jueves, 8 de diciembre de 2016

Las Aves De Paso

Estos días pasados he estado compartiendo con familiares de amigos que he tenido en este tránsito por la vida, y que una vez cumplidas sus particulares  trayectorias, así como habían venido, siguieron su camino, ya lejos e inalcanzables para nuestros sueños de permanencia compartida en un derrotero conjunto, unidos en un principio tan incierto y fugaz  como lo ha sido este último vuelo por el cual han dejado de estar a nuestro lado.
Una honda y profunda reflexión nos ha sumido en un recuerdo imborrable donde percibimos ese sabor un tanto agridulce de tantas experiencias compartidas, en ese, mágico proceso, que sólo el deambular conjunto de nuestros aleteos, deslumbrados por el asombro de todo lo que a nuestro frente intuíamos que podríamos encontrar.
Nuestra mente nos ha traído un poema que quisimos compartir, una imagen de aves surcando raudas el horizonte, plenas de vida, en ese continuo aletear rumbo a la inmensidad.
El cielo está en calma, la tarde serena,
y el sol declinando;
y al valle tranquilo dirigen su vuelo
las aves de paso.
Se ignoran sus nombres, que vienen de lejos,
de climas extraños,
y todos las miran, mas nadie conoce
las aves de paso,
Las blancas palomas, que siempre tranquilas
el valle habitaron,
reciben alegres, con tiernos arrullos,
las aves de paso.
Que al fin ellas vienen de incógnitos valles
y es dulce su canto;
tal vez es por raras, que halagan, seducen,
las aves de paso.
Y aunque hay en el valle rendidos amantes
de cuello nevado,
prefieren las blancas palomas sencillas,
las aves de paso.
Mas ¡ay!, que saciadas al fin de caricias,
de nidos y granos,
de nuevo levantan su rápido vuelo
las aves de paso.
Y al verse burladas las pobres palomas,
exclaman cantando:
Malhaya la incauta que alberga en su nido
las aves de paso.

José Gautier Benítez


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