martes, 24 de enero de 2017

Cuando Nuestra Alma Se Expresa


Hay veces en los que un día te levantas, parece que es un día más en el que piensas que será muy fugaz. Te miras al espejo, observas una mirada, una mirada mezclada por un sinfín de emociones que inexplicablemente sientes que han partido muy veloz. Te ahogas en un mar de recuerdos que habías creído estaban muertos y es entonces que a partir de aquel reflejo, que sientes una gran necesidad de volar, de salir e intentar perderte aunque sea un día más.
Tomas un par de suspiros como si cada uno de ellos contuviera lo indomable que se ha vuelto darle a la vida un sentido, intentando comprender lo que sientes dentro.
La tristeza te saluda nuevamente, como señalando que siempre está presente. Tienes una sensación de desolación, te cuestionas sobre qué es lo que te ocurre y que duele en tu interior.

Quieres encontrar y no dejas de buscar, extrañas aquel sentimiento de no sentir nada, no entiendes a dónde se ha marchado cuando tanto lo has necesitado. 

Entonces miras al cielo esperando que te regale un poco de consuelo y es ahí cuando la soledad aparece de nuevo, manifestando que en realidad nunca ha muerto, sólo se había hecho a un lado, pues sabía que estabas contento.

La soledad te mira con un veneno disfrazado de ternura, recuerdas como te aconsejaba, pues ella era más que tu amiga. Te sientas a su lado y de nuevo vuelves a tomar su mano, platican como si su amistad fuera la de dos hermanos. La miras a los ojos y descubres que siempre has tenido miedo de estar en solitario, sin embargo, no es tan mala lo haz notado. Hablan y hablan, poniéndose al tanto luego de estar un tiempo cada quien por su lado. Recuerdas como eras hace apenas un año, memorizas aquel dolor que te llevó hasta una clínica y es ahí cuando reflexionas que de no haber sido insoportable, no te hubieras transformado en lo que eres, pues eres tú el responsable.
El dolor está presente, incrustado en nuevas lecciones, apareciendo nuevamente, tomando cascadas de tus lágrimas, imprimiendo recuerdos  de palabras, alejándote del odio y convenciéndote de que el recuerdo es sobrio.
Abres tu conciencia, miras las paredes, ahí están resanando, limpiando, acomodando cada incierto en el caos y el orden. Sabes que eres ese rayo que alcanzó tu cambio y que te convirtió en un mejor ser humano. Los silencios a veces queman, a veces envenenan, provocando que los sentimientos se ahoguen en mares de dolor cuando ellos te desbalancean.
Efectos encadenados son los que te lastimaron después de haber roto la armadura que protegía lo que tanto escondía.
Perdiendo la fe, aquella  arma que se activa persuadiendo para controlar la rabia seca cada vez que un sueño o una expectativa no se cumple.
Tú miras, tú naces, tú creces, la esencia que te hace brillar son los triunfos que conseguiste atándote al ardor de tus venas cada que saliste de esas aguas negras, pues te conoces como un valiente. Sintiendo todo no diciendo nada, fingiendo algo que no es del todo cierto, buscando complacer a los demás aunque sea sólo un momento, cuando en realidad buscas no mirarte; suena raro, pero es cierto.
Tu pensamiento es eterno, es el arma que atraviesa el tiempo, por eso los acontecimientos te atan, pero los sentimientos son libres, te lo confieso.


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