"los dioses tienen el más excelso de los
dones: la posibilidad de formar un mundo de la nada"
La vida en su transcurso es como el agua que se
enriquece en su constante movimiento, cuando el agua se detiene, se estanca,
cuando el agua se estanca se escurre entre las grietas de las sequías del
pasado y luego languidece y se evapora cuando es agredida por las inclemencias
del presente.
Así somos nosotros, nuestra vida cobra sentido
cuando fluye en pos de su consolidación como “criatura humana,” lo mejor del
hombre solo puede ser considerado cuando alcanza los niveles que de alguna
manera “justifican” la razón de su existencia, cuando “se descubre a sí mismo”
en ese fluir constante hacia el “esfuerzo supremo” de la excelencia.
En la lectura de las enseñanzas que han
preservado su vigencia a través de los siglos se nos enseña que cuando nos
sentimos “golpeados en la mejilla” por los avatares o dificultades que
encontramos en nuestro camino, lejos de “detenernos en la lamentación y la
búsqueda de consuelo” lo que debemos de hacer es “presentar la otra mejilla” y
continuar adelante.
Esta “segunda milla” es mencionada como ese “esfuerzo
adicional” tan vital como necesario para consolidar esa constante determinación
que hace la gran diferencia entre lo que pueda ser considerado “normal” para
nuestra mejilla “tan vulgar como la que puedan enfrentar otras personas” y la
rebeldía de no aceptar ninguna claudicación de nuestra voluntad por alcanzar
los objetivos que nos hemos propuesto.
Vamos a continuar que sí se puede.
Hugo W Arostegui
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