos en cuenta que renovarse no es dejar de
ser uno mismo ni tampoco se trata de asumir otras identidades en el intento de parecernos
a los que a nuestro entender han tenido mucho más éxito en sus actividades que
lo que pudimos realizar nosotros, tampoco entendemos la renovación como un
ejercicio de imitación, nadie puede sustituirnos, nuestra participación es
única e indelegable, ni nadie debe estar dispuestos a negarse a sí mismo
marginándose de participar con su aporte individual en el quehacer colectivo.
Renovarse tampoco puede entenderse como un medio de sepultar
nuestras acciones pasadas como quien pretende una vida nueva “barriendo debajo
de la alfombra” todo aquello que hace, que sabe que es él y sólo él quien lo
hace y en lugar de llamarse al orden a sí mismo corrigiendo errores y asumiendo
nuevos compromisos consigo mismo prefiere disimular sus flaquezas con el artilugio
del ocultamiento sin darse cuenta que todo aquello que ocultemos debajo de la
alfombra nos puede impedir, y sin duda lo impedirá, levantar sin delatarnos cualquiera
de sus puntas.
Un periódico de izquierda que circulaba en mis tiempos de
estudiante en plena dictadura exhibía en el frente de su portada la siguiente frase
que siempre recordaré y que viene muy en cuenta en este caso:
“La basura que se barre, siempre será basura, aunque por los
aires suba, basura será en el aire.”
Hugo W Arostegui
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