Un sábado a la mañana que tiene la particularidad de no ser
un sábado cualquiera, en realidad no existe un día cualquiera en la semana de ningún
calendario, pero, este sábado tiene “algo diferente” que le adjudica un sentido
de especial o diferente al resto de los días, es que ocurre que además de ser
sábado, es el último día de este año, dos mil dieciséis,(según diríamos
antiguamente, el año de gracia de dos mil dieciséis).
Para aquellos que han dejado “cuentas pendientes” aunque convengamos de que mantiene plena
vigencia el dicho “de que siempre habrá tiempo para hacer lo que es correcto”
la cruda realidad nos demuestra de que lamentablemente todo aquello que debimos
haber hecho y por la circunstancia que fuese no hemos hecho, quedará como una “materia
pendiente” a la que deberemos atender debidamente si pretendemos “calificar” en
nuestras pretensiones de “ser mejores personas” en este nuevo año que confiamos
poder iniciar.
Es que todo pasa tan rápido en este mundo globalizado que
integramos (en este momento estoy mirando en la pantalla del televisor, en un
canal argentino, los fuegos artificiales de un nuevo año en Nueva Zelanda)
tenemos todavía unas cuantas horas durante las cuales todavía podremos hacer
algunas cosas que no habíamos pensado realizar, un saludo, un apretón de manos,
podremos quizás darnos un abrazo y por qué no un beso en alguna mejilla que
hace ya algún tiempo que no vemos ni acariciamos.
Demos espacio a los sentimientos y extraigamos de entre
ellos el más preciado de todos, me refiero a la gratitud por sentir la vida en
los latidos de nuestro corazón, por la lucidez de nuestro pensamiento y por esta
mente que puede recrearnos tantas vivencias compartidas que nos recuerdan de
que no estamos solos y que nos debemos los unos a los otros el poder “congratularnos”
por esta maravillosa oportunidad de continuar existiendo.
Agradecemos por tener oportunidades de hacer muchas cosas en
las cuales podremos impregnar nuestra impronta la cual es única, insustituible e
irreemplazable.
Lo que no hagamos nadie más lo podrá realizar, por más que
se esmere nada podrá disimular nuestra ausencia, no dejemos pasar esta
oportunidad, ni esta, ni ninguna otra vez.
Un fuerte abrazo desde siempre
Hugo W Arostegui
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