miércoles, 21 de diciembre de 2016

Nuestras Emociones


Esta época del año suele ser un campo muy fértil para el cultivo y desarrollo de nuestras emociones, los reencuentros afectivos, el incremento de nuestros intercambios con quienes ha transcurrido un largo tiempo en el cual no hemos estado en contacto, los lazos afectivos interrumpidos sea por disoluciones conyugales, nuevas familias, viajes de estudio, necesidades laborales, nuevos vínculos, nacimientos, defunciones, etc.

De lo que agregamos los consabidos “reencuentros de familia” la navidad, el fin de año, las reuniones de camaradería con colegas de trabajo, las inevitables compras de presentes sumados a las visitas a los familiares de fallecidos que bien pueden ser nuestros, como ser, padres, hermanos, hijos , un cúmulo de situaciones que sin duda ponen a prueba nuestra capacidad emotiva que son el caldo de cultivo de muchas de nuestros “malestares “ seguramente causados por la ansiedad, la nostalgia, o un deseo irreprimible  de estrechar en un abrazo o de recibir el afecto de aquellos que por distintas razones sentimos su ausencia.

“Ejemplo para comprender el desarrollo de una emoción: El miedo es un sentimiento que puede producir cambios fisiológicos como aumento de la frecuencia cardíaca, dilatación de las pupilas, tensión en los músculos y segregación de adrenalina; a su vez produce una reacción interna que se refleja en expresiones faciales, movimientos bruscos o específicos y cambio en la entonación.
En lo cognitivo, esas respuestas son analizadas en un contexto socio-cultural para poder comprenderlas y ubicarlas en el lugar adecuado. “La expresión emocional cambia así como lo hace el desarrollo ontogenético del individuo”.

De igual modo, es el proceso cognitivo el que nos permite inhibir ciertas emociones, cuando culturalmente no son consideradas como adecuadas. Por ejemplo, cuando nos sentimos atraídos por una persona que no puede correspondernos (por hallarse casada o simplemente no estar enamorada de nosotros) o cuando estamos frente a nuestro jefe y sentimos deseos de matarlo (sabemos que dar rienda suelta a este sentimiento no podría traernos más que problemas, y no sólo el de quedarnos sin trabajo).

Es necesario comentar que en las últimas teorías cognitivas que se han hecho sobre el proceso emocional, se ha enfatizado de forma fundamentalista en lo cognitivo, objetando que el mundo no es de una determinada forma, sino que depende de con qué ojos se mire; por eso una misma experiencia para dos personas diferentes para una puede resultar traumática y para otra ser más posible de enfrentar y resolver.

De todas formas, si bien esta teoría tiene muchos adeptos, sobre todo en las corrientes relativistas, muchos especialistas se niegan a aprobar esta manera tan aleatoria de entender los sentimientos y el mundo en general”.

Así las cosas, así somos los humanos y así seguiremos por los siglos de los siglos, nos necesitamos los unos a los otros, añoramos los reencuentros, y sobre todo, nos extendemos en buenos augurios cargados de una “emoción a flor de piel” que surca con una lágrima nuestros ojos e ilumina el rostro con una sentida sonrisa.

Hugo W Arostegui


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