Lema no oficial de Suiza
Suiza no tiene un lema definido en su constitución o en sus
documentos legales. La frase, en sus versiones alemanas ("Einer für alle, alle für
einen"), francesas ("un pour tous, tous pour un"),
e italianas ("Uno per tutti, tutti per uno"),
se popularizó durante el siglo
XIX, cuando tras las lluvias de otoño de 1868 en los Alpes, las autoridades lanzaron una
campaña de ayuda bajo ese lema, usándolo a propósito para evocar un sentido de
unidad nacional en la población del joven país (Suiza era una república federal desde hacía sólo veinte años antes y
la última guerra civil en Suiza había sido en el año 1847).
Se imprimió el lema en los periódicos de todo el país para usarlo
como propaganda. La frase se asoció cada vez más con las historias de la
fundación de Suiza, que también
tienen en la solidaridad un tema central, al punto que el lema se escribió en
el Palacio Federal en 1902.
Desde esa época, se considera como el lema del país. Políticos de todas
regiones y todos los partidos políticos lo reconocen como el lema nacional de Suiza.
El famoso juramento de unión y auxilio mutuo de ¡Todos para uno y
uno para todos! bien que podría aplicarse en el entendimiento e implementación
de la próxima agenda para el desarrollo sostenible que será aprobada
próximamente por los Estados miembros de la ONU.
La frase de la novela Los Tres Mosqueteros viene a mano a la hora
de entender que la interdependencia e integración será crucial para el éxito de
los 17 Objetivos que se establecerán.
Para alcanzar esta ambiciosa propuesta se requerirá de un nivel
sin precedente de cooperación que permita la máxima explotación de los recursos
financieros y de conocimientos disponibles.
Un ejemplo que ilustra esta afirmación es el Objetivo 15 vinculado
a la protección de la naturaleza. Este pide restablecer y promover el uso
sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma
sostenible, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación
de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica.
Los mosqueteros arden en su tumba viendo como hemos
destrozado su lema. Esta carrera de la individualidad te hace mirar hacia
delante pero no a tu alrededor, enfocándote en el qué y perdiendo de vista el
con quién. Se nos podría aplicar a todos el famoso dicho de “el árbol no te
deja ver el bosque”. Y es que nos centramos en lo importante
perdiendo de vista lo esencial.
Desvinculados de nuestro propósito, navegamos sin rumbo y
encontramos en el entretenimiento una forma de búsqueda, que a veces nos pierde
más. La carrera del sin sentido continúa rumbo a ningún lugar, donde el
aburrimiento y su hermano mayor la depresión campan a sus anchas.
Esta forma de vida en la que preferimos mantener encendida
la televisión y apagada la conciencia consigue adormecer nuestros
impulsos y en lugar de perseguir sueños con ilusión
buscamos metas con sacrificios.
Y mientras, sobrevivimos como podemos, buscando y valorando
más lo de fuera que lo de dentro. El “nadie es profeta en su tierra” y el
“titulismo” marcan nuestra forma de mirar y de encasillar a los demás,
haciendo de la parálisis por análisis nuestro credo. Y en cuanto a viajar se
refiere, mientras más lejos sea el viaje más grandioso se considera.
Todo ese foco en lo externo, lo lejano, lleva
irremediablemente a ese estilo de vida de fuera hacia dentro que tanto nos hace
perder nuestro centro y nuestra serenidad.
Empieza por parar y contemplar con quién estás y no tanto lo
que te falta por alcanzar. Por admirar y apoyar a todas esas personas que
en tu alrededor están tratando de vivir con lo que pueden y saben hacer.
A hacer escapadas hacia tus adentros, no sabes la de recovecos poéticos
que puedes encontrar. A tener una vida en la que prime el “si tú estás bien yo también
estaré bien”. Comenzando con nuestro círculo más pequeño, el
importante, el que se encuentra dentro y no fuera.
Una conversación verdadera
puede resolver más problemas que cualquier terapeuta pero la cuestión es que esta
rapidez con la que vivimos viene acompañada de sordera crónica. Poco se escucha
y mucho se habla sin decir nada, entrando en un círculo vicioso del que ninguno
se beneficia.
Estamos entrando en la era de la conciencia, de saber que
todos importamos y aportamos y que si no nos ayudamos entre nosotros nos
vamos al garete. Quizás debamos empezar por escucharnos un poco y valorarnos
más, porque dentro de cada persona habita la verdadera
universidad de la vida, así que o aprendemos a estudiarnos o
siempre estaremos más lejos que cerca de lo esencial y de una vida
más sencilla y solidaria.